Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Manual para el uso de mascarillas

25/09/2020

Dime con qué mascarilla andas y te diré cómo eres. Estoy a punto de hacer un estudio exhaustivo y profundo sobre la personalidad de los sorianos en función de la mascarilla que usan. No las voy contando, pero observo y creo que la mitad usamos quirúrgicas y la otra mitad, reutilizables. Hasta estoy pensando en hacer un cursillo intensivo para hacerme experta y recomendar las mejores, las más seguras, las que más lavados aguantan sin perder sus condiciones y sobre todo las que más capacidad de respirabilidad presentan. Que yo creo que este término, respirabilidad, no existe, pero ya lo he leído en varias etiquetas y en varias fundas. Yo sigo con las quirúrgicas porque tengo serias dudas de la efectividad de las de tela, aunque Fernando Simón, mi ídolo, las usa y eso para mí debería ser garantía cien por cien. Claro que no se me olvida que fue uno de los primeros en contagiarse, no sé si por errar en el tipo de mascarilla. Me encantó una que lució allá en el mes de agosto, una de Freddie Mercury. Estoy segura de que el líder de Queen, si le hubiera tocado esta pandemia, llevaría una mascarilla de Fernando Simón. Si algún día me paso a las de tela, me haré una con la cara de Simón. 
Lo que está claro es que las mascarillas han llegado para quedarse. Al menos hasta que las autoridades sanitarias nos sorprendan con alguna otra opción. Al principio de la pandemia nos recomendaban el uso de guantes. Fuimos unos cuantos meses a hacer la compra a cara descubierta, eso sí, con las manos bien protegidas con nuestros propios guantes y los que nos ofrecían en el super. Unos encima de los otros. Hasta que un día nos dijeron que casi mejor liberábamos las manos y nos enclaustrábamos la cara. Nos dijeron que una buena jabonada o una gelada (habrá que normalizar el término) era suficiente para evitar el contagio a través de las manos. Si resulta que la mascarilla es tan efectiva y tan imprescindible, aún no sé cómo no me contagié en primavera mientras compraba, distancia social mediante excepto cuando algún paisano se te acercaba para coger de la balda un tarro de Nocilla sin respetar ni cinco centímetros de distancia. No voy a proponer una huelga de mascarillas caídas, pero estos días, con el inicio del rebrote, estamos asistiendo de nuevo al cacao que tienen las autoridades sanitarias y las políticas. Al inicio de la pandemia desde la OMS demostraron que estaban perdidos. Ahora, ante la evolución de los acontecimientos, mi desconfianza hacia los mensajes que nos llegan de los expertos es tal que ya me espero cualquier nueva sugerencia por contradictoria que sea con lo que hasta ahora hemos hecho como, por ejemplo, dejar de usar la mascarilla. Si es así, avisen antes de que encargue una de tela de Fernando Simón, por favor.