Luis Miguel Baila es criador de halcones en cautividad en un centro ubicado en Ólvega, a los pies del Moncayo. En concreto, ejemplares híbridos de especies gerifalte, peregrino y sacre que exporta a países del Golfo Pérsico donde la cetrería sigue siendo una práctica de caza muy arraigada, declarada en 2010 patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Una actividad singular de la que apenas existen explotaciones en Castilla y León que podría tener los días contados si la Junta no autoriza a Luis Miguel una alimentación alternativa a la que le impone, a base de carne de matadero o congelada. Según Baila, porque aplica una normativa desfasada de los años ochenta.
Esto le ha provocado que haya perdido una treintena de pollos, debido a las bacterias, con unas pérdidas que rondan los 100.000 euros.
Denuncia un agravio comparativo con León, porque en esta provincia los centros de cría como el suyo sí tienen otras alternativas de alimentación. Él pide a la Junta que le deje construir una granja para criar codornices con las que dar de comer a sus halcones inmediatamente después de ser sacrificadas, evitando así cualquier afección causada por bacterias.
Desde la delegación territorial de la Junta de Castilla y León en Soria han rehusado hacer declaraciones, al no considerarlo adecuado por tratarse del expediente de un particular que sigue su curso.