La vida de 'cuento' de Jodorowsky

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Alejandro Jodorowsky se descubre como un «bonsái liberado», un ser que decidió crecer libre y feliz al no encorsetarse en un género ni dejarse coartar por las normas en La vida es un cuento, una antología de estos relatos, algunos publicados, otros inéditos, que ayer presentó en Madrid.
Y por ello, animó a todos sus congéneres a seguir sus pasos, en una conferencia de prensa que tuvo mucha carga crítica y mucho de «delirio», tal y como reconoció el prolífico autor de las mil facetas artísticas -de la literatura al cine pasando por la pintura-, tarólogo y también el creador de la psicogenealogía y la psicomagia.
«Denle mucha importancia a mis palabras, porque les habla un anciano (...). En tres años más tendré 90», recordó antes de cuestionar los sistemas sociales, culturales y familiares; los idiomas, las fronteras, los prejuicios, los intereses económicos, la política, la definiciones morales, las religiones y todo aquello que mantiene «prisionero» al ser humano.
Para esta colección de cuentos breves y brevísimos editada por Nuevos Tiempos del sello Siruela, el artista chileno se inspiró en su teléfono móvil y en un bonsái. Le regalaron uno de estos pequeños árboles japoneses, con la instrucción de podarlo, hasta que empezó a darle «pena» y decidió dejarlo crecer «y llegó hasta el techo, feliz y liberado», igual que podría hacerlo el hombre.
«Luego miré a mi teléfono y vi que es un bonsái revisado, porque de meter el dedo para marcar ahora contiene fotos, cine, música, vibraciones para curarse el mal de cabeza... Increíble». Evolución, resumió un firme convencido de que el mundo venidero será mucho mejor y de que le gustaría verlo.
«Como los teléfonos, las personas estamos en movimiento. ¿Por qué entonces la literatura tiene que ser clásica o policíaca? ¿Por qué hay personas que siempre escriben en el mismo estilo?», se preguntó, respondiéndose que él decidió ser «transpersonal» y tocar los estilos según le apeteciese.
Por ello La vida es un cuento empieza con un relato sobre la eternidad y termina con otro pornográfico, pero también recoge «autobiografía, cosas iniciáticas, eróticas, cómicas, de terror, policíaco, todo... Un bonsái liberado», insistió. El título del libro cuestiona también un mundo de cuentos, como el de las banderas patrias que «cubren hoy mercadería», las religiones- a su juicio la Biblia es un conjunto de cuentos feroces-, las leyes, el narcotráfico, «que es un relato que viene de EEUU», o los muros que sirven «para dividir países».
 
APUESTA POR LA BELLEZA. Ante este panorama, el chileno decidió escribir «algo bello», porque la gente es consciente de lo terrible de su entorno y, añadió: «Basta de la literatura policíaca. No es más que un negocio. Hagamos utopía positiva, pensemos que mañana vamos a levitar».
Mientras tanto, a Jodorowky, que encontró a la mujer de su vida a los 74 años, no le preocupan la muerte ni lo que haya después, pero sí la guerra, las ciudades monstruosas, el machismo, los políticos corruptos y un sistema educativo que no tiene en cuenta que «el ser humano no es solo cerebro, es corazón, sexo y cuerpo». 
Y lo dice quien soñaba con «ser famoso» hasta que su hijo murió a los 24 años por sobredosis. «Pensé: nunca más seré un artista ególatra. Yo quiero dar para despertar la belleza en el otro, no que me admiren (...) La labor del arte es abrir nuevas fronteras y posibilidades». Y en esa senda de liberación está La vida es un cuento.