Ángel Martín lleva su 'cocina prohibida' a Madrid

Carla Martín
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Puesta de largo de 'La cocina prohibida en la Soria judeoconversa' en el Centro Sefarad-Israel de Madrid

Ángel Martín lleva su ‘cocina prohibida’ a Madrid

Ángel Martín es entrenador personal, pero la Historia ha sido siempre su pasión. La reconoce como su "profesión frustrada" y un hobby que durante el confinamiento le llevó a escribir su primer libro. 'La cocina prohibida en la Soria judeoconversa' fue su tabla de salvación cuando la pandemia le obligó a cerrar el gimnasio que regenta en Almazán.

Todo comenzó tras una llamada de un amigo que le habló de una noticia publicada en un periódico de Murcia acerca de una judía de Almazán que había hecho un pan que estaba triunfando en Estados Unidos. La curiosidad y la pasión por la historia y la cocina de su tierra le llevó a investigar y a escribir un libro "sin querer" junto a su suegra. 

"Era un juego", explica el autor minutos antes de su primera presentación en el Centro Sefarad-Israel de Madrid. "Yo investigaba las actas de la Inquisición, de las que extraía los ingredientes básicos de algunos platos y los relacionaba con ciertos personajes condenados por herejía y ella los cocinaba". No fue tarea fácil porque en las actas no aparecía el proceso de elaboración, solo los ingredientes, algunos muy diferentes porque "en aquella época todavía no habían llegado muchos productos de América y queríamos tener un rigor, sobretodo con las especias". Así que Ángel y Palmira fueron probando hasta dar con los platos. Alguno les costó hasta 4 ó 5 intentos.

Ángel Martín lleva su ‘cocina prohibida’ a MadridÁngel Martín lleva su ‘cocina prohibida’ a Madrid

De esas primeras recetas salió una publicación que el autor envió a la Diputación de Soria y al cocinero de la Red de Juderías, que "vieron que podía tener mucho más recorrido y nos animaron a hacer un libro más desarrollado que pudiera atraer gente a nuestra tierra". Y es que Almazán llegó a acoger una de las 10 aljamas más importantes de Castilla. "Había judíos muy poderosos que se dedicaban a cobrar las rentas o sanar a los condes", explica su autor, que dedica el trabajo "a todas  las mujeres judeoconversas que, resguardadas en sus cocinas, intentaron siempre mantener las tradiciones, conservando ritos como la Pascua, camufladas entre la tradición cristiana, que les impedía hacer ciertas cosas".

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Palmira Pardillo, la cocinera, empezó la aventura con un pan ácido, que "dio buenos resultados" y continuó con tortillas de acelgas, gallinas, perdices o migas. Procurando hacerlo lo más ajustado a la realidad posible, tuvo que adaptar algunos platos porque "en aquella época cocinaban con muchas especias y ahora no podríamos comerlos". Además de complicada, la cocina judeoconversa era muy elaborada, "empleaban muchas horas", pero el empeño y el "juego" entre yerno y suegra consiguió recuperar algunos de aquellos platos perdidos hasta tal punto que 'El rincón del nazareno', un restaurante de Almazán, ha elaborado un menú basado en el libro. Además, una pastelería del mismo municipio, la más antigua de todo el país, ya comercializa dos dulces judeoconversos y una carnicería algún embutido de la época. "Ver que la sociedad se implica en recuperar las tradiciones me llena de orgullo", concluyó el autor antes de presentar 'La cocina prohibida de la Soria judeoconversa', entre otros, ante el diputado de Cultura de la provincia soriana, Enrique Rubio, el alcalde de Almazán, Jesús Cedazo, que "han apoyado mucho el libro", el presidente y la vicepresidenta de la Casa de Soria en Madrid y la consejera de Cultura de la Embajada de Israel en España "con la que esperamos tener un primer contacto para seguir ampliando la relación cultural entre ambos países".