El mejor aliado contra los topillos

P. Velasco
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Casi quince años después de la peor plaga de estos roedores que ha sufrido el campo, cernícalos, lechuzas y otras aves rapaces se han convertido en la mejor forma de lucha para que no se vuelva a repetir

Pollos volantones de lechuza de entre 40 y 60 di?as de edad en su caja nido de Osorno (Palencia).

Han pasado casi quince años desde que la peor plaga de topillos asolara el campo de Castilla y León, produciendo daños en muchas explotaciones agrícolas. Entonces, en 2007, se optó por luchar contra los roedores con rodenticidas anticoagulantes y quemas de vegetación natural, dos prácticas prohibidas hoy en día. Pero Grefa, el grupo de rehabilitación de la fauna autóctona y su hábitat, apostó en 2009 por el control biológico del topillo campesino con la recuperación de aves rapaces depredadoras de roedores. Las cifras hablan por sí solas del éxito del proyecto: de las 40 cajas nido iniciales que se colocaron en un pueblo vallisoletano se ha pasado a las 2.200 distribuidas por toda la Comunidad. Unas 'casas' donde el año pasado se contabilizaron 762 parejas de cernícalo vulgar, 199 de lechuza común y 32 de mochuelo europeo.

Y el proyecto sigue desarrollándose en seis comunidades autónomas, principalmente en Castilla y León, donde este año se instalarán otras 200 cajas nido en el sur de la provincia de León. «Uno de los objetivos con los que nació este programa, generar alternativas a las prácticas que se venían realizando para terminar con los topillos campesinos, ya se cumplió en 2019 cuando se prohibió el uso tanto de rodenticidas como de las quemas controladas», destaca Carlos Cuéllar, coordinador del proyecto.

Además, también se ha realizado un gran trabajo de recuperación de especies que se consideraban «amenazadas» como la lechuza o el mochuelo, que gracias al anillamiento se ha podido ratificar que se están fijando en el territorio. Cuéllar detalla que otra de las ventajas de los trabajos de seguimiento que se realizan a las aves gracias al dispositivo GPS es que permite conocer zonas donde puede haber un repunte de topillos y adoptar alguna medida de prevención.

En la Comunidad, 1.800 cajas nido son objeto de seguimiento anual por parte de los técnicos de Greda, ya que estos animales tienen una mayor presencia en las áreas agrícolas de la Meseta Norte y el Valle del Ebro. El cernícalo vulgar, la lechuza común y el mochuelo europeo son las rapaces a las que va destinada la gran mayoría de estas cajas nido instaladas por la ONG en Castilla y León. Unos animales que desde mediados del siglo XX han ido perdiendo sus lugares de nidificación por la simplificación e intensificación agrícolas. Se estima que cada familia de estas especies asentadas en una caja nido puede consumir entre 700 y 900 topillos durante el periodo reproductor que va de abril a julio.

Los datos obtenidos durante la temporada reproductora de 2022 son prueba del éxito, ya que se contabilizaron 762 parejas y 1.788 pollos de cernícalo vulgar, 199 parejas y 498 pollos de lechuza común y 32 parejas y 81 pollos de mochuelo europeo. «Estos resultados son alentadores porque suponen un beneficio directo para el agricultor, además de contribuir a la salud pública ya que las rapaces a las que favorecemos depredan sobre roedores potencialmente dispersores de enfermedades infecciosas», explica el secretario general de Grefa, Fernando Garcés.

«No podemos conocer si se volverá a repetir una plaga bíblica como la de 2007 porque depende se muchos factores», asegura Cuéllar, aunque sí cree que las medidas de concienciación ambiental pueden minimizar su repercusión.