Hace ya años, cuando mis hijos eran pequeños, llegamos a un hotel para disfrutar de unas vacaciones en las que hicieron amigos en las instalaciones. Uno de ellos tenía un balón con el que jugaban colectivamente todos los niños. Les explicó a mis cachorros que la titularidad de ese balón iba cambiando y que era para el disfrute de todos. En algún momento de algún pasado más o menos remoto, su propietario legítimo decidió comenzar esa cadena de cesión. Cuando el dueño temporal de la pelota terminaba sus vacaciones, la cedía a uno de los que aún no había concluido su estancia. Así, siempre tenía un dueño y servía de nexo para que los niños disfrutaran juntos. Mi hijo fue el elegido para custodiar el balón hasta que nos marchamos y cumpliendo el rito se lo entregó a otro chaval del que no recuerdo su nombre. A mi vástago le pareció que era un afortunado por poder formar parte de esa cadena infantil como propietario del famoso balón. Afortunado por asumir esa responsabilidad de garantizar que no se extraviara, que no se rompiera y siguiera sirviendo en el futuro a otros muchos niños para divertirse en el recinto hotelero. Muchas veces me he preguntado qué sería de la pelota. Si se siguió cumpliendo la norma no escrita hasta que el balón se rompiera. O si algún niño decidió poner fin a la temporalidad y convertirse en el dueño definitivo de aquel juguete que se alzó como el tesoro anhelado de los menores del hotel.

La anécdota del balón me ha venido a la memoria al hilo de la incertidumbre que se cierne sobre el Diálogo Social. Como esa pelota, se ha ido custodiando durante más de veinte años para que toda la ciudadanía se beneficiara. Un Diálogo Social que se concibió, al igual que el balón del hotel, como un nexo y como un beneficio. Nexo entre los castellanos y leoneses, la Junta y los agentes sociales. Beneficio para la población gracias a la voluntad durante dos décadas por parte de la Administración, de sindicatos y patronal para que la vida en esta comunidad fuera mejor con el plan de empleo, las ayudas al alquiler, a los desempleados, a los trabajadores y empresas en Erte, la ley de dependencia o los programas de conciliación familiar como los comedores escolares, Madrugadores, Tardes en el cole, etc.

Este balón metafórico que es el Diálogo Social ahora está custodiado por Alfonso Fernández Mañueco. Custodia temporal hasta que llegue su sucesor. Como Presidente del Consejo del Diálogo Social de la Junta de Castilla y León debería asumir esa responsabilidad de cuidarlo y mimarlo frente a los que anhelan la cesión de esa custodia, aunque no les corresponde, con la intención de truncarlo. Lo intentan con estudiados bulos y expresiones superfluas que solo demuestran que los socios de Mañueco consideran que los castellanos y leoneses no son meritorios de este instrumento que, como el balón del hotel, tanto bien social ha hecho a esta comunidad.