La Liga de Campeones es una competición con vida propia que no necesita ni fuegos de artificio ni alfombras rojas ni fastos por el estilo: se presenta ella solita, sobre el césped y con las rutilantes figuras de turno haciendo lo que mejor saben. Los gigantes nunca fallan. Son los que le dan lustre y prestigio a la mejor competición por clubes del planeta. A nivel colectivo, el Madrid, el Bayern, el City, el PSG o el Barça. Ninguno falló en su puesta en escena. A nivel individual, Mbappé y Haaland (más Vinícius) mantienen el pulso por ver quién es el 'dios' del mañana. Viejos rockeros como Lewandowski o Benzema, al que le traicionó la rodilla en su debut, aún dan lecciones. Las emociones a flor de piel como en el Metropolitano; los nervios y las sorpresas, como en el Diego Armando Maradona… La primera fase, disputada a toda velocidad antes de que empiece el Mundial, llega con toda la esencia de la Copa de Europa comprimida. Y los gigantes lo saben: como si tuviesen prisa, intentan liquidar las cuentas (y los billetes a octavos) por la vía rápida.
Tres de cuatro
Falló el Sevilla al pleno español. Le tocó bailar con la más fea (City) y con la más fea de la más fea (Haaland), y se llevó una goleada merecida: no está en su mejor momento. Demasiadas ventas 'guapas' en verano. Así, parte con un cero mientras sus tres paisanos arrancan con liderato en sus respectivos grupos: el campeón, con un triunfo menos cómodo de lo que indicó el 0-3 de Celtic Park (aunque para el Madrid, lo 'menos cómodo' es sinónimo de éxito: recuerden la Champions 21/22); el Barça, que necesitaba acumular goles ante el Pilsen ante la posibilidad de que el grupo (Bayern e Inter) se encabrite, con una exhibición descomunal de Robert Lewandowski, una bendición para el equipo en particular y para nuestra Liga en general (¡vaya atacante!). Y el Atlético…
de infarto. Al Atlético le sienta mal ser favorito. Por su idiosincrasia (la 'cholista') prefiere un rol menor, así que estar encuadrado en el Grupo B junto a Oporto, Brujas y Leverkusen no es algo que le agrade. Jugó mal ante el Oporto, a priori su mayor rival, pero el 0-0 llegó al minuto 90. Todo sucedió después, en un descuento de infarto: gol de Hermoso (que festejó abrazado a la grada con la que discutió a comienzos de temporada) en el 91, penalti de Hermoso y gol del Oporto en el 96, y éxtasis con el gol de Griezmann en el 100 y 18 segundos, el tanto ganador más tardío en la historia de la competición. Lo del penoso teatro del francés saliendo en el minuto 60 para que el 'Atleti' no se vea obligado a pagar al Barça merece capítulo aparte: el fútbol moderno...
Mal Liverpool
El subcampeón arrancó humillado: el Nápoles, un brillante invento del profesor Spalletti, le pasó por encima en 45 minutos espectaculares. Y falló un penalti. Y Van Dijk sacó bajo la línea un remate a bocajarro. Pudo ser peor: como si la marcha de Sané hubiese roto un equilibrio místico o Jürgen Klopp hubiese perdido el 'mojo', el Liverpool se tambalea en este arranque de curso. El 4-1 final se unió al 1-0 del Zagreb-Chelsea en el cajón de sorpresas de la jornada. No fallaron los demás favoritos, idealizados en un Bayern (0-2 al Inter) que año tras año se las ingenia para volar.