El hambre, la otra pandemia

P. N. Mariño (EFE)
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Alrededor de 60 millones de sudamericanos padecieron problemas de malnutrición en 2020, una cifra no vista desde hacía dos décadas

El hambre, la otra pandemia - Foto: SEBASTIAN CASTANEDA

En América Latina, el hambre se ha convertido en una «pandemia» paralela a la de la COVID-19, al alcanzar en 2020 a casi 60 millones de personas en la región, un 30 por ciento más que el año anterior y la mayor cifra de los últimos 20 años, alertó recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Más de 59,7 millones de personas padecieron hambre el año pasado, un 9,1 por ciento de la población total del territorio, según indicó el organismo en su último informe anual , lo que se traduce en 13,8 millones más que en 2019.

Este panorama convierte a Latinoamérica en la región que más empeoró del mundo en términos de inseguridad alimentaria en 2020 e implica seis años consecutivos de incremento de hambre.

«Debemos decirlo fuerte y claro: América Latina y el Caribe enfrenta una situación crítica en términos de su seguridad alimentaria. Ha habido un aumento de casi el 70 por ciento en el hambre entre 2014 y 2020», señala Julio Berdegué, representante regional de la FAO.

Haití, Venezuela y Nicaragua son los países con mayor prevalencia de hambre con un 46,8, 27,4 y 19,3 por ciento respectivamente, seguidos por Guatemala (16,8 por ciento) y Honduras (13,5 por ciento).

El resto de países registraron una prevalencia inferior al 10 por ciento y menor al 2,5 por ciento en el caso de Brasil, Cuba y Uruguay, agrega la institución.

Las cifras son del informe Panorama regional de seguridad alimentaria y nutricional 2021, una publicación conjunta de la FAO con otras entidades como la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) o el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). También participaron el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Según el reporte, este panorama «podría explicarse en parte por los efectos de la COVID-19», que ha dejado, hasta el momento, más de 46,5 millones de contagios totales y 1,5 millones de fallecidos, además de una contracción del 6,8 por ciento del PIB en 2020, la mayor cifra en 120 años.

Con récord de muertes, extensas cuarentenas o escasez de equipamiento y atención médica, América Latina, la región más desigual del mundo, fue una de las más afectadas en términos sanitarios y económicos por el coronavirus, que elevó la pobreza al 33,7 por ciento.

Y es que, durante el año pasado, 267 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria, es decir, 60 millones de individuos más que en 2019 «no tuvieron acceso físico o económico a comida en cantidad o calidad suficiente para su salud y desarrollo».

«La pandemia ha agravado la situación», reconoce Rossana Polastri, directora regional del FIDA, que matiza que, no obstante, el hambre «lleva en aumento desde 2014». «Debemos corregir las vulnerabilidades profundas de nuestros sistemas alimentarios y hacerlos más inclusivos y sostenibles para que brinden bienestar a nuestras sociedades», agrega esta experta.

El documento elaborado también señala que el fenómeno de la inseguridad alimentaria afectó más a mujeres (41,8 por ciento), frente al 32,2 por ciento de los hombres, y que el territorio «está perdiendo la batalla contra la obesidad», que ha experimentado aumentos «significativos» y ya afecta a uno de cada cuatro adultos (106 millones de personas).

Retraso del crecimiento

Entre los más pequeños, el sobrepeso también ha ido en aumento desde hace 20 años, y en 2020, 3,9 millones de niños -el 7,5 por ciento de los menores de cinco años- padeció esta condición, casi dos puntos porcentuales por encima del promedio mundial.

«Con los servicios interrumpidos por el coronavirus y los medios de vida devastados, las familias tienen más dificultades para poner alimentos saludables en la mesa, lo que deja a muchos niños con hambre y a otros con sobrepeso», denuncia al respecto Jean Gough, director regional de Unicef.

En tanto, el retraso del crecimiento en la población infantil mostró mejoría, con una caída de la prevalencia del 18 al 11,3 por ciento en dos décadas y la desnutrición aguda en menores de edad fue del 1,3 por ciento, significativamente más baja que el promedio mundial del 6,7 por ciento.