Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Coches

25/07/2019

Mucha preocupación: el debate fulanista de la política española se llega al nivel de los pelos en las axilas mientras el deterioro de lo sustancial no se detiene. Algunos párrafos de la nota de prensa que Anfac publicó con los datos de ventas de coches a de junio martillean nuestra conciencia: «peor mes de junio en tres años», «décimo mes consecutivo de caídas en el canal de particulares», «los vehículos industriales caen un 35 por ciento». Pero a nadie parece importarle. Una industria que emplea a más de 5.000 personas directamente en Castilla y León y que produjo medio millón de unidades el pasado año.
Y, no, no es una crisis de coyuntura. Es disruptiva. Incumbe a una industria con más de 160 años que está mutando a toda pastilla. No de un modo definitivo, pero, por lo mismo, a tiempo estamos de revertir en positivo ese cambio. Estamos en los albores del ‘peak car’, la negación de la propiedad en beneficio del uso. Vehículos eléctricos, vehículos autónomos, nuevas motricidades. Y todo ello en un producto altamente intervenido por los gobiernos, que los emplean como vehículo fiscal y como herramienta recaudatoria.
Los paréntesis políticos se concatenan en España y los populismos se enseñorean de la Unión Europea. Mientras, el amigo americano instrumenta amenazas arancelarias contra nuestros coches y los chinos maduran nociones de venganza contra unos occidentales que los acosan.
Y mientras, nuevas alianzas gigantescas de empresas en el sector, sustanciadas o no, posicionamientos más rápidos allí donde las economías fluyen más ligeras. Más cortapisas para la subvención. ¿Y nosotros qué? Pues llamaremos a Santa Bárbara cuando truene, volveremos a las viejas recetas y quien sabe si a los mismos problemas. Esperemos que más pronto que tarde alguien tome alguna medida con rigor. (P.D.: Ayer se informó de que Nissan planea 10.000 despidos en todo el mundo durante los próximos años).