Elías Terés, director del Numantino en el complejo presente

Marian Arlegui
-

Se hizo cargo de la dirección en 1999 e investigó sobre el centro en la posguerra. Destacó en su etapa la integración de 87 fragmentos de frescos de San Baudelio

Elías Terés, directos del Numantino en el complejo presente

Aún no ha pasado el tiempo suficiente para valorar correctamente el trabajo desempeñado en el Museo Numantino bajo la dirección de Elías Terés. Su tiempo es aún presente y ello puede confundir a la objetividad necesaria. Ha de recordarse que el tiempo en que ocupó esta dirección fue un tránsito rápido de una fase de consolidación de las instituciones culturales a un tiempo complejo que evolucionaba en múltiples direcciones en las formas culturales, hecho agudizado por la grave crisis de la economía occidental que se manifestó con crudeza en el año 2008. Una evolución rápida y a veces banal en lo cultural frente a lo que Terés siempre defendió el Museo.

Cuando se incorporó al Museo de Soria, el alto desarrollo de las prácticas culturales, tras el decidido impulso dado a las instituciones culturales desde los años 80, entraba, en lo que debería haber sido un periodo de consolidación de lo ya logrado que era, recordémoslo, mucho, en la restauración de bienes inmuebles y en la modernización de museos, archivos y bibliotecas.

Los museos habían alcanzado un alto grado de complejidad en sus colecciones, incrementadas notablemente por la práctica arqueológica y etnográfica, en la implementación documental y la organización funcional así como en la investigación y la diversidad de demanda en actos culturales. La definición legal de museo se había enriquecido conteniendo elementos subjetivos, objetivos, funcionales y finalísticos. Por imperativo legal sus funciones eran la conservación para las generaciones del futuro de los objetos que constituyen nuestro patrimonio cultural, la investigación sobre ellos y la comunicación cultural que traduciría la investigación para conocimiento de la sociedad. En este orden de prioridad.  

Sin embargo, de modo divergente, la filosofía de la denominada  nueva museología caló con fuerza en la política y en la sociedad priorizando al visitante sobre el objeto, es decir, las actividades temporales sobre la conservación y la investigación.

Desde otra perspectiva, la gestión de los museos provinciales se ejerce sobre el Bien Inmueble que ocupa que es Bien de Interés Cultural,  los bienes muebles que conserva que también lo son y los servicios culturales que presta. Sin duda, un espectro complejo. 

El Patrimonio Cultural como concepto se había hecho polisémico. Pero este incremento cualitativo en el concepto, en la amplitud de funciones asignadas y su profundidad, no había tenido en la gestión cultural, un correlato en la ampliación de puestos de trabajo ni en su diversificación funcional. 

Tras escasos  cuatro años, 2000 – 2004, en que se incrementó notablemente el presupuesto destinado a museos, se adoptó el modelo de gestión por programación anticipada. Aún con límites, se concedió la autonomía posible en la gestión de esos presupuestos  y se desarrollaron programas más avanzados, un cambio legislativo paralizó programas ya iniciados en una discontinuidad habitual en el sector cultural. De esta manera, se interrumpió la gestión programada; se redujo el presupuesto; se restó la autonomía de los museos que pasaron a desconocer el presupuesto asignado; se  suspendieron programas como  el de implantación de los Departamentos de Educación y Acción Cultural, el de ampliación de los tipos de actividad, el de comunicación del Museo a través de ediciones diseñadas con personalidad diferenciada aun dentro de la necesaria institucionalización; se interrumpió la actualización de audioguías que, en 2003, se ofrecían en todos los museos provinciales de Castilla y León en castellano, inglés y francés, la edición de información de mano, el proyecto de tiendas de museo… Como signo positivo se inauguraron los Museos autonómicos que la legislatura anterior había concluido o impulsado.   

Aquel impulso fue el último coletazo del dinamismo de los años 90 en que, resultado del capitalismo avanzado, se habían desarrollado los denominados servicios de tercera generación. Comenzaba a sentirse la presión el economicismo en la obsesión de contabilizar visitantes, economicismo simple que obviaba impulsar la capacidad real de la cultura para la creación de empleo perdurable, el análisis de su impacto real en el PIB y por supuesto la valoración de intangibles. La peculiaridad insoslayable de los museos frente a otras unidades puramente administrativas no fue atendida y frenaría gravemente el desarrollo de los museos. Ello conlleva aplicar criterios generalistas minimizando las peculiaridades de cada museo,  lo que sin duda es su fortaleza  y dificulta el posicionamiento del Museo.

El Museo Numantino es uno de los más complejos museos provinciales españoles. En la transferencia de competencias a la Comunidad Autónoma se hicieron depender de él San Juan de Duero, que sería su sección medieval; el museo- yacimiento de Tiermes; el museo-yacimiento de Numancia; el museo-yacimiento de Ambrona y San Baudelio. Esto conlleva importantes responsabilidades de gestión y sobre todo la posibilidad de una gestión en red, modelo más eficiente que el resultante de otras fragmentaciones administrativas. Por otras circunstancias y hasta 2006, la villa de Cuevas de Soria y Uxama Argaela (Osma) eran gestionados desde el Numantino.

La grave crisis que estalló en 2008,  aún no concluida, colocó al sector cultural en un estado de precariedad de presupuestos y congeló cualquier posibilidad de desarrollo.

trayectoria. Estas son, brevemente narradas, las complejas coordenadas en las que la dirección de Elías Terés hubo de ejercerse. Ocupó  la dirección del Museo Numantino el martes 15 de junio de 1999, permaneciendo en ella hasta finales de julio del año 2018. Había nacido el 17 de julio de 1955 en Madrid, donde se licenciaría en  Geografía e Historia, sección arte, en la Universidad Complutense de Madrid. 

Tras realizar las prácticas en el Museo Arqueológico Nacional, su actividad profesional cubrió diversos campos. Trabajó como ayudante de archivos en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real (1983 y 1984) y como ayudante de museos en el Museo de Ávila entre 1984 y 1995.  Tras ingresar en el Cuerpo Facultativo de Museos, su primer destino fue el Museo de Segovia en 1995