Jesús de Lózar

Jesús de Lózar


El barco

04/09/2021

Amarillo, verde, azul. Pese a las colinas plateadas, los grises alcores, las cárdenas roquedas, para mí que traía a Machado en la cabeza y en el corazón, el color de Soria, de los Campos de Castilla, era el amarillo, el del Campo de Gómara. Más tarde descubrí el verde de Pinares y El Valle, incluso el azul, el azul cielo. Pero ni por asomo el azul marino. Ni en el pantano. Hasta que escuché en Vinos Lázaro, la increíble historia de una gente liderada por un joven de 28 años, Esteban Vicente, que llevaba el Albergue de Piqueras de Diputación para sacar dinero con el que hacer un velero como los del siglo XVIII para dar la vuelta al mundo siguiendo la ruta Juan Sebastián Elcano. Me imaginaba a esta gente de Soria con la misma pasión y atrevimiento que los navegantes y descubridores castellanos del XVI que nunca habían pisado el mar. Un velero de 31 metros de longitud, siete de ancho, tres de profundidad, 25 de altura, nueve velas y 400 m2 de superficie. Una goleta impresionante.
Las piezas de madera se hicieron en Vinuesa y se transportaron en seis grandes camiones a Lequeito, en Vizcaya, donde se ensamblaron, se terminó de construir y se botó el día de san Isidro de 1984. La historia del barco es digna de una película o un  libro de aventuras. Ha cambiado varias veces de nombre: Taurus durante su construcción, Itaxo-Petronor cuando contó con el apoyo de esta empresa que duró más bien poco, Marea Errota, en homenaje al nombre vasco de los antiguos molinos de marea, Cantabria Infinita y finalmente Atyla. Nunca llegaron a dar la vuelta al mundo, pero han hecho y les ha pasado de todo. Durante casi veinte años hizo excursiones de navegación a vela para turistas en Lanzarote convirtiéndose en una enseña del sector. De 2005 a 2011 fue el velero imagen de Cantabria, con excursiones y formación para navegantes y escolares. Con el nombre de Giralda es el escenario de Lo que la marea esconde, la última entrega de la serie de novela negra Los libros del Puerto Escondido de María Oruña, ambientada en Santander. Hoy es un barco escuela internacional de la Fundación Atyla, capitaneado por Rodrigo de la Serna Vicente, que navega por toda Europa, manteniendo gente de Soria en su equipo como Alfonso Garzón, ofreciendo viajes de aventura incluso becados con el objetivo de mejorar las habilidades sociales necesarias para nuestra vida: comunicación, inteligencia emocional, pensamiento crítico, trabajo en equipo, liderazgo, responsabilidad, coraje y capacidad de superación.
En buena medida, pese a los recursos disponibles, en Soria vivimos de espaldas al mundo de la náutica, de la navegación, de su aprovechamiento turístico. Aunque el pantano de la Cuerda del Pozo es un embalse de regulación de la cuenca del Duero y por tanto está sujeto a la demanda de agua de boca y de regadío, podemos hacer un mayor y mejor uso para la práctica de deportes náuticos y actividades turísticas y de ocio. 
Y si ya tenemos trenecito en Soria capital, por qué no un barquito para paseos turísticos por el Duero desde el Soto Playa hasta la presa de Los Rábanos. Ahí lo dejo.