Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


¿No estaremos equivocados?

11/09/2021

Hace pocos días, Interior continuó con los traslados de etarras –ya son casi 70-  a cárceles vascas a punto de ser gestionadas por el PNV. Los colectivos de víctimas, entre ellos la mayoritaria Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), se quejan de esta política de traslados, relacionando estas actuaciones con los pactos para aprobar los presupuestos. Aseguran que desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa, en 2018, se ha beneficiado a 202 etarras con 109 delitos de sangre, pero el entorno abertzale mantiene la consigna de «los queremos en casa», sin excepciones y sin necesidad de que colaboren en la resolución de los 378 asesinatos de los que sigue sin saberse el autor.
Otro motivo de queja de la AVT y del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) se refiere a los homenajes con que se recibe a los etarras que salen de la  cárcel. Con el lema ‘Ongi Etorri’ –Bienvenido- son vitoreados como héroes por parte de sus vecinos, lo que significa la exaltación del asesino, de sus fines y sus métodos. Duele pensar la sensación que se tendrá al cruzarse en la calle con los que mataron –quizás a alguno de los tuyos- y se chulean por ello. EH Bildu incluso pide proporcionar casa y trabajo a los terroristas al salir de la cárcel y Podemos la amnistía total para todos. Estos actos (y las pancartas y pintadas de apoyo a ETA en muchos pueblos) están organizados ante la condescendencia del gobierno y la suave crítica del PNV. La AVT y Covite llevan tiempo pidiendo su ilegalización, sin éxito, por considerarlos enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas.
Las agresiones, como las de Alsasua, las manifestaciones de algunos sacerdotes, como el de Lemona («no era terrorismo, sino una respuesta a la represión»), el sabotaje de placas dedicadas a las víctimas, el folleto titulado ‘Euskal Herria-Euskal preso politikoak’ para entregar a turistas y periodistas extranjeros que informa, desde su particular óptica, del conflicto en Euskadi, el que EH Bildu ostente la presidencia, en Guipúzcoa, de la Comisión de Derechos Humanos y Cultura Democrática –con el voto del PP- o la creación de la unidad didáctica ‘Herenegun!’ (Anteayer) para enseñar a los estudiantes vascos la historia de la Comunidad Autónoma según el relato del nacionalismo radical («fue una revolución juvenil»), no ayudan a fomentar la paz.
Muchas veces he oído que ETA ha sido derrotada, lo que me parece una afirmación en exceso optimista, porque sigue habiendo miedo, una de las armas de los terroristas. ETA no será derrotada mientras haya que seguir ocultando la identidad de profesiones como guardia civil, policía o militar, mientras no puedas llevar una camiseta de la selección nacional o un jersey con la bandera de España sin problemas. O piensas como ellos o tienes problemas. La prudencia de callar para no buscarse dificultades funcionaba antes y funciona ahora. ETA no consiguió todos sus objetivos, pero ha sido muy importante para lograr los actuales privilegios vascos. Arzalluz lo explicó: «ETA mueve el árbol y nosotros cogemos las nueces». 
Ya no se mata en el País Vasco (Otegui ha dicho que «ya no hace falta la violencia»), ahora se falsea la historia contando que «no fue terrorismo, fue una respuesta a la represión», todos iguales, víctimas y verdugos, para que se les absuelva de sus responsabilidades políticas, éticas y morales. Una completa mentira. Los terroristas eligieron serlo; las víctimas, no.