Políticamente incorrecta

Charo Barrios
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Carla Márquez, autora de 'Con razón de fulana', asegura que de literatura ha aprendido a «ser políticamente incorrecta»

Políticamente incorrecta

Hace algún tiempo, en este país hubo un premio literario de narrativa llamado La sonrisa vertical de narrativa, convocado y publicado por Tusquets Editores y cuyo jurado estuvo siempre presidido por el director de cine y erotómano declarado Luis García Berlanga. El galardón debutó en 1979, cuando aún resonaban en nuestros oídos las notas y los mensajes de aquel Libertad sin ira que, en una de sus estrofas, aseguraba: «Pero yo solo he visto gente, muy obediente, hasta en la cama»; los impulsores del certamen debían pensar otra cosa…

A lo largo de los años, fueron distinguidos escritores de la talla de Almudena Grandes, Ana Rossetti, José Carlos Somoza o Luis Antonio, aunque en varias ediciones fue declarado desierto. La convocatoria se mantuvo hasta 2004, cuando fue suspendido por la mala calidad de las obras presentadas y porque el erotismo se había instalado en otros predios literarios menos acotados.  

«Recuerdo perfectamente las publicaciones de La sonrisa vertical, mi madre las coleccionaba siendo yo adolescente», asegura Carla Márquez Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1984), que acaba de presentar Con razón de fulana (Avant), una sucesión de textos poéticos puramente eróticos y feministas, porque de sus versos brota un grito de libertad. 

Trabajadora social y madre de una niña, la canaria admite que la poesía erótica le aleja del duro contexto del día a día en su vida  con personas sin hogar. Más que escapar de la realidad, la canaliza a través de sus poemas, escribir le permite reinventar su realidad a través de trampantojos literarios. En cuanto a la referencia a su maternidad, duda: ¿haríamos la misma pregunta a hombres que son padres y escriben literatura erótica? Su intuición y experiencia le dicen que no. Para ella, es un orgullo dejar este legado a su hija y a las futuras generaciones.

Su anterior trabajo, Corazón de fulana, fue definido como «un cántico a la libertad, íntimo, delicado y salvaje»; ella se limita a reconocer que le ha sorprendido gratamente la acogida, sobre todo, por parte de tantas mujeres que se han reconocido en sus versos y han sentido la necesidad de compartir experiencias similares. 

Ahora vuelve con Con razón de fulana, título que nace en una décima que le compuso el artista canario Víctor Lemes. Es y no es una continuación: en el primer libro, reconciliaba la ternura con la lujuria; en el segundo, hay más razones de peso para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres, así como la libertad a través de una sexualidad libre de prejuicios. 

Entre una y otra, hay un proceso madurativo tanto a nivel literario como erótico. Y, en una y otra, el poso de lecturas que han marcado la literatura universal, textos de autores como el Marqués de Sade, Henry Miller, Nabokov, y autoras como Anaïs Nin, la ya mencionada Almudena Grandes o Virginie Despentes, unidos todos por una voluntad transgresora. «De ellos, he aprendido a ser políticamente incorrecta», reconoce Márquez, que les agradece las enseñanzas: con ellos, ha descubierto «el placer de leer aquello tan perverso que jamás me atrevería a verbalizar», líneas que derriban los convencionalismos y los tabúes establecidos.

Nobleza

Dada la nobleza de esa estirpe, a Carla no deja de sorprenderle que el revival de la literatura erótica haya llegado de la mano de obras como Cincuenta sombras de Grey. Para opinar con conocimiento de causa, se compró el primer libro que no pudo terminar, las escenas de sexo la aburrieron y la relación dominante que tiene el hombre no solo en la cama, sino en otras esferas de la relación presentándose como un celópata, controlador y posesivo, no tiene nada que ver con su perspectiva, ella aboga por una literatura erótica en la que la mujer sea plena dueña de su vida personal, profesional y sexual.  

De hecho, a diferencia de lo que buscan las autoras de esas «novelas rosas con sexo explícito» (Almudena Grandes dixit) destinadas a las mujeres, Carla busca un público es totalmente heterogéneo. «Más que satisfacer fantasías, pretendo abrir mentes e incomodar al lector a través de la provocación», afirma, y se alegra de que haya cada vez más hombres valientes y seguros de sí mismos, ejemplos de las nuevas masculinidades, que no solo no se sienten amenazados al lado de mujeres que hablan abiertamente del placer y de la sexualidad, sino que lo aplauden y comparten.