Serón de Nágima, potencial en torno a la vega de tres ríos

Ana Pilar Latorre
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El gran orgullo de los nagimenses es poder mantener la escuela, con cuatro niños, y haber abierto una tienda. Hay, además, varios negocios que mantienen el empleo y numerosos agricultores

Serón de Nágima, potencial en torno a una vega de tres ríos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Es una mañana de abril, en plena Semana Santa, y Serón de Nágima ofrece gran actividad y nos permite presenciar el quehacer diario de sus amables gentes.El alcalde, Luis Antonio Hernández, antes carpintero y ahora agricultor, y el concejal Manuel Latorre, que ha sido mecánico y agricultor también, nos esperan en la plaza charlando con otros vecinos. «Comentan que son «125 viviendo», aunque como en otros pueblos en verano pueden llegar a los 600 (sobre todo en fiestas); y hay algún que otro «camino de los cien», como las dos Auroras. Están orgullosos de mantener la escuela  (aula del CRA Campos de Gómara), aunque los cuatro alumnos (hace años eran 30 por curso y había cinco maestros...) disfrutan de vacaciones. Además, tres chicos van al instituto de Almazán. 

La pretensión del alcalde y de su equipo es «fijar población» y «el interés principal es poder tener la escuela abierta, porque supone que los padres están viviendo aquí». Están rehabilitando otras dos viviendas municipales para ofrecer a familias y hay casas disponibles para reformar. El teletrabajo es otra opción en Serón para varios vecinos y, por ejemplo, acaba de llegar una familia que ha comprado vivienda. 

En la plaza, con el Ayuntamiento, el colegio y los columnos, se va a renovar el juego de pelota, «para sacar toda la piedra». Nos acercamos allí mismo a la farmacia, con la próxima titular recién llegada.Begoña Sánchez llega de Collado Villalba (Madrid) porque «quería llevar una farmacia rural» y destaca la acogida por parte de «gente encantadora». «Llevamos varios pueblos y un botiquín en Monteagudo, también se nota con la residencia», explica. Por allí pasa Isidora Da Silva, 'La Isi', que llegó hace 11 años al pueblo cuando se casó con un nagimense y ahora es empleada municipal. Su rincón favorito, el paseo del castillo al Sagrado Corazón y el Pilar. 

Precisamente allí encontramos a Eliseo Moreno con sus nietos, Miguel y Maya, que vuelven animados del huerto. Pasan las vacaciones de Semana Santa en casa de los abuelos (el antiguo obrador porque los bisabuelos eran panaderos) donde su madre, Cristina, profesora de conservatorio en Palencia, anima con su música de saxofón la calle Mayor. Dice sentirse «muy a gusto» en el pueblo, aunque lamenta que los jóvenes no se queden a vivir... La abuela, Dori García, nagimense, recuerda los tiempos de la panadería y que su padre fue músico, porque Serón ha tenido siempre banda. Pasan vecinos en bicicleta y nos encontramos con Ahmed Hamdauui, de Marruecos, el alguacil municipal y que vive en Serón con su familia desde hace 16 años. La comunidas marroquí está «muy integrada» en el pueblo.

El consultorio está cerca de allí, donde médico y enfermera acuden lunes y jueves. Además, atienden con cita previa. La oficina de Caja Rural abre tres días en semana, comentan los vecinos, que se «combina» con Monteagudo. Es un pueblo «agrícola casi al cien por cien», con una veintena de agricultores y un ganadero que «viene de Ciria con rebaño». Con la pandemia, hay menos actividades pero elCeas de Almazán realiza el taller de memoria. «Nos traen los ejercicios y después nos las respuestas para ver si aprobamos», explica Maricarmen Fuentelsaz. Allí funciona, igualmente, una asociación de Jubilados y pensionistas.

Cada Jueves Santo se prepara la representación de la Pasión, en la que participan 60 personas (pasan por distintos papeles según las edades), y Consuelo Hernández ultima los detalles con la esperanza de que la gente se apunte. En la iglesia de Nuestra Señora del Mercado está preparando gavillas para el próximo Sábado de Gloria y las faldas para los pasos del Santo Entierro y la Soledad, a los que han puesto ruedas este año. Los nagimenses celebran también la Cruz de Mayo y las fiesta de la Virgen de la Vega, la patrona, «el primer domingo después del ocho de septiembre». En verano, las de San Roque y la Virgen, cuando el pueblo está a tope. Hace años estuvieron el Dúo Gala y el Dúo Dinámico y había corridas de toros. Las calderetas multitudinarias se mantienen.

El pueblo tiene tres ríos: Nágima, Velilla y Valtorón. «La vega, de la cuenca del Ebro, tiene potencial. Aquí podría haber mucho trabajo», animan los vecinos, apuntando que una ayuda a la modernización del regadío vendría bien. El ayuntamiento tiene una finca municipal (antes era una Dehesa), que en los años 90 produjo espárragos, aunque no llegaron a comercializarse y la falta de mano de obra era un problema. Para Eugenio Latorre, fundador del Grupo Latorre y nagimense orgulloso, lo principal para fijar población en el medio rural es «no cobrar impuestos» y «reactivar la vega con la agricultura y la ganadería». Anima a la juventud a emprender y «luchar para conseguir cosas».

Nos acercamos a la residencia y, mientras, el empesario insiste en que «aquí se puede vivir muy bien» y nos cuenta anécdotas de hace tiempo, como que «no podían vender petardos porque las mujeres se quemaban las medidas en agosto» y «las chicas llevaban pañuelos en la cabeza para que no les diera el sol, porque estar moreno no estaba bien visto».  

«aquí hay vida» GENTE EMPRENDEDORA

Los vecinos insisten en que «hay vida», «no paras de ver gente pasar» y «es muy bonito, sobre todo por la vega del Nágima». El empresario, que comenzó con un negocio de alimentación y que construyó en su pueblo la primera de muchas residencias, destaca que hay 45 puestos de trabajo en el centro de Serón y 175 en la zona rural (Soria y Toledo). Una de ellas es Esther Núñez, de Almazán, quien trabaja en la residencia hace 16 años, y destaca que está «muy a gusto», en parte por el reconocimiento a los empleados. 

Manuel y Eugenio Latorre, orgullosos de su pueblo y de seguir viviendo en él, recuerdan que los cuatro hermanos se casaron con chicas del pueblo y mantienen el arraigo y la unión en su extensa familia. Sus padres pusieron en marcha un negocio de confitería y venta ambulante y quisieron encaminar a cada hijo hacia una ocupación diferente (comercio, transporte de viajeros y mercancías y agricultura). 

«Somos un pueblo de emprendedores. Ha habido siempre muchos oficios y sigue habiendo actividad, eso es un aliciente», añade Eugenio. Hay un taller mecánico, dos almacenes de cereales, el bar y tienda (multiservicios, con el Plan Soria), carpintería, fontanería, dos empresas de construcción, un hostal, una casa rural... En el taller que abrió el herrero Julio Archilla ahora lo lleva la tercera generación, sus nietos Julio y Mario, que siguen creando empleo. Comentan que prestan servicio a toda la comarca (también hasta Guadalajara y La Rioja) y que la temporada fuerte es la cosecha de verano, aunque todo el año tienen movimiento «porque si no son cosechadoras, son tractores».

El bar municipal, que desde este año es también tienda, es punto de encuentro. Allí encontramos a varios vecinos y trabajadores almorzando. Lo lleva José Jiménez, de Ecuador, y su mujer trabaja en la residencia. Al principio se establecieron en una casa municipal pero después compraron la suya propia. «Con la tienda vamos poco a poco, espero que en fiestas y verano la cosa se anime», apunta. «Más o menos tenemos los servicios cubiertos, porque faltaba solo la tienda», apunta el alcalde, aunque sí aprovecha para pedir mejor cobertura, «porque nos hemos quedado fuera de la fibra, han hecho una isla». Los vecinos nos comentan que tienen incluso cronista: José Antonio Alonso, que ha escrito varios volúmenes sobre Serón.    

ermita de leyenda PAISAJE PRIMAVERAL

Los vecinos nos muestran el pabellón de usos múltiples, para que los jóvenes hagan deporte y hacer encuentros populares. Y, al lado, las piscinas municipales, que abrieron ya en  1990 y que en verano son punto de encuentro. El castillo precisa una intervención urgente para asegurarlo, la humedad está afectando ya a la cimentación;pero hay un problema con la propiedad y el ayuntamiento no puede hacerse cargo porque tiene necesidades más urgentes. Manuel nos muestra la impresionante vista desde allí, con Aragón al fondo y «a 16 kilómetros en línea recta». En unos días el verde inundará aún más los alrededores ofreciendo una estampa primavera junto a los tres ríos.

La última parada es en la ermita de la Virgen de la Vega, a la que se llega por un camino de 2,5 kilómetros. Allí son las principales celebraciones religiosas (como la del Domingo de Lázaro) y las bodas (se instala una carpa en las inmediaciones para el convite). Poco espacio nos queda ya para describir este singular enclave, por lo que recomendamos visitarlo para comprobar el mimo con el que lo cuidan los vecinos (hay salones, agua, calefacción, placas solares...) para que luzca en su esplendor.Curiosa es también su leyenda: se tiró un cántaro y fue pera Serón en vez de para Torlengua. Hasta aquí la visita a un pueblo «muy vivo», que tira más hacia las Vicarías que al Campo de Gómara.