Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


Año 2030: «No tendrás nada y serás feliz»

12/11/2022

En 2015, la ONU (Organización de Naciones Unidas) aprobó, por unanimidad, 17 objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) divididos en 169 metas, como parte de la Agenda 2030, un llamamiento a todos los países para poner fin a la pobreza, alcanzar una prosperidad respetuosa con el planeta y sus habitantes. Los 17 objetivos incluyen muchos aspectos, desde la educación, el pleno empleo, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente, la eliminación de la pobreza, hasta el diseño de las ciudades.
Me interesó el tema y he dedicado mucho tiempo a su estudio. Lo que al principio fue admiración, poco a poco se fue diluyendo. Me inquietó que la idea surgió del Foro Económico Mundial, un foro económico, no un foro social ni energético que, sin embargo, diseñó el modelo de sociedad (con criterios políticos, no técnicos) que ellos necesitaban. Me llamó la atención el lema de «no tendrás nada y serás feliz». Si yo no tengo nada alguien tendrá que tenerlo todo para poder atender mis necesidades. Algo grave, porque las interferencias gubernamentales en la economía al repartir subsidios, suele conceder a algunas personas un beneficio que no han ganado a expensas de otras que si han trabajado para conseguirlos.
También me ha sorprendido la aceptación mayoritaria de los grandes medios de comunicación en un tema tan importante. Muchos se han tomado muy en serio el tratar de convencernos de que seremos muy felices cuando no tengamos nada, que es estupendo renunciar a todo (casa, coche, viajar, comprar, etc.) con razonamientos de responsabilidad y sostenibilidad. Me parece muy sospechoso. Hace tiempo ley un texto de Ida Auken, que fue ministra de medio ambiente, entre los años 2011 y 2013, en Dinamarca. Su título es muy revelador: «Bienvenido al 2030. No tengo nada, no tengo privacidad y la vida nunca ha sido mejor». Cuenta una fábula de cómo sería la vida en su ciudad en el año 2030. Explicaba que no necesitaría tener nada porque el acceso a todo lo necesario (transporte, alojamiento, comida, etc.) se habría convertido en gratuito. Ya no habría necesidad de comprar porque cualquier cosa te la llevaría un dron a casa. Los robots harían todo el trabajo. No existiría la privacidad (todo lo que se hiciera y se pensara quedaría registrado), pero en general sería una buena vida. 
Estoy en desacuerdo con su planteamiento. Creo que la felicidad personal depende, más que de una Agenda, de un gobierno o de los planes de economistas, de la satisfacción que produce vivir cumpliendo los valores propios y de actuar con integridad, de ser capaz de ser fiel a una idea.  Me preocupa su relato. Me temo que la diferencia entre un estado benefactor dedicado a repartir subvenciones y un gobierno totalitario sólo es cuestión de tiempo. Las personas sólo somos libres cuando el gobierno es limitado. Cuando un grupo reducido posee todo el poder, es muy fácil vulnerar los derechos individuales.
Me duele imaginar que cuando el Fondo Monetario Internacional (una organización financiera de muchos países), el Fondo Económico Mundial (un conjunto de líderes empresariales y políticos) y los asistentes a las jornadas de Davos (empresas europeas y norteamericanas) nos dicen que «en 2030 no tendrás nada y serás feliz» tal vez estén pensando en «nosotros lo tendremos todo, tu no tendrás nada y nosotros seremos felices».
Espero no estar acertado. Es más, pocas veces he tenido tantas ganas de estar equivocado.