La primavera es época de esquileo. Un oficio con mucha demanda, a pesar de que la lana casi se regala. Pero es esencial desde el punto de vista sanitario y del bienestar animal para el ganado ovino. La mano de obra nacional escasea por falta de relevo.
En Monasterio, junto a Quintana Redonda, ya sólo queda una explotación ganadera. Está ubicada en el paraje de la Dehesa Lorices. Allí trabaja estos días Mariano Giorno García y su cuadrilla. Es argentino pero de origen soriano, y de su familia de Tierras Altas le viene precisamente este oficio, muy demandado en momentos puntuales del año. "Es un trabajo artesano, muy duro, al principio cuesta aprender a pasar la tijera, las posturas...", reconoce.
De cada oveja pueden llegar a cortar hasta 2 kilos de lana. Su labor es fundamental para el bienestar de estos animales: "Vamos cinco esquilando y un atador", explica. Cobran 1,40 euros por animal. Contando más de 600 cabezas, al ganadero las cuentas no le salen. "De mil a 1.100 euros, más aparte los gastos de las comidas", relata Julián Mallo García, el último pastor de Monasterio, por lo que la factura puede ascender a 1.800 euros. "El año pasado me dieron 5 euros por 1.400 kilos de lana", recuerda.
Esquilar un rebaño de ovejas, una ruina para los ganaderosUna auténtica ruina, que se suma a otras razones por las que muchos han dejado este sector: "Los corderos de carne no sacamos el coste de engordarlos, y el pasto, la primavera viene muy escasa por el exceso de calor y la poca lluvia y les tenemos que dar más comida y cuesta el doble que el año pasado".
Pero su amor por un oficio en el que lleva 60 años le hace seguir adelante con su rebaño.