José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Arde Castilla

25/06/2022

Tengo que dejar de ver los informativos si quiero que mi corazón aguante al menos otros 10 años. Cada día me indigno más con el relato de la actualidad  y de lo que no lo es tanto. A las estúpidas, por obvias, recomendaciones para sobrevivir a la ola de calor ha sucedido una pavorosa serie de incendios, el peor de los cuales ha recalado en la despoblada comarca zamorana del Aliste.  La diligencia de los reporteros nos ha permitido contemplar a grupos de enojadísimos vecinos abucheando al presidente de la Junta, Fernández Mañueco, por lo que consideran ineficaz actuación de los bomberos, la UME y todo bicho viviente que combata el fuego. Vaya por delante que, haya o no sido diligente la actuación de los profesionales el 'canelo' que tenemos por presidente debería haberse abstenido de acudir a los lugares siniestrados. Allí, ni él ni su camarilla que, previo anuncio a la prensa para que acuda a hacerles fotos, pintan absolutamente nada. Si acaso su presencia sólo sirve para estorbar. Sepan que la presencia de una autoridad relevante en los lugares siniestrados, apareja la de un contingente de seguridad, una horda de periodistas y por supuesto una pléyade de políticos locales que no se van a perder la ocasión de salir en la foto con el amado líder que, en un momento dado, tiene que tomar decisiones sobre quien sigue y quien se va del cargo que sea.
Aprovecho para decir que también existen 'especímenes periodísticos' que no dudan en criticar ácidamente a los políticos que no se desplazan al lugar de los hechos, como si ello supusiera un desapego de la población afectada. Sorprende que nadie se dé cuenta de que, desde un centro de coordinación, se trabaja con más eficacia sin entretener a los jefes operativos, en el lugar de los hechos, para aparentar preocupado interés ante las cámaras.
Vuelvo a los indignados e iracundos vecinos, a los que su indumentaria delata como 'veraneantes' en su mayoría y que, empadronados en alguna gran ciudad, aprovechan que tienen pueblo para pasar allí unos días. No les pregunten si tributan en esta comunidad o si saben algo de prevención de incendios, barbacoas aparte. Suelen ser los mismos que exigen que el pueblo esté aseado y con un nuevo frontón para sus visitas esporádicas. Los pocos residentes que pasan allí todo el año son los que se acuerdan de los trabajos que se hacían para limpiar el monte y la retirada de la leña, tan útil para alimentar la chimenea. Los hay incluso que saben cómo funciona el asunto en Soria y lamentan que, en su tierra, no se imiten los sistemas de vigilancia, los cortafuegos o las pistas que permiten atajar los conatos. Y paisanos implicados, por supuesto.