Virginia de Miguel, con la mira fija

S. Recio
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La tiradora de Almazán ha conseguido en dos años estar con las mejores del país

Virginia de Miguel, con la mira fija - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Martí

No son muchas las personas que se hayan enfrentado a un oro olímpico. Virginia de Miguel puede presumir de ello. La adnamantina finalizaba quinta en el último Campeonato de España de Tiro Olímpico, pero caía en las semifinales ante Fátima Gálvez, campeona en Tokio 2022. «Hay que procurar no mirarla porque si te fijas te hundes, no falla ni un plato», asegura la tiradora con mucho sentido del humor. 

En esa cita en Granada terminaba con 109 platos de 125 en total, su mejor marca personal y rozando la mínima para estar en campeonatos internacionales. «Hice un gran torneo, pero de lo que más orgullosa me siento es de estar compitiendo en tan poco tiempo con algunas de las mejores», afirma de Miguel. 

Porque hay que aclarar que a sus 35 años, tan solo lleva dos dedicándose al tiro olímpico. «Estoy mejorando muy rápido, sobre todo ahora que voy más a Madrid a entrenar», reconoce.

Con el techo todavía muy lejos por tocar, este año se centrará en más pruebas nacionales con las que mejorar su rendimiento en competición. «No tiene nada que ver con tirar en el día a día», advierte. Ahí está su mejora y trabajada cada día para conseguirlo.

Profesionalización. La afición de Virginia de Miguel por el tiro le viene de familia. «Mis tíos y mis primos son cazadores, aunque es cierto que mi padre no es aficionado», afirma la de Almazán. A pesar de ello se sacaba la licencia de armas. «Había aquí un campo de tiro y comencé a probar», recuerda. «Me aficioné muy rápido a este deporte porque lo veía algo muy complicado», comenta. A ella le gustan los retos.

Los inicios fueron difíciles. «Al principio rompía siete o nueve platos, pero según vas mejorando es muy satisfactorio», cuenta. El paso del tiempo le llevaba a buscar nuevos retos y a los pocos meses se probaba en Madrid. «Allí conozco a Paco Gormaz», ahora su entrenador. «En ese momento todo cambia, con alguien enseñándome evolucioné una barbaridad», reconoce.

Entre sus mejoras estaba la posición. «Tuve que corregir la postura», narra la tiradora. Pero lo más importante estaba en saber cuáles eran sus fallos. «Antes no rompía un plato y no sabía la razón, ahora controlo todo y eso se nota en los resultados», aclara la adnamantina.

A pesar de tener compaginar los entrenamientos con su negocio de restauración en Almazán, va lanzada. «Quiero tomarme todavía más en serio el tiro olímpico para ver hasta dónde puedo llegar», avisa. El objetivo es conseguir 115 platos para después aspirar a torneos internacionales. No queda lejos.

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