"En el País Vasco hay mucha gente que guarda secretos atroces"

María Albilla (SPC)
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"En el País Vasco hay mucha gente que guarda secretos atroces" - Foto: Alberto Rodrigo

Las heridas que el terrorismo de ETA ha dejado sin cerrar son infinitas todavía, igual que el peso que muchos llevan sobre sus conciencias y que cada día tratan de expiar. Y eso es Purgatorio (Plaza Janés), la primera novela del periodista Jon Sistiaga, en la que disecciona con el bisturí de la palabra todo aquello que nunca se vio y lo que no se quiere ver sobre quienes fueron y son memoria de una barbarie «que no sirvió para nada».

Aunque el final de ETA se escenificó en octubre de 2011, ¿todavía quedan muchas almas marcadas por el terrorismo?

Todavía queda mucha gente que no ha confesado sus pecados y de ahí Purgatorio. Hay muchas personas que deben pasar por ese rincón de pensar y mirarse al espejo para decidir si les gusta lo que les devuelve. En el purgatorio no solo se expían los pecados, también uno pasa por ahí para purificarse. 

Aunque las historias de Purgatorio son ficción, el poso de realidad es patente. ¿Es porque tiene muy mamado lo que sucedió con el terrorismo en su tierra?

Lo que tuvo de extraño la Euskadi de los últimos 50 años es que fue una anomalía ética en la Unión Europea. Se mataba gente por pensar de otra manera. Se produjeron hechos y situaciones incluso bizarras, pero que muchas fueron una realidad o son absolutamente plausibles desde la ficción. Este libro ha sido producto de mi imaginación, pero desde luego situaciones, lugares, escenas podrían haber pasado en la realidad.

Por su profesión, le tocó cubrir atentados, funerales de víctimas... ¿Dolía más por ser vasco?

Buena pregunta... No dolía más, no... Creo que los periodistas de allí teníamos un chip diferente que nos hacía incluso ser menos emocionales a la hora de cubrir un atentado en Madrid porque no nos resultaba lejano. Ya lo habíamos visto muchas veces y funcionábamos con un cierto automatismo de boom, explosión, o disparo, y ya sabíamos dónde ir, a quién llamar, dónde poner más cuidado... Sí nos hacía ser más cuidadosos en cómo lo tratábamos.

La historia gira en torno al secuestro y asesinato de Imanol Azkárate y lo que conlleva 25 años después. 

Lo que he intentado es que cada personaje atraviese su particular purgatorio. Eso les humaniza a todos ellos, entre comillas, porque lo que pretendo es que el lector empatice incluso sabiendo desde el principio que han cometido un crimen atroz. Excepto Alasne, la hija de Imanol, que está atravesando su propio duelo, sobrevenido por ser víctima del resto, los demás, como ocurrió en la Euskadi real, sí que son dueños, y probablemente esclavos, de sus propias decisiones.

¿Cree que se puede empatizar con los ideólogos, con los pistoleros?

La palabra empatizar es un arma de doble filo. Me refiero a que se les entienda más allá de los estereotipos. Puede resultar escabroso para algunos o difícil de asumir... pero quiero que se perciba algo diferente, vidas pasadas, normalidades, sentimientos... Por muy malos o muy buenos que seamos, todos tenemos una vida detrás, una familia, una descendencia que les quiere.

Poeta decide confesar su crimen... ¿Es demasiado alto el precio de la verdad?

Lo que planteo es una situación en la que igual que la decisión de matar tuvo sus consecuencias para el que ejecuta la acción, la decisión de confesar que ha matado también va a tenerlas. No todos los que matan luego son tan valientes de confesar. Mi personaje, Poeta, decide ser valiente en un momento de su vida y otros que le acompañaron en aquella chaladura no lo son. 

Ojalá hubiera más Poetas con los que resolver esos crímenes de la banda que han burlado a la Justicia.

No hay en el País Vasco muchos terroristas que con una vida hecha se atrevan a dar el paso y confesar. Lo que hay es mucha gente que guarda secretos atroces. Hay más de 300 asesinatos sin resolver y eso quiere decir que hay muchas personas por la calle de entre 65 y 85 años que saben lo que pasó o que fueron los impulsores o los autores de los mismos. Que ellos podrían ayudar a aliviar el dolor de muchas víctimas, claro; que es improbable que lo hagan, pues también. Igual que también habrá muchos agentes de las Fuerzas de Seguridad que cometieron salvajadas en cuarteles y comisarías y que tampoco han dado un paso para reconocer que hubo ciertas prácticas que lo único que hicieron fue generar si no más terroristas, sí ciertas simpatías hacia ellos. He recurrido a la ficción para contar cosas que yo he conocido de primera mano o confesiones que me han dado off the record para construir esta historia.

¿Considera que estamos intentando olvidar por la vía rápida todo el terror que supuso ETA?

Sí, creo que sí, pero es un paso lógico también. Ahora se vive una sensación de oasis. En el País Vasco pasamos de un día para otro de saber que había una amenaza constante a verificar que ya no existía. Hace una década, aunque habían cesado los atentados un poco antes, nos despertamos un día sabiendo que ETA se había disuelto y fue un alivio para todo el mundo. Con toda lógica, la sociedad se encontró con la normalidad y se acostumbró a ella. Esto hace, claro, que a los malos no se les acabe de exigir una respuesta a lo que hicieron. La izquierda abertzale ha dado pequeños pasos reconociendo el dolor de las víctimas, pero falta todavía el gran salto ético que es decir, lo siento, nunca debió pasar, fue un error enorme.

Pero haber pasado página tan rápido también ha sido devastador para aquellos que durante medio siglo ejercieron el terror. De un día para otro fueron borrados del día a día, nadie quería saber nada de ellos.

¿Qué heridas considera que no se han suturado debidamente?

No solo muchos atentados quedan sin resolver, la gente necesita reparación moral, que alguien de los que sabemos que estaban en el ajo digan no tanto 'fui yo', sino 'nunca debió pasar'. Uno de los momentos periodísticos de mi vida fue cuando grabé a Maixabel Lasa e Ibon Etxezarreta en una sociedad gastronómica, donde se sentaron a comer y a charlar, y allí el asesino de Juan Mari Jaúregui, le dice 'Maixabel, yo nunca te he pedido perdón porque creo que lo que hice fue imperdonable'. Ella tampoco le contesta si le perdona, porque a veces pedir perdón se puede quedar solo en las palabras ¿y qué?, ¿y ya? Lo importante es que con sus palabras él asumía la barbarie de sus actos. Él ya había pasado por su purgatorio.

Películas como Maixabel o libros como Patria y Purgatorio hubieran sido impensables en los años de plomo, ¿no?

Hasta hace 10-15 años había mucho miedo a ETA y a la hora de ponerte a trabajar sobre el tema siempre pesaba la posibilidad de un atentado. Ahora ya estamos en esa fase de poder tener la distancia suficiente para haber perdido el miedo y para reflexionar sobre algunas cosas. Una vez que te alejas de la influencia hipnótica a la que perteneces ya puedes ver las cosas de otra manera.

Pero todavía sigue habiendo un silencio cómplice...

Creo que la izquierda abertzale que en su día les apoyó está cada vez más en otro territorio, pero los periodistas siempre exigimos a las figuras públicas de esos partidos que sean los que digan ese 'lo sentimos', pero en cualquier mesa de una sidrería de Euskadi te dirán 'bah, déjalo, todo mal'. Bueno, siempre existirán los cuatro radicales... pero ya nadie puede defender esto porque se dan cuenta de que no sirvió para nada.

¿Y qué pasa, por ejemplo, con los ongi etorri ?

Por cada acto de bienvenida, nueve presos salen de la cárcel en silencio porque no quieren saber nada. ¡No quieren saber nada! Saben que se han comido techo 25 años, han dejado su juventud después de que les trincaran con 20... dejadme en paz.

Pero luego están los que idearon ETA, los filósofos que sentaron las bases, los que arengaron a los que luego apretaban el gatillo. ¿Qué pasa con su responsabilidad?

Al final siempre hay una presencia oscura a la que nunca se pilla. Lo normal es que se localice al del cañón humeante, al que puso la bomba, al que dejó huellas, incluso a quien dio la orden, pero ¿quién está detrás? ¿quién está al principio? ¿quién generó la literatura, los eslóganes...? Es muy difícil saber quién creó esa retórica. 

¿Se ha sabido tratar como se debía a las víctimas en este país?

El ansia principal de una víctima es dejar de serlo, aunque sea algo que te va a durar toda la vida. Allí se dice mucho eso 'mira ese es hijo de', o 'ese es de una bomba' 'este es padre de tal'... y la gente quiere dejar de ser nombrada, mirada o catalogada. Ser víctima de terrorismo es algo que tú no has elegido y te acompaña toda la vida.

Este año hace 25 del asesinato de Miguel Ángel Blanco. ¿Su muerte despertó al país contra el terrorismo?

El error estratégico definitivo de ETA fue Miguel Ángel Blanco. La elección de la víctima, el margen inasumible de 48 horas que dieron, que le secuestraran a la semana de ver a un famélico Ortega Lara salir de un zulo... Todo aquello hizo que la sociedad se levantara más que en otras ocasiones. Se pedía caridad, compasión, y ETAno lo aceptó. Aquello marcó su final.

En su carrera, como comentaba, ha cubierto múltiples atentados y asesinatos, ha ido a varias guerras y ha visto morir a un compañero... ¿Ha logrado entender por qué nos matamos entre nosotros?

No, lo que he entendido es que es muy fácil que personas normales como tú y como yo, intelectualmente consistentes, crucen la delgada línea entre el bien y el mal y que lo hagan por una idea, una religión o lo que sea. Y también he conocido a gente que ha cruzado esa línea al revés.

¿Se puede ser ángel después de haber sido demonio?

He conocido a personas autoras casi de genocidios que me han recibido en su casa rodeados de sus nietos que le adoran porque es un buen abuelo...

Eso no le exime de la maldad.

El hijo de Pablo Escobar me decía que su padre era el mejor padre del mundo, aunque creyera que de puertas para afuera fuera un salvaje. 

Ahora, ¿cómo ve la guerra de Ucrania desde casa?

No añoro cubrir una guerra si es a lo que te refieres. No tengo una bolsa de testosterona acumulada que me empuje a ir a Mariúpol. Lo veo con distancia y preocupación. Putin y los que le rodean en el Kremlin son criminales de guerra que deberían ser juzgados como tal.

¿Se atrevería a...?

No 

...hacer una premonición...

No, no. 

... de cuánto va a durar la guerra?

No, que lo haga un tertuliano televisivo. Por mi experiencia, sé que se conoce la hora cero de las guerras, cuando empiezan, pero nunca la hora cero de cuando acaba.