Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Recogimiento, viacrucis y banderas tricolores

14/04/2022

El tiempo es caprichoso. El calendario nos ha unido este año la Semana Santa, el Día de la República y los reflujos de la investidura de Mañueco. Capuchones  y banderas tricolores han coincidido por las calles sorianas después de dos años de suspensión temporal. La libertad, ese principio tan poco valorado en los últimos años, se atisba en días como el pasado 14 de abril en el que cada cual elige cómo disfrutar de una jornada con tantas connotaciones históricas y religiosas. Unos se vistieron con sus túnicas y capuchones. Otros se apostaron en las calles de los trayectos procesionales. En otra plaza se juntaron los que optaron por rememorar la proclamación de la Segunda República hace 91 años. Hay más opciones, tantas como personas: los que se quedaron en casa, los que se fueron a la playa, los que se fueron al pueblo, los que se reunieron con los amigos, con la familia. Los que no tenían nada que celebrar. Los que tuvieron que trabajar. Los que ni fu ni fa.
Días muy agradecidos, porque dan pie a reflexionar sobre muchas cuestiones. Por ejemplo, si alguna vez se proclamará en España la Tercera República. Si la bandera española recuperará el color que perdió. Si volverá a representar a un país, en vez de a una corriente ideológica que se le ha apropiado sin pedir permiso. Si los de la otra corriente ideológica reclamarán alguna vez esa bandera arrebatada de manera tácita.  Preguntas retóricas que se desvanecen según las escribo, porque estamos en plena digestión de la constitución del nuevo gobierno de Castilla y León con un partido que tiene el récord de pronunciar la palabra patria. Se han apoderado de la bandera y de la palabra patria. En estos días, apostillados tradicionalmente como días de recogimiento, habría que reflexionar sobre la necesidad de que haya recogimiento todos los días del año. Recogimiento necesario para no pasar de puntillas por la vida. Yo que no soy espectadora de las representaciones teatrales, como define mi compañero José Ignacio Fernández Herrero, las procesiones; este año lo he sido, por circunstancias que no vienen al caso, durante unos minutos. El tiempo justo para comprobar con regocijo que no va a haber un antes y un después de la pandemia. La ciudadanía se sigue arremolinando en las calles de Soria para ver desfilar los pasos y las cofradías con la misma frialdad  y el mismo frío que había antes de 2020. Nos falta la prueba de fuego, las Fiestas de San Juan. Hasta la falta de jurados a dos semanas del Catapán, evidencian que volvemos a ser los mismos. Durante muchos años, el viacrucis del alcalde fue encontrar jurados para las fiestas. No hemos cambiado tanto. Afortunadamente. Aunque el Covid nos iba a hacer mejores personas, más experimentadas, más empáticas, más solidarias; lo cierto es que, para bien o para mal, no nos ha enseñado ni cambiado mucho ni a nivel individual ni a nivel colectivo.