Trece víctimas de explotación sexual liberadas en Valladolid

SPC
-

Las mujeres vivían hacinadas en un cuarto de calderas

Policías durante la intervención que permitió la liberación de las mujeres explotadas sexualmente. - Foto: Ical

La Policía Nacional ha logrado liberar en Valladolid a trece jóvenes paraguayas, de entre 23 y 27 años, que eran obligadas a prostituirse en un antiguo hostal en condiciones infrahumanas. En la operación ha sido detenidas cinco personas, tres mujeres y dos hombres, de los que cuatro se encuentran en prisión acusados, entre otros delitos, de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, favorecimiento de la inmigración clandestina, blanqueo de capitales, organización criminal y tráfico de drogas.

Las víctimas, captadas en Paraguay entre las mujeres más jóvenes y vulnerables de familias de los propios proxenetas, eran obligadas a estar disponibles las 24 horas y dormían hacinadas en literas en el cuarto de calderas. Además, estaban vigiladas a través de una red de cámaras y micrófonos, no podían realizar ninguna actividad, e incluso tenían prohibido cocinar.

El jefe de Brigada de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales, el comisario José Nieto Barroso, aseguró que la liberación de mujeres es la punta del iceberg de la esclavitud sexual, un problema que la sociedad «no quiere ver». En este sentido, indicó que aunque los hombres que consumen sexo de pago creen que las mujeres que se prostituyen lo hacen de forma voluntaria, la realidad es que «detrás de los anuncios en internet, los pisos de citas y las luces de neón lo que existen son auténticas mafias y esclavitud sexual».

La operación se puso en marcha en septiembre del pasado año, cuando agentes de la Unidad  de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF), tras detectar anuncios de prostitución en internet, contactaron con una de las víctimas, cuyo testimonio les permitió detectar la existencia de una organización criminal.

Los investigadores comprobaron que disponían de una red de captadores en Paraguay, Valladolid y Madrid, que se encargaba de localizar en su país a mujeres en extrema pobreza y necesidad para que viajaran a España a ejercer la prostitución.

Las víctimas desconocían las condiciones tan miserables en las que les obligarían a prostituirse, así como el hecho de que tendrían que entregar a sus tratantes al menos la mitad del dinero obtenido por los servicios sexuales, incluso en su totalidad hasta que saldaran la deuda.