La hostelería soriana no aplica la inflación en los banquetes

A.I.P.
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Los restaurantes mantienen los presupuestos de bodas y otros eventos cerrados hace meses, aunque algunos ya introducen una cláusula de revisión del IPC de cara a futuras contrataciones

La hostelería soriana no aplica la inflación - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Nuevo bache para la hostelería. Tras el golpe de la pandemia, con el cierre y las restricciones de la actividad, ahora los establecimientos que ofrecen banquetes para celebraciones arrancan la temporada con la inflación por encima del 10%, pero con presupuestos cerrados hace meses, incluso más de un año. Por lo tanto, estos negocios se ven obligados a asumir el aumento de los precios y cumplir los contratos firmados, sin repercutir los costes a mayores en sus clientes, lo que supone una sustancial reducción en el margen de beneficio, por mucho que intenten negociar con sus proveedores. 

«Los presupuestos no se tocan. Todos los negocios estamos absorbiendo la inflación, pero lo podemos hacer de forma temporal, no se puede prolongar en el tiempo. No solo es en los banquetes o el catering, tampoco puedes subir un 10% en general los precios de la hostelería, porque el cliente no puede pagarlo», advierte Carlos de Pablo, del restaurante Casa Vallecas ubicado en Berlanga de Duero.

Este establecimiento, como la mayoría que se dedican a eventos, tiene «todos los sábados» reservados para lo que queda de año, la mayoría de un año para otro. Por eso, en los presupuestos que se están formalizando de cara a 2023, los precios son los de este año, pero con la cláusula de revisión del IPC del momento de la celebración. «No nos podemos llevar un susto como el de este año», puntualiza De Pablo.

El hostelero berlangués recuerda que el sector lleva encima «un palo muy fuerte» desde que estalló la pandemia y el revés de la inflación «está siendo muy duro». En este sentido, el propietario de Casa Vallecas pone el acento en que no es tanto el incremento del precio de los alimentos y bebidas con los que confeccionan sus menús, si no el coste de la electricidad y combustibles, que está «disparado». «El precio del pescado, por ejemplo, es fluctuante de una semana a otra. Pero lo que más impacto está suponiendo son los gastos en energía [...] Esperamos salir de esta, la hostelería siempre sale... al final del túnel hay luz», confía.

sin margen. «Tenemos que asumir la subida de precios, no queda otra. Los contratos están firmados con 16-18 meses de antelación, alguno viene de 2020, y el margen de maniobra es nulo [...] Tenemos que negociar con nuestros proveedores para ajustar al máximo, porque no podemos repercutirlo al cliente», sostiene Alberto Benito, de Convento Espacio Grumer de Almazán.

De cara a los presupuestos que están diseñando para las celebraciones de 2023, contemplan la inflación actual y «se modificarán» a la baja si los precios experimentan una caída en el próximo ejercicio. «Lo que no podemos es cerrar para 2024 y ya se están pidiendo», abunda.

Benito explica que no solo es que la alimentación y la bebida se hayan encarecido, llevan meses soportando unas facturas energéticas «muy elevadas», los sueldos de los empleados «también se han subido»... El aumento en los costes está arruinando una temporada que, ya sin limitaciones por el covid, se auguraba halagüeña. «Se está trabajando muy bien, con normalidad en los eventos, tenemos el calendario completo... pero los beneficios se verán mermados. Vamos a trabajar como nunca y no ganaremos, después de año y medio casi parados», argumenta.

También está despegando, puntualiza Alberto Benito, el catering para galas y congresos. En este caso, sí se está aplicando una revisión al alza de precios, ya que son contratos que se están realizando de cara a otoño. «Algunos clientes se lo piensan, claro. Todo el mundo entiende la situación, pero cuando ven los presupuestos y las subidas, pues hay reacciones de todo. Lo que no podemos es trabajar a pérdidas», significa el hostelero.

Además, las ayudas al sector se terminaron hace tiempo y todo el personal «ha salido ya» del ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), lo que en su momento les permitió «aguantar» el tirón del cierre de bares y restaurantes.

sujetos al ipc en 2023. Alba Ledesma, gerente de la Finca San Marcos de Soria, un negocio especializado en la celebración de bodas, bautizos y comuniones, fiestas privadas y eventos corporativos explica, igualmente, que este año asumirán el incremento de los costes. «No podemos hacer más», destaca. Sin embargo, de cara al próximo año en los contratos figura la aclaración de que  precios y presupuestos «están sujetos al IPC» del momento de la celebración. «Para este año está todo cerrado. Y aunque hace poco, por ejemplo, hemos hecho un contrato para junio, no se cambian los precios. Tampoco nos llama nadie para preguntar si vamos a modificar lo acordado», resume.

La finca no dispone de cocina, sino que sirve sus banquetes a través de una empresa de catering, cuyas tarifas tampoco se han incremento este año por la inflación al alza.

sin cambios. En el Parador Antonio Machado los banquetes son «más pequeños», de menos comensales que en otros establecimientos que prestan este servicio, si bien tampoco modificarán las tarifas de los contratos que ya están suscritos. «Los precios ya estaban estipulados y los proveedores, en general, los mantienen [...] Sí se han subido un poco la carta de comedor y los menús, lo que se suele incrementar al principio del año, pero nada más», cuenta el jefe de recepción, Pablo Calvo.

fuente de ingresos. Para Las Albardillas del Real, en Garray, las bodas son su principal «fuente de ingresos» y algunas reservas para este año se remontan a 2020, suspendidas por la covid. «Evidentemente, los menús están predeterminados y cumplimos los contratos al 100% [...] El beneficio va a ser ínfimo. Pero no se pueden cambiar los precios porque los clientes no tienen la culpa», aduce Rodolfo de Marco, gerente de la empresa.

La pandemia les obligó a adaptarse las circunstancias. «Antes dábamos 20-25 bodas al año y otros 15 eventos. En 2020 no hubo nada. Así que ahora ya no solo es espacio de celebraciones, también es restaurante, por lo que podemos hacer, por ejemplo, un comunión para diez o veinte personas», apostilla.

En este caso, en los presupuestos que están elaborando para 2023 no incluyen la puntualización de aumentar lo pactado en función del IPC del momento. «En una boda de 200 personas, un 3% más, por ejemplo, es mucho dinero. El cliente se lo piensa y puede ser contraproducente», considera el hostelero.