Autocuidados vecinales 'Marca Deza'

A.I.P.
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La enfermera Yolanda Lapeña impulsa un proyecto basado en la creación de una red comunitaria «empoderada» con formación para gestionar los cuidados cotidianos en el medio rural

Autocuidados vecinales 'Marca Deza' - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Yolanda Lapeña Moñux es, desde hace siete años, enfermera del Centro de Salud de Gómara. Una de tantas sanitarias que pasan buena parte de su jornada laboral en carretera, de un pueblo a otro: Almazul, Mazaterón, Miñana, Deza, La Alameda, Cihuela... Pueblos agrícolas del Campo de Gómara acuciados por la pérdida de población y el envejecimiento. Entre todos, no llegan a 350 empadronados. Recientemente, esta enfermera soriana recibió el Premio de Investigación de la Gerencia de Asistencia Sanitaria de Soria por su proyecto 'Desarrollo de una red de apoyo para el fomento del autocuidado-autogestión en una zona rural de la provincia de Soria'. La traducción de este largo título es: 'Autocuidados vecinales. Marca Deza'. Así se lee en la chapa que Yolanda Lapeña luce en su bata blanca cuando recibe a El Día de Soria en el consultorio de la localidad.

«Red empoderada». Es la expresión clave de este proyecto «estratégico» que desarrolla Lapeña en colaboración con la enfermera Carmen Ferrer Arnedo, jefa del Servicio de Información y Atención al Paciente del Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela de Madrid, profesora universitaria, experta en humanización y empoderamiento de pacientes y la primera enfermera en España que ocupó la gerencia de un hospital en España. «Es importante crear alianzas con otros profesionales que no tienen que ser los que están cerca de tu lugar de trabajo», refiere.

Yolanda Lapeña es una sanitaria 'retornada'. Estudió la carrera en Soria, aprobó unas oposiciones en Castilla La Mancha, donde trabajó en Atención Primaria. Continuó su formación con un máster y un doctorado en la Universidad de Alicante. Fue profesora investigadora universitaria en Castellón. Y la maternidad la trajo hace siete años de vuelta a Soria, al centro de salud de Gómara. «Ahora he hecho otro máster en gestión y liderazgo de cuidados enfermeros. Y quería hacer algo que sirviera a la comunidad, porque creo que es el objetivo final de la investigación, hay que mejorar la sociedad en la que vives», argumenta.

Aunque el 9 de julio tendrá lugar la presentación oficial de este proyecto, en el mismo consultorio de Deza, donde aguardan dos pacientes, Benjamín y Carmen, la enfermera Lapeña describe los mimbres de esta iniciativa, que comenzó a gestarse el verano pasado y ya cuenta con una docena de integrantes que son los pilares de esa red de autocuidados y autogestión. «Hay una transición epidemiológica importante. Por un lado, la longevidad de la población y, por otro, esto conlleva a la cronicidad. En el medio rural hay que añadir la despoblación y que hay menos recursos sanitarios. Hay que plantear otras formas de atención, porque ha habido un cambio social y es que la familia tradicional, tal y como se conocía, no existe. La gente que está en los pueblos cada vez es más mayor y hay momentos en los que son más vulnerables, dejan de ser autónomos e independientes. Para que permanezcan en sus casas, en sus pueblos, con sus vecinos... hay que trabajar de otra manera», reflexiona la sanitaria.

El debate sobre la asistencia sanitaria rural está sobre la mesa desde hace tiempo, tanto en la agenda política como en la social. Aunque, en opinión de la enfermera de Deza, las buenas intenciones «se quedan sobre el papel», a los pueblos llegan pocos medios y en territorios como en Castilla y León se ha priorizado la dotación de médicos frente a la de enfermeras. «Cuando vine de La Mancha, allí la Unidad Básica de Salud estaba siempre compuesta por un médico y una enfermera. En Castilla y León siempre ha habido el doble de personal médico que de enfermería, cuando la responsable de los pacientes pluripatológicos con necesidades cambiantes es la enfermera», significa Lapeña.

IMPLICACIÓN SOCIALFORMACIÓN Y LIDERAZGO

Las vecinas de Deza -son mujeres las que, finalmente, han dado el paso de integrar la red- representan los cimientos del proyecto. La enfermera comunitaria es la que presta el apoyo formativo, de liderazgo y gestión de los cuidados y necesidades que exponen los pacientes. «Los miembros de la red empoderan al resto de vecinos», subraya la sanitaria, al tiempo que pone de relieve que aquellos que ahora se prestan a ayudar con el paso del tiempo pueden resultar beneficiarios.

«La idea nos rondaba desde el verano pasado. Estuve tanteando a los pacientes para desarrollar un estudio de necesidades, desde un abordaje cualitativo. Hice grupos de discusión para concretar las prioridades, con el objetivo de hacer partícipe a la gente. Al principio, casi todos querían contribuir. También hice entrevistas individuales a los informantes clave. Con todo ello saqué conclusiones», cuenta. El objetivo del estudio piloto era reclutar a cinco o seis personas, pero ya son «doce o catorce». Aclara Yolanda Lapeña que la red está basada en el voluntariado, la solidaridad y la empatía entre los vecinos. No es una obligación, no tienen que estar siempre. «Es algo cotidiano, lo que antes hacía la familia. El programa formativo tiene una parte teórica, basada en fundamentos científicos, y una práctica, que es la que se desarrolla en los domicilios, en la calle...», abunda.

puesta en marchaHÁBITOS FRENTE A LA SOLEDAD

Los talleres prácticos arrancaron en el mes de enero. Entre otras cuestiones abordadas desde entonces, la enfermera hace hincapié en la información que las participantes en la red han recibido sobre la gestión de los fármacos. Hay enfermos que toman una veintena de pastillas diarias, algo difícil de controlar, sobre todo para los mayores. «Les he enseñado que no se tienen que fijar en el nombre comercial, sino en los genéricos, para que distingan los medicamentos por  los principios activos. Cuando haga falta ese apoyo, cualquier miembro de la red puede explicárselo al vecino que lo necesite», puntualiza.

Los hábitos y la alimentación saludables, el valor de la memoria, la movilidad, tener ocupaciones para el tiempo libre... son fundamentales para alcanzar ese envejecimiento activo, para mantener a raya la salud física y psíquica. Y la soledad fue la primera manifestación que expresaron los vecinos cuando se constituyeron los grupos de discusión. «Cuando les preguntas por necesidades no te hablan del control de la tensión arterial... lo que primero a lo que se refieren es a la soledad, al aburrimiento, incluso algunos hablan de falta de cariño o compañía. Todo esto repercute en la salud. He hecho investigación sobre el enfermo pluripatológico y muchas conclusiones están dirigidas al envejecimiento saludable. Está demostrado que la gente enfermaría menos. Además, para conseguir la sostenibilidad del sistema sanitario tiene que empezar a cambiarse todo esto de verdad», aduce la sanitaria.

en femenino'TRADICIÓN' DE CUIDADORAS

Los estereotipos se evidencian en la puesta en marcha de la red vecinal. Aunque hubo varones que, en un primer momento, se interesaron por formar parte del grupo, luego no participaron, a pesar de que son «los que más acompañamiento demandan». Pero parece ser que los cuidados siguen recayendo en las mujeres, «más en los pueblos». Conseguir que mejoren las relaciones interpersonales también juega a favor de una buena salud. Aunque en una localidad como Deza, con poco más de un centenar de residentes habituales, todo el mundo se conoce, a partir de la creación de la red vecinal se ha conseguido «sacar lo mejor de cada uno» y fortalecer los lazos entre ellos. «Están contentísimas, son mujeres a partir de sesenta y tantos años hasta 86 que tiene la más mayor. Por ejemplo, hay  una responsable de rutas para caminar lunes, miércoles y viernes, para fomentar el contacto y el paseo conjunto. Van cambiando de rutas y están encantadas. También fomentamos las relaciones a través del juego porque mejora la memoria. En los pueblos hay pocas actividades y la memoria se atrofia si no se ejercita, no es porque al llegar a cierta edad se demencien [...] Tenemos muchas cosas en mente, poco a poco las vamos desarrollando», significa la autora de este proyecto de investigación.

saniDAD RURALIMPULSO AL I+D+i

La enfermera Yolanda Lapeña acude dos días a la semana al consultorio, aunque desde que comenzó con la iniciativa 'Marca Deza' va con más frecuencia ya que, admite, que a la red le dedica «muchísimo tiempo». Forma parte del equipo del centro de salud de Gómara y atiende al vecindario de otras cinco localidades de la zona. «No tiene sentido estar permanentemente en la carretera. Sin I+D+i estamos muertos. Está todo inventado, está claro, pero lo que no se puede permitir es que los profesionales sanitarios nos pasemos la vida en la carretera, viendo corzos y no haciendo lo que hay que hacer. Se trata de recurrir a la ley de proporcionalidad, los médicos deben trabajar de médicos, y las enfermeras, de enfermeras. No lo entiendo de otra manera. En nuestras casas no llamamos a un ingeniero industrial para que cambie los enchufes. La enfermera comunitaria tiene mucho que hacer, pero topa con un techo de cristal que parece insalvable», expone.

A su juicio, hay cuestiones asistenciales que pueden resolverse por teléfono, sin necesidad de una consulta presencial, y ese tiempo que dedican los sanitarios en los viajes de un pueblo a otro se puede emplear en el desarrollo de propuestas que, después, redunden en la comunidad. Para ello, considera relevante ese empoderamiento de los pacientes en  los autocuidados y, por su puesto, en el aprendizaje de las nuevas tecnologías, que siguen siendo una barrera para la población de más edad. A estas circunstancias hay que añadir las dificultades de cobertura con las que pelea el medio rural.

cambio de mentalidadTÚ DECIDES CÓMO VIVIR

A parte de las medidas que adopten o no las administraciones, en general, se requiere un cambio de mentalidad respecto a la atención sanitaria, ya que la población «sigue demandando más consultas con médicos que con enfermeras», aunque son estas profesionales las que manejan una visión holística de cada uno de sus pacientes. «En la consulta, básicamente, hacemos el control de los crónicos. O si viene alguien joven con otro problema. No tenemos patologías nuevas, la mayoría son cronicidades con las que se llega al final de la vida», resalta.

En cuanto a las posibilidades de investigación o innovación, Lapeña lamenta que el 5% de la jornada laboral que debería dedicarse a estas tareas sea una misión «inviable» y lo hacen en horas extralaborales. «Por eso es tan importante que se cambien las formas de trabajar. Cada uno somos responsables de nuestra propia salud y el paternalismo del médico pasó a las historia. Tú decides como quieres vivir o llevar una enfermedad, todo bajo supervisión del profesional sanitario que lleva el control [...] Este proyecto es pura salud comunitaria. Y, por supuesto, es exportable, es lo que queremos», concluye.