Agroenergética: 10 años captando talento en renovables

A.P.L.
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Los impulsores recuerdan que fue «un cambio de rumbo decisivo» para poder mantener alumnos en la Escuela de Agrarias, una de las más punteras de la UVa en investigación

Agroenergética: 10 años captando talento en renovables - Foto: E.G.M

La primera titulación de Ingeniería Agroenergética (especialización de ingenieros técnicos agrícolas) en España yEuropa se implantó hace diez años en la Escuela de Ingenierías Agrarias del campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid (UVa).En este tiempo han pasado por allí más de 200 alumnos y se ha consolidado como un grado «innovador y de futuro» de referencia internacional. José Ángel Miguel, director de la Escuela de Agrarias cuando se implantó, recuerda que se valoró «la posibilidad real de especialización en el campo de la obtención y la utilización de las energías renovables, la gran fortaleza de Soria y con centros como el Ceder y el Cieda, sin dejar de lado la ingeniería agrícola, el medio rural y el desarrollo sostenible». Este nuevo rumbo llevó a un aumento de la demanda de alumnos. 

Para José Miguel Olano, el actual director, antes no se era tan consciente de la necesidad de las energías renovables, algo que se está demostrando estos años -sobre todo con la guerra de Ucrania- y que exige un cambio de modelo. «La producción de energía tiene que ser sostenible, respetuosa con el medio ambiente y no dependiente de fuentes de energía contaminantes y que no son nuestras, por lo que varían los precios y la disposición», incide José Ángel Miguel. Olano se refiere al «gran despliegue» de las renovables en estos momentos, por lo que tener formación en ese campo y en medio ambiente «permite buscar soluciones más sostenibles desde el punto de vista ambiental». 

 La escuela, que ha crecido y se ha adaptado en estos años y que es «dinámica» y con «mucho músculo», cuenta actualmente con unos 20 profesores y unas 25 personas contratadas en proyectos competitivos, predoctorales, posdoctorales... «Los investigadores redundan en la docencia» y hay además gente que viene a hacer estancias desde México, Kenia, Alemania, Rusia... «Se traduce en gente que viene a vivir a Soria y se crea actividad económica, el campus es donde más personas trabajan y redunda en el desarrollo de la provincia», subrayan Olano y Miguel satisfechos del «salto» que ha dado la escuela en los últimos años.

En el centro se estudia en muy diversos campos (teledetección, satélites...) y se trabaja en otros muchos aspectos, como la Oficina de Innovación contra la Despoblación de la Diputación de Soria (dentro del Plan Soria). «Somos una de las escuelas más punteras en investigación de la UVa» y en campos «muy ligados al desarrollo» y que son «claves» en la provincia», como el cambio climático, la transición energética y el reto demográfico.«La universidad no es solo un lugar donde la gente se forma, sino también donde surgen soluciones para dinamizar el territorio», subraya Olano. Además, el objetivo de la escuela es mantener en Soria el talento, captar «gente brillante». 

Sobre el problema de la falta de alumnos en las ingenierías y carreras STEM, sobre todo de alumnas, insisten en las inmejorables perspectivas profesionales y animan a optar por ellas porque «marcarán el siglo XXI». «Si las mujeres no están representadas en estas carreras, mucho talento se va a perder», alerta Olano. En la escuela hay dos perfiles en el alumnado: los que tienen ya relación con la empresa agraria, que además aportan la práctica y son en torno a un 30%; y los que se interesan por el sector  y las renovables y que son de entornos más urbanos. Los expertos reflexionan sobre el futuro del sector agrario y el necesario cambio de mentalidad, haciendo referencia a ejemplos como Nufri y Florette, ya que «en poca superficie se puede generar un producto de gran valor», pero también a empresas de transformación como Copiso e Icpor y a territorios como La Rioja y Navarra, donde se genera empleo para fijar población. 

un centro dinámico. Luis Hernández Calleja, otro de los profesores e investigadores, reitera la satisfacción por la trayectoria de la escuela que demuestra el potencial de la aplicación de las renovables al mundo agrario y ganadero y a nivel internacional, ya que realizan importantes colaboraciones con Alemania y países de América Latina, entre otros.«Esta mezcla hace unos años parecía un poco extraña pero ahora se comprueba que es una tendencia actual», avanza. La investigación con alumnos que elaboran sus tesis implica, además, una «constante actualización», además de que es un sector en continua innovación.

Por su parte, la profesora Beatriz Águeda comenzó también hace diez años en la escuela y recuerda ese «boom» inicial que coincidió con el auge de las energías verdes, pero en este caso en relación con el sector agrícola. «El interés que sigue vigente en la actualidad», asegura incidiendo en la alta tasa de empleabilidad en este grado (empresas de energía solar y biomasa, también tecnológicas, consultoría y maquinaria agrícola...). Sí le gustaría que más mujeres apostaran por este tipo de estudios, como Sara Pascual, una alumna «muy brillante» que ha presentado su tesis recientemente. La incorporación de la mujer es «un proceso lento» y «un problema endémico» de todas las carreras STEM que precisa una solución.

El soriano Héctor Felipe Mateo, el mexicano Mario Carbonó (de la UNAM) y el keniata Víctor Ngungu (de la Universidad de Pretoria) están inmersos en el doctorado. Conforman un grupo que profundiza en técnicas para analizar el estado de las células solares a partir de imágenes para detectar fallos y aplicadas a la producción de energía, desde grandes fábricas hasta el nivel doméstico. Héctor, quien inició el proyecto con el profesor Hernández Calleja y quien ya ha publicado algunos resultados en revistas especializadas, destaca el carácter innovador y actual de estos estudios. Mario avanza el uso de técnicas de Inteligencia Artificial (AI) para esta detección en lo que es una investigación «multicultural» en la que participan varias universidades y que «fortalece» este tipo de estudios y a la propia comunidad científica. 

En una visita a la escuela, seguimos conociendo a más alumnos. Alberto Redondo, también de Soria y del mismo grupo investigador, cursó el máster de la escuela y ahora en el doctorado profundiza en imágenes de electroluminiscencia en energía fotovoltaica. El joven, que aún no sabe si después continuará en la universidad o trabajará en la empresa privada en España o en otro país, hace un balance muy positivo de la carrera y, sobre todo, de la vertiente de renovables, por lo que anima a optar por ella y no tener miedo a determinadas asignaturas, como las matemáticas. «Como ingeniero tienes muchas oportunidades laborales, también en Soria, más con una titulación orientada al mundo rural y que abarca la agricultura, la ganadería y las energías renovables», añade.

Andrea Borque Alcubilla y María Castro Sánchez, de segundo curso y también de Soria, son el claro ejemplo de chicas que han apostado por las carreras STEM. Ambas están interesadas en las renovable y su potencial. María comenta que su familia se dedica a la agricultura cerealista y que quiere incorporarse al sector con formación universitaria, mientras el mundo de la trufa ha despertado la curiosidad de Andrea. La estudiante soriana Alba Tierno es la única alumna de cuarto curso (en tercero no hay ninguna) y se interesó porque siempre le había gustado la agricultura, como a su padre, y sobre todo por las renovables, lo que le terminó de convencer. En un futuro quiere dedicarse al sector primario, concretamente a los frutales, como es el caso de la plantación de La Rasa, pero con las renovables presentes «porque es algo muy compatible».