Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Primeras fiestas de San Juan pos-COVID

04/06/2022

Aunque es el Catapán el que marca el comienzo oficial de las fiestas de San Juan, es inevitable que, al menos para mí y en este momento vital en el que me encuentro, sea la primera visita a Valonsadero la que de verdad me haga comenzar a sentir los nervios propios de estos días. Es como si, al pisar el monte, volviera a revivir una y otra vez la emoción de las primeras fiestas que, con la juventud por montera, marcaban el comienzo de la época estival. Más aún este año, después de dos de barbecho, en el que se han perdido tantos momentos de celebración que, parece, tenemos que recuperar todos a una. Y, aunque hace casi dos años ni siquiera éramos capaz de visualizarlo, ha llegado el momento en el que, tras dar el trascendental paso de quitarnos las mascarillas, ya parece que nos sentimos preparados para recuperar la proximidad que tanto hemos añorado durante este tiempo. Sin duda, en mayor o menos medida, estas reminiscencias de nuestra antigua normalidad nos van a hacer sentir extraños de algún modo. Los habrá que ni por asomo consideren la idea de formar parte del tumulto propio de los festejos sanjuaneros. Al igual que otros, por el otro lado, no ven el momento de recuperar el contacto y la cercanía.
Sin duda, para nuestra provincia, la celebración de las fiestas de San Juan -entre otras cosas, por ubicarse a comienzo del verano- supondrá el pistoletazo de salida al verano que llevábamos ya dos años esperando. Aunque el relajo de las medidas sanitarias de otras festividades nos ha ido dando pinceladas de cómo seguiría siendo la vida si no se nos hubiera cruzado por medio una pandemia, nada parecido a lo que vamos a vivir en las próximas semanas, comenzando por este mismo sábado. 
Para la inmensa mayoría de sorianos y sorianas, las fiestas patronales suponen una especie de paréntesis durante el que toda la lógica imperante el resto del año deja de marcar su conducta. Son unos días en los que las reglas y las normas se difuminan, volviéndonos también de alguna manera inmunes a sus consecuencias. Sin embargo, no habíamos tenido la oportunidad de analizar la manera en la que las secuelas pos-COVID (refiriéndome con ellas más a las psicológicas que a las físicas que haya podido dejar la enfermedad) vayan a afectar a nuestros festejos. Veremos a ver lo que sucede, cómo nos sale vivirlas, si de alguna manera conseguimos romper esa barrera invisible que se ha ido creando a lo largo de estos dos años y medio, que limitaba el contacto físico y que -para algunos- incluso ha ido generando un poso de recelo hacia el contacto social. Hace ya meses que los medios de comunicación han dejado de prestarle atención a la enfermedad, o al menos no lo hacen con la dedicación con la que antes analizaban contagios y fallecidos a diario. Sin embargo, no es tan sencillo hacerlo desaparecer de nuestra memoria, ya que para la inmensa mayoría ha dejado secuelas -de un tipo o de otro- irreversibles.
Este fin de semana celebramos, por primera vez desde el 2019, el Desencajonamiento. Y, con él, miles de locales y forasteros nos reuniremos para volver a disfrutar de nuestras tradiciones. Ojalá sea el comienzo de volver a nuestros orígenes. Ojalá sea verdad que volvemos a vivir sin miedo, que volvemos a abrazarnos sin aprensión. Ojalá las Fiestas de San Juan o de la Madre de Dios 2022 sean aquella vieja normalidad que casi ya parece que se ha esfumado de nuestra memoria.