Confitería Gil deja los recuerdos más dulces

A.P.L.
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El veterano establecimiento, que aunaba cafetería, pastelería y obrador, echa el cierre por la jubilación de Rafael Gil y María Luisa Borjabad, que reciben numerosas muestras de cariño

Confitería Gil deja los recuerdos más dulces - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

La veterana Confitería Gil de Almazán echó el cierre este miércoles dejando recuerdos muy dulces a adnamantinos y visitantes tanto de la pastelería como de la cafetería en la avenida de Salazar y Torres. Aquellas tardes de meriendas compartidas en las que no podía faltar el típico chocolate con bizcocho de limón. 

El negocio familiar inició su andadura en 1957 con el matrimonio formado por Eugenio Gil y Carmen Borjabad.Era una pequeña tienda ubicada en el casco antiguo, concretamente en la plaza de Santa María donde se elaboraban y vendían los productos típicos de Almazán, como las populares yemas y paciencias, entre otros dulces que hacían las delicias de los más golosos. En los años 80 (en 1982) se decidió trasladar el negocio a unas instalaciones más amplias y modernas, con obrador, pastelería y cafetería para poder ofrecer más productos en plena travesía de la villa adnamantina. 

La familia de Rafael Gil, el hijo de Eugenio y Carmen, se hizo cargo como segunda generación de este  establecimiento de referencia en Almazán, continuando la tradición de artesanía pastelera y elaborando con el mismo mimo y las mismas ganas estos productos, al tiempo que innovaban con otros nuevos de gran calidad. Rafael y su familia apostaron por los «dulces auténticos, sanos, sabrosos y de gran calidad sin conservantes ni colorantes. Hemos sido pequeños artesanos productores, seleccionando cuidadosamente las materias primas de la comarca».

nostalgia. El miércoles era día de limpieza y cierre. Rafael Gil y Mª Luisa Borjabad, nostálgicos, recibían a El Día de Soria en el establecimiento y recordaban los mejores momentos de Yemas Gil, mostrando imágenes para el recuerdo. «El cierre, tras 39 años, es por jubilación», ya que no hay relevo generacional porque sus hijos «tienen ya sus ocupaciones». Han dedicado mucho tiempo al negocio, «incluso 15 horas diarias. Hemos trabajado mucho... Casi no hemos estado ni con nuestros hijos». Ahora quieren estar con su familia, especialmente con su nieto de ocho meses, al que casi no han podido ver debido a la pandemia. «Es un sitio con encanto, tranquilo... para pasar la tarde charlando tranquilamente con las amigas...», apunta Mª Luisa, con pena pero también con ilusión por esta nueva etapa que comienzan. 

El matrimonio no sabe aún si habrá algún interesado en el negocio, pero seguro que más de uno querrá dar continuidad a este establecimiento único en la villa, que fusiona cafetería, tienda y obrador. Además de ser un establecimiento de referencia en Almazán, Mª Luisa y Rafael coinciden en señalar en que era una parada habitual de viajeros en dirección a Soria, Madrid, Pamplona, Logroño... para tomar algo o comprar dulces.

Cuando se conoció la noticia en Almazán fueron muchos los mensajes de cariño que los vecinos les trasladaron, lamentando el cierre pero deseándoles mucha felicidad en esta nueva etapa que comienzan tras jubilarse. «¡Cuántas tardes hemos pasado allí!», decía una adnamantina en redes sociales. «¡Os echaremos de menos!», añadía otra. Se van con mucho cariño y «muy agradecidos» a su clientela, «por su fidelidad y por ser nuestros amigos durante tantos años».

especialidades. La especialidad eran «yemas, paciencias, mantecadas, mantequillas, bizcocho de limón, pasteles...», que se cocinaban en el obrador de la planta baja, donde también se situaba el almacén, y aportaban un aroma único a tradición a la zona, especialmente a primera hora de la mañana. En primera planta estaban la tienda y la cafetería, tan confortable y que invitaba a acomodarse y deleitarse con los dulces acompañados de un café. «Lo más típico era el café o el chocolate caliente con bollo, con bizcocho de limón, con croissant, con mojicón...», recuerdan.

También los días de mercado el establecimiento era punto de encuentro. Ydurante las fiestas de Jesús para coger fuerzas y continuar con la diversión. Un establecimiento que deja un recuerdo muy dulce en adnamantinos y los que han pasado por allí y han parado a degustar o comprar los productos típicos de Almazán.