«No conozco a ninguna mujer que se prostituya porque quiere»

N.Z.
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El colectivo Adoratrices visita todas las semanas los clubes y pisos donde se ejerce la prostitución. El año pasado contactaron con 300 mujeres en la provincia. la policía tiene localizados una veintena de pisos en Soria

«No conozco a ninguna mujer que se prostituya porque quiere»

El Congreso de los Diputados ha dado el primer paso para poner fin a la esclavitud sexual en España tras admitirse a trámite la Ley para la abolición de la prostitución. La propuesta socialista para castigar el proxenetismo y multar a los 'puteros' tendrá una oportunidad en el Parlamento, pero el camino no promete ser fácil... La reforma ha abierto grietas en el Gobierno, y también en la calle. Porque aunque Naciones Unidas ya define «la trata de mujeres y la prostitución forzada» como una forma de «violencia contra la mujer», sobre lo que se apoya su abolición; todavía hay también quien aboga por una regulación defendiendo la libertad sexual de quienes la ejercen. Y, en esta dicotomía, surge la pregunta, ¿abolir o regular? 

En  medio del debate queda la realidad de 45.000 mujeres que, según el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (en un estudio de 2012), sufrían trata con fines de explotación sexual; una cifra que algunos sociólogos elevan a 100.000-120.000 mujeres incluyendo todas las situaciones de prostitución. 

Y ellas... ¿qué opinan? Escuchar su voz resulta necesario pero, en una realidad tan clandestina, tan vulnerable, tan oscura, sus discursos no llegan. O, al menos, no los de la mayoría. Por miedo. Por vergüenza. Porque no les dejan. Porque no quieren. Porque no pueden... Por eso, desde El Día de Soria hemos querido conocer su realidad a través de quienes están cerca de ellas, de quienes les escuchan y tratan de tenderles puentes. Patricia Fermín Palacios es trabajadora social del proyecto Adoratrices, un programa dirigido a la atención integral a mujeres que están en contextos de prostitución y víctimas de trata, sobre todo con fines de explotación sexual. 

A nivel nacional, Adoratrices desarrolla 17 proyectos. En Castilla y León está en Soria, Burgos y Segovia. A Soria llegaron en 2016, cuando la Junta pidió su colaboración para, al amparo del programa 'Atrapadas', atender estos contextos. Desde entonces, no han dejado de pisar el territorio para escuchar, acompañar, atender y tratar de ayudar a quienes ejercer la prostitución en la provincia. 

Nueve personas integran Adoratrices Burgos (sede desde donde se atiende Soria):una abogada, una psicopedagoga, tres trabajadoras sociales y tres educadoras, que se complementan con un gabinete psicológico. El programa se desarrolla en varias fases. La primera es de «acercamiento al medio». Todas las semanas las profesionales del programa se desplazan hasta Soria y visitan locales y pisos donde se ejerce la prostitución, y contactan con las mujeres que lo desean. Se presentan (aunque muchas ya las conocen porque Adoratrices lleva trabajando en Burgos desde 1999 y «el boca a boca» hace que sean viejas conocidas/amigas entre el colectivo), y les informan de los servicios, de las alternativas, de los recursos... y les escuchan. Además, hacen talleres de prevención sanitaria (y se les facilita material preventivo), y les ofrecen consejos de salud pública. 

«la punta del iceberg». Ese pisar el terreno les permite conocer la realidad de la prostitución en Soria. Y los datos dejan en evidencia la magnitud del problema: «El año pasado establecimos contacto con cerca de 300 mujeres. Para una provincia como Soria es un movimiento muy grande. Hay una alta demanda», concluye. Como dato comparativo, apunta, «entre las tres provincias donde trabajamos en Castilla y León tuvimos contacto con 900 mujeres». 

La capital aglutina el grueso del 'negocio', aunque hay también un club en la provincia [en Matalebreras], repasa. En la ciudad conviven los clubs (hay uno abierto y otro que ejerce como bar nocturno donde se facilitan las citas) con los pisos, que cada vez son más numerosos. Es un «tendencia» al alza que se disparó en pandemia para sortear las restricciones y, ahora, se impone, junto con el sexo por videollamada, por la red.... 

Ese desplazamiento de la prostitución a los pisos dificulta aún más acceder a las mujeres y agrava los problemas de soledad, de aislamiento... Además, admite la portavoz de Adoratrices, impide conocer con exactitud el alcance de la situación ya que es «imposible» saber el número real de lugares donde se ejerce la prostitución. De hecho, avisa, «lo que se conoce es solo la punta del iceberg». Porque hay «muchísimo» piso clandestino, privado, que no se publicita en internet... y donde el proyecto liderado por esta comunidad religiosa, obviamente, no llega. 

Es complicado hablar de perfiles pero, reconoce, hay patrones que se repiten en cada visita: «Mujer de origen inmigrante, sobre todo de América Latina». En muchas ocasiones, en situación irregular en España. En muchas ocasiones, con familias que dependen de ella. En muchas ocasiones, que llegó en busca del mal llamado 'sueño español' y se topó con «otra realidad muy diferente». En muchas ocasiones, engañadas, extorsionadas, explotadas sexualmente, vejadas... 

Hay también españolas, matiza, y «desde la pandemia su porcentaje ha aumentado», apunta. En estos casos también el patrón se repite: «Son mujeres muy deterioradas que vienen de problemas estructurales, de vidas muy complejas, de entornos de violencia, de contextos muy deprimidos, con obligaciones, con consumos, con una desestructuración previa...». Porque, en la inmensa mayoría de los casos, prostitución y vulnerabilidad van de la mano. «Yo no conozco esa prostitución de lujo de la que hablan algunos», reconoce Patricia Fermín. 

También hay sorianas. No obstante, explica, «ejercen fuera de Soria». «Por protegerse». A ellas y a sus familias. Porque el estigma de ejercer la prostitución deja una larga y dura estela difícil de borrar. 

se puede salir. Establecido el contacto, y «siempre que ellas quieren» porque la prioridad es «siempre respetar sus tiempos y decisiones», se ofrece una «atención individualizada» en el Centro de Atención Social que Adoratrices tiene en Soria, un local habilitado hace algo más de un año donde, además del apoyo social, de brindarles toda la información y asesoramiento que pueden necesitar,  también se ofrece apoyo sanitario (pruebas de VIH) y, sobre todo, se les escucha. «Les ofrecemos un espacio libre y neutro donde puedan expresarse sin sentirse juzgadas, y donde se sientan acompañadas», explica. «Para ellas es una liberación poder ser ellas mismas y expresarse. Ser libres».

¿Y qué les preocupa? ¿Qué os cuentan? «Sus preocupaciones son como las de todo el mundo. Su familia, su hipoteca... Eso es siempre igual, otra cosa es el acceso a las posibilidades», añade, poniendo así el acento sobre el problema que atraviesa a estas mujeres. Y es ahí donde, sin entrar en detalles políticos, nos adentramos en la nueva ley que está sobre la mesa: «Hay que atender a la realidad que vamos a dar a estas mujeres, hay que darles alternativas, posibilidades reales». 

¿Y hay oportunidades? «Hay pocas», admite. Y hay «aún menos» cuando las mujeres no están en situación regular en España, añade. Porque sin papeles no pueden acceder en muchas ocasiones ni a formación para avanzar en su empoderamiento. «Cuando están en situación regular pueden estudiar, trabajar... pero, sin papeles, o trabajan en cuidados, en economía sumergida, o es complicado.  Y muchas están en situación irregular», reconoce. 

«La mayoría tienen que seguir», sentencia tras escuchar a cientos de testimonios. «Porque son la cabeza de familia y en su familia de origen las necesitan». Porque están 'obligadas' a ejercer para conseguir este dinero «rápido (aunque también volátil porquesegún entra, sale), que no fácil». Porque, si están en situación irregular, no tienen muchas alternativas laborales. Porque están en situaciones de extrema vulnerabilidad. Porque son mujeres dependientes de un consumo que las 'ata' a estos contextos. Porque han 'heredado' situaciones de desestructuración y violencia que les persiguen. Porque están solas. Porque cargan un estigma. Por su mochila pesa mucho... 

«si pudieran, todas saldrían». No es sencillo pero tender puentes para que puedan salir de ese círculo de violencia machista es el objetivo. Porque «yo no conozco a ninguna mujer que se prostituya porque quiera». «A nadie le gusta que compren tu cuerpo para aprovecharse de él», justifica la trabajadora social. «Creo que, si tuvieran alternativas, todas querían salir», insiste. Y en ello trabajan precisamente desde Adoratrices, en ofrecerles oportunidades, en abrirles puertas. Para ello, analizan con cada mujer su situación personal, sus necesidades, las posibilidades que existen y, desde el proyecto, se da incluso la posibilidad de optar a recursos residenciales, alternativas habitacionales, donde puedan comenzar «el camino» que, recalca Patricia Fermín, «marcan ellas». 

Algunas lo consiguen y «hay casos de éxito». No obstante, admite también, «no siempre se puede». Porque no siempre hay alternativas que se ajusten a sus necesidades, porque no siempre es el momento. «Lo más importante es respetar sus tiempos y sus propias decisiones», subraya. 

Dar alternativas es la clave. Pero, también, quedan 'deberes' como sociedad. «Debemos concienciarnos sobre el uso, abuso y consumo de la mujer, y sobre el abuso de la vulnerabilidad ajena». «Y necesitamos jóvenes que su ejemplo no sea la pornografía, que respeten a sus parejas, que no vean a la mujer como mercancía, que sean conscientes que se están aprovechando de ellas y de sus circunstancias...», invita. Porque el futuro, a veces, asusta. Por eso propone hacer un ejercicio de reflexión:«Pregúntense,  ¿a mí me gustaría estar ahí?».