Una barbería con solera en Almazán

Ana Pilar Latorre
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El adnamantino Mariano quiso continuar con el negocio que fundó su padre en 1935 y ha cortado y rapado según las tendencias

Una barbería con solera en Almazán - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Amabilidad, discreción y humildad es lo que caracteriza al peluquero más veterano de Almazán, Mariano Andrés Sienes, de 72 años, que ha dado continuidad al negocio que puso en marcha su padre en 1935. En este típico establecimiento recibe a El Día de Soria y poco a poco va desgranando su historia. «Venía siempre a hacer los deberes a la barbería y peluquería y fui entrando en el negocio. A los 14 años ya trabajaba aquí», recuerda con cariño sobre esta peluquería, que siempre ha estado en la calle Justo y Sánchez, número 4, excepto los seis años en los que se trasladó a la plaza Mayor mientras se hacían obras en el edificio. Su padre, también Mariano Sienes y quien dio nombre a la empresa como fundador, mantuvo dos empleados durante su gestión.

Su hijo tomó el relevo en los años 80 y lleva cuatro décadas dando servicio a decenas de adnamantinos. «Cuando tomé el relevo cambié totalmente la decoración», con la ayuda de la que por aquel entonces era su novia y después su mujer, Felisa Alcalde. Es una peluquería muy tradicional, con frente de madera y paredes tapizadas en la que encontramos muchas curiosidades.  

evolución. Sobre los cambios en todos estos años, relata que antes lo más demandado era el afeitado bien apurado y se hacían dos días a la semana: los miércoles y los sábado. También se pedían «cortes alternativos de todas las tendencias», aunque también los clásicos. «En los años 60 los chicos jóvenes llevaban melenas, pero ahora se vuelve a pedir el pelo bien corto, como en los 50. Es curioso, porque las modas vuelven. Antes era casi por economía y ahora es por comercializar», reflexiona. Otro cambio es que el afeitado se hacía «a navaja y con jabón especial para barbas que se vendía en vasijas de kilo y se aplicaba con brocha».Eso dejó de hacerse así por las medidas sanitarias que se establecieron para evitar la transmisión del VIH porque se introdujeron útiles de usar y tirar, como las cuchillas. Además, el afeitado descendió bastante porque «la gente aprendió a hacerlo en casa y comenzaron a comercializarse maquinillas eléctricas». Así que el negocio de Mariano se enfocó más a los cortes de pelo «según las tendencias» que se iban modernizando. 

Mariano tiene clientes tanto de Almazán como de los alrededores, como su padre, que «cuando tenía empleados iba los fines de semana a los pueblos para arreglar a la gente». Y también los tiene «de toda la vida» y algunos que han llegado a centenarios, por lo que ya lo eran de su padre. Recuerda, por ejemplo, a José Gil, «un cliente habitual con mucha confianza y categoría». En la etapa de su padre llevaban bata blanca, pero él decidió cambiar a otros colores porque «mezclar la barbería con los médicos no les parecía bien a los niños, que lo relacionaban con los pinchazos y les deba miedo venir a arreglarse el pelo». 

Además, explica que los zarrones suelen ir a cortarse la barba gratis el día de San Pascualillo cada uno a su barbería habitual y él ha cortado muchas. «Son clientes de cada una de las que hay» y ellos obsequian con una colodra de vino con torta (soparra especial porque no está hecha con pan). Es la tradición.

Hay muchos detalles en esta peluquería y también referencias alQuijote, de Cervantes, como una figura y una bacía plateada, tipo yelmo, que su padre «heredó de su profesor y compañero». Además, hay trofeos de certámenes de peluquería en los que ha participado: León, Valladolid, Zamora, Albacete, Burgos e incluso Almazán, con la Puerta de Herreros, muy próxima al establecimiento.