Alberto Palacios Lázaro

Alberto Palacios Lázaro


A tiro de piedra

25/03/2023

Sara -le llamaremos Sara- vino camino Soria hace unos años y se quedó. Aunque  madrileña de nacimiento, no le costó nada el cambio. Desde que tiene uso de razón, ha pasado todas la vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano en casa de sus abuelos en Soria. Nadie le ha tenido que recomendar una chocolatería para los días de frío, ni pasear por el alto de la Dehesa para respirar la primavera. Ya se lo sabe. De pequeña, cuando venía a Soria de visita, siempre esperaba impaciente a que su abuelo, al recibirla, comenzara a enumerar planes después de decir su frase de siempre: «Aquí, todo está a tiro de piedra». Era verdad. No usaban el coche nada más que para ir a Valonsadero, ese inmenso privilegio que tenemos «a tiro de piedra». Sara vivió en Madrid hasta después de estudiar el máster, pero llegó un momento en el que necesitó salir de allí. Buscaba dejar atrás una etapa 'complicada', le urgía la calma de la pequeña ciudad. Así, volvió a Soria en busca del remedio. Pronto encontró trabajo. Tardó menos aún en dar con los amigos adecuados, ya que retomó aquellas amistades que tejió durante tantos veranos. Al menos, las pocas que siguen en Soria. 
Sara es feliz en su trabajo, es feliz con sus amigos y es feliz aquí. Su plan favorito, ahora que lo tiene «a tiro de piedra», es el de escaparse los miércoles al cine. Siempre se le dibuja una sonrisa cuando recuerda que puede salir de casa un cuarto de hora antes de que empiece la película, recoger a un par de amigos y, aun así, llegar a tiempo a la sesión. Todo cambió, precisamente, un miércoles de pantalla grande y palomitas. Cinéfila, Sara siempre pone su móvil en 'modo avión'. Nada ni nadie puede molestarle durante las dos horas que dura la película. Según cuentan sus amigas, aquel día ocurrió algo. Sara activó su teléfono al salir de la sala y su cara cambió de golpe. Se mostró muy nerviosa. Palideció preocupada. Algo iba realmente mal. Esto fue hace un mes y todavía no ha vuelto a ser la misma. Los días que duerme, que son la excepción, se levanta agotada. Vive llena de miedo y angustia. La ansiedad la ha hecho rehén. Lo más duro llegó durante la primera semana de marzo. Desde casa escuchó tambores, silbatos y cánticos. Aquello sonaba a una suerte de carnaval tardío. Miró el calendario y ese jolgorio acabó sentenciando el funeral que ella estaba atravesando. ¿Qué ocurrió? Al salir del cine, Sara tenía seis llamadas perdidas de su abogado. Éste le había dejado un mensaje demoledor. Hacía unas semanas, el malnacido que abusó de ella en Madrid después de una noche de fiesta había recurrido su caso apoyándose en la 'ley del solo sí es sí'. Ahora, su pena ha sido reducida y ha vuelto a la calle. Sara, consumida por los nervios, no deja de pensar que aquel salvaje, uno de tantos, vuelve a estar «a tiro de piedra» mucho antes de lo previsto.