El último villano

Natalia Arriaga (EFE)
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La corrupción salpica a Tamás Aján, el hasta hace poco presidente de la Federación de Halterofilia

El exdirigente húngaro podría haber hecho una gran fortuna a cambio de favores.

La larga historia de la corrupción en el deporte tiene desde hoy un nuevo villano, el húngaro Tamás Aján, hombre fuerte de la Federación Internacional de Halterofilia (IWF) durante 40 años y, según un informe encargado por el propio organismo, responsable de irregularidades tales como desvío de fondos, encubrimiento de dopaje y compra de votos.

De 81 años, a partir de 1970 comenzó a escalar posiciones en los organigramas deportivos. Accedió a un puesto en la Ejecutiva de la IWF, que cinco años después cambió por la secretaría general, en la que permaneció durante 25 años hasta que en 2000 fue elegido presidente.

Fue reelegido en cinco ocasiones, las dos últimas con el italiano Antonio Urso como rival. Estas dos elecciones, asegura el informe del catedrático canadiense de Derecho Richard McLaren, fueron manipuladas.

Los congresos anuales, en particular los que precedían a la cita electoral, eran el escenario en el que se compraban las lealtades, «a veces a cambio de un puesto en la Ejecutiva».

Mientras todo esto sucedía, y en función de su cargo en la IWF, Aján entró en el Consejo de la AMA y en 2000 fue elegido miembro del COI, al que perteneció hasta 2010.

En 2017 la IWF fue puesta bajo especial vigilancia por el Comité Olímpico ante las decenas de casos de dopaje descubiertos entre sus deportistas. Solo el reanálisis de las muestras guardadas de los Juegos de Pekín 2008 y Londres 2012 destapó 61 nuevos positivos de levantadores.

En un intento de frenar la amenaza del COI de dejar al deporte fuera de los JJOO, la IWF excluyó de los Mundiales de 2017 a nueve países por casos reiterados de dopaje, entre ellos los dos que más medallas habían ganado en Río 2016, China y Kazajistán.

El Comité apreció un cambio de actitud y levantó su amenaza. Pero, según McLaren, el magiar practicó una continua «intromisión» en el trabajo de la Comisión Antidopaje. Tenía acceso a sus informes confidenciales «para frustrar sus operaciones». La investigación descubrió 40 positivos escondidos. 

Como ocurrió en el caso del dopaje en Rusia, el ‘informe McLaren’ no tiene capacidad sancionadora alguna y son, en disciplina deportiva, la AMA y el COI los que deben tomar medidas. Olos tribunales ordinarios si hay delito. Cabría pensar que es así, si se demuestran los hallazgos de McLaren: el profesor canadiense habla de «dinero en efectivo, dinero retirado y dinero no contabilizado que solo Aján recibía», y de 10,4 millones de dólares «no contabilizados» en las cuentas de la IWF. Parte de las sumas no aclaradas proceden de «multas pagadas al presidente».

 

Indemnes

AMA y COI mostraron su preocupación por las revelaciones. Pero en el caso del organismo olímpico es probable que mantenga su actitud habitual ante los casos de corrupción que atañen a exmiembros: puesto que ya no están en el COI, no puede hacer nada contra ellos.

La IWF encargó al profesor esta investigación tras la emisión de un reportaje en Alemania en el que se acusaba a Aján de las irregularidades ahora confirmadas. El pasado enero se jubiló y puede que el peso de la Justicia no caiga nunca sobre él.