¿Y quieren que venga gente a los pueblos?

EDS
-

Cabrejas del Pinar es uno de los siete pueblos que ya no cuenta con oficina de Unicaja. Los establecimientos comerciales acopian cambios y se adaptan a la banca online

¿Y quieren que venga gente a los pueblos? - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Pasear por un pueblo soriano en una desapacible mañana de marzo es garantía de apenas encontrar interlocutores en el trayecto. Sin embargo, en Cabrejas del Pinar, a 35 kilómetros de la capital soriana, hay vida. Hay luz en las aulas del colegio, que resiste con holgura con una veintena de alumnos. En un cuarto de hora entran a la tienda de Blanca dos clientas y un proveedor. También hay movimiento en la carnicería de Juan Luis y Lourdes. En la farmacia, Ana casi no tiene tiempo de encender las luces al abrir el establecimiento porque tiene que dispensar las primeras recetas del día. Y en el bar de la Plaza, el que regenta César desde los años ochenta, a mediodía, cuando el local se pone en marcha, entran los primeros clientes, algunos que aprovechan para tomar el café matutino una vez que han salido a comprar el pan que a diario lleva Julia desde la Panadería De Miguel de San Leonardo de Yagüe.

La primera parada de El Día de Soria es el Ayuntamiento, donde espera el alcalde Fidel Soria, preocupado por la inquietud que ha generado en el pueblo el cierre de la  oficina de Unicaja. «La inmensa mayoría tenía su dinero en lo que fue Caja Duero. Hace años abría a diario, de 12.00 a 15.00 horas. Ya últimamente, solo los martes, de 9.00 a 14.00. Y de sopetón te dicen que cierra. A mucha gente mayor la han dejado colgada», lamenta.

Esta misma semana, el regidor ha mantenido una reunión con responsables de Caja Rural de Soria para ver qué posibilidades existen de instalar un cajero automático en el pueblo, un recurso del que carecen, y también si existe la opción de ampliar el horario de atención al público de la unidad móvil de la entidad que se desplaza cada miércoles a la localidad pinariega, donde atiende de 10.00 a 11.30 horas. «En principio, van a estudiarlo. O ampliar el horario o ir un par de días en semana. Tampoco descartan poner un cajero, pero no va a ser de hoy para mañana», aclara.

El martes 15 de marzo fue el último día que Unicaja abrió. Al día siguiente, cuando llegó a la plaza del Ayuntamiento la unidad móvil de Caja Rural un sustancial número de vecinos se congregó en este punto para recabar información sobre el cambio de sus cuentas y ahorros de una a otra entidad. «Estoy convencido de que mucha gente va a pasar el dinero de un sitio a otro», abunda el alcalde.

En el 'Preco' de Cabrejas del Pinar, la tienda que regenta Blanca desde hace 32 años, hace la compra Juana, una de las vecinas clienta de Unicaja. «Ahora nos dicen que tenemos que ir a Soria o a San Leonardo. Mi marido ya es mayor, tiene 78 años, cuando no conduzca, ¿qué hacemos? Es una faena. Lo que vamos a hacer es coger todo y llevarlo a la Rural. ¿Y quieren que venga gente a los pueblos? ¿Quién va a venir?», exhorta mientras paga en metálico. Y es que, aunque la pandemia ha impulsado el uso de la tarjeta, los más mayores siguen manejándose con el efectivo en su día a día.

Entra Lucía, una joven de 20 años, que compagina trabajo en Cabrejas del Pinar y en Soria capital y confiesa que es usuaria de la banca online. No le afecta personalmente el cierre de la sucursal, pero comparte el malestar que impregna al pueblo. «Mis abuelos vienen en verano y les venía muy bien la oficina», aduce.

tejido económico. Cabrejas del Pinar cuenta con dos establecimientos, la tienda de Blanca y la carnicería-frutería-pescadería de Juan Luis y Lourdes, además de la farmacia de Ana y el bar de César. Además, en el polígono La Mata operan media docena de empresas que emplean «a más de 50 trabajadores», según el alcalde, y próximamente se instalará una firma belga de construcción de casas prefabricadas de madera, que ocupará una superficie de 8.000 metros cuadrados en esta área industrial. Próximamente abrirá el bar-restaurante de las piscinas, que prestará servicio todo el año, no solo en verano. Con lo cual, actividad económica es fluida en este municipio de 346 empadronados, de los que más de 200 son residentes habituales.

Blanca, la tendera, vivió 14 años en Madrid y hace más de tres décadas apostó por volver a su pueblo y convertir lo que había sido el bar de sus padres en un comercio en el que vende de todo, incluido tabaco. A la fuerza ahorcan, como dice el refrán, así que hace tiempo que recurre a la banca online para abordar la contabilidad de su negocio, y conduce, por lo que no tiene problema si tiene que desplazarse a Soria o San Leonardo de Yagüe a una entidad bancaria. «¿A qué quieren que venga la gente a los pueblos?», coincide en la reflexión de Juana. Buena parte de su clientela acudía de forma semanal a la oficina de Unicaja o va a la unidad móvil de Caja Rural de Soria «para ir sacando lo que necesitan para sus gastos diarios». Ella misma, como el resto de comerciantes, necesita dinero en metálico para la tienda.

Es el caso de Juan Luis y Lourdes, propietarios de la carnicería, también se puede adquirir fruta y verdura, y los viernes, pescado fresco, procedente de Burgos. «Tenemos que tener cambios y efectivo, porque la gente mayor no usa el Bizum o la tarjeta», afirma Juan Luis. De hecho, el último día que abrió Unicaja, situada a unos pocos metros de este negocio, hicieron algo más de acopio de lo normal  para disponer de monedas durante más tiempo en este comercio.

«Usamos la banca online, no queda otra. Además, Hacienda cada vez nos exige más, así que lo hago todo por el móvil. Hay veces que internet no va bien. Decían que iban a meter la fibra óptica, a ver cuándo. Tenemos que contar con cambios y  va a ser más problemático. Nos arreglamos entre los comerciantes, hay buen rollo entre nosotros», cuenta Juan Luis.

En dos años César se jubila y cierra el Bar La Plaza, que no tiene intención de alquiler. Lamenta el cierre de Unicaja: «Nos están dejando sin un servicio y pagamos impuestos como todo el mundo. Lo último que hice el otro día fue pedir cambios para una temporada, para tener, al menos, para las máquinas de tabaco y refrescos. Así nos están dejando a los pueblos». No duda en que el próximo miércoles acudirá a la unidad móvil de Caja Rural y se hará cliente.

Igualmente, Ana, la farmacéutica del pueblo desde hace 23 años, cree que, aunque a ella el cierre de la sucursal no le afecta porque reside en Soria, acabará repercutiendo en su negocio. «Si tienen que ir a otro sitio al banco, pues igual aprovechan también para lo que tengan que comprar en la farmacia», asume.