15 familias sirias denuncian el trato recibido por Apip-Acam

S.A.
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Los refugiados alegan que tienen problemas de vivienda y que la entidad aduce que no «tienen tiempo» para sus citas médicas. La organización niega las acusaciones

15 familias sirias denuncian el trato recibido por Apip-Acam - Foto: Valentín Guisande Sancho

«Queremos vivir como todo el mundo. No sabemos qué hacer». «Sobre todo pensamos en nuestros hijos. Es por los niños». Hablan con la preocupación escrita en la cara. Con timidez, con vergüenza, pero expresando firmemente sus palabras, esperando a que la compatriota que les sirve de intérprete les traduzca. «Necesitamos ayuda»... Es la frase que más repiten. Un grupo de una quincena de familias sirias que se encuentran residiendo en la capital soriana gracias al programa de protección internacional, en calidad de refugiados, denuncian ante El Día de Soria lo que consideran un trato «poco correcto» por parte de la Fundación Apip-Acam, la entidad que tienen asignada como referencia en su proceso de acogida y posterior emancipación en España. «Disgusto», «dolor», comentan. Pero, sobre todo, desamparo. No sienten que desde esta fundación les estén auxiliando como deberían.

Desde la delegación de Apip-Acam en Soria niegan la acusación y se hace hincapié en el trabajo que desarrollan los técnicos y empleados de la entidad (alrededor de 30 en distintas disciplinas) que se encargan de atender a los refugiados en su día a día. La Fundación, apuntan, lleva seis años de trabajo en la provincia y alrededor de dos décadas demostrando su buen hacer a nivel nacional. Lo refrenda, agregan, el hecho de que el propio Gobierno de España haya confiado en ellos durante todo este tipo y lo siga haciendo.

La Subdelegación del Gobierno de Soria confirma que no han recibido ningún tipo de queja o reclamación por escrito sobre la labor que realiza Apip-Acam.

Valentín Guisande SanchoValentín Guisande Sancho - Foto: Valentín Guisande SanchoDesde esta Fundación recalcan, asimismo, que se aplica escrupulosamente el manual de gestión y los procedimientos de protección internacional, directrices que marca, con ámbito nacional, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España.

«Nos dicen que el Ministerio dice esto, que el Ministerio dice aquello», pero, apuntan, cada una de las cerca de 15 familias sirias descontentas con la gestión de esta fundación «tienen sus problemas».

Apip-Acam, reiteran, no les da solución. «Acnur [la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados] y el Ministerio no sabe qué hace la fundación», considera una de las mujeres sirias que no se siente bien tratada.

Gran parte de las familias que muestra su disconformidad con el trato recibido por la delegación de Apip-Acam en la provincia acuden a la redacción de El Día de Soria. Quieren hacer llegar a la opinión pública, a través de este medio, las duras condiciones en las que, aseguran, tienen que vivir en la primera fase de acogimiento compartiendo casa con otros refugiados de otras nacionalidades, así como el trato «poco amable» que reciben, alegan, desde la entidad.

VIVIENDA. El tema de la vivienda centra muchas de las quejas y comentarios de este grupo de refugiados. En algunos casos, explican, están residiendo en pisos que deben compartir con otras personas de distintas nacionalidades y culturas, lo que, en algunos casos, complica la convivencia por no compartir el idioma. Una de las mujeres cuenta que vive en una casa con otras 13 personas, dos familias son de Siria y también hay otra de Venezuela, apunta. Otra fémina comparte vivienda con otras siete personas, todos varones, de distintos orígenes (Venezuela, Mali, Argelia...). Su marido está enfermo (tuvo que ser intervenido quirúrgicamente hace unos meses). Ella se siente incómoda y reclama algo más de intimidad y comodidad en atención a la salud de su esposo. Otra mujer expone su caso: su marido y ella comparten habitación con su hijo de 24 años.

Desde Apip-Acam se recalca que  los dispositivos están aprobados por el Ministerio y que es este organismo quien autoriza la distribución de las personas que forman parte del sistema de protección internacional en las plazas disponibles. La entidad subraya también que todas las viviendas (la fundación cuenta con un número total de 250 plazas) cumplen con las cédulas de habitabilidad del Ayuntamiento de Soria.

Otra de las demandas que realiza este grupo de refugiados sirios se centra ya en la fase dos, una vez concluida la etapa inicial de acogida (tiene seis meses de duración) y, en concreto, al acceso a una vivienda independiente. En esta etapa, matiza Apip-Acam, para el alquiler de un inmueble se establece un contrato de arrendamiento entre propietario y el refugiado. La entidad cuenta con técnicos en vivienda que buscan, seleccionan y les acompañan a ver los pisos para que ellos libremente puedan decidir si se adaptan a sus necesidades. Los refugiados, en última instancia, tienen el derecho a aceptar la propuesta o a rechazarla, insisten.

Obviamente, la oferta de inmuebles está sujeta al propio mercado inmobiliario soriano destinado a alquiler. Sin embargo, este grupo de refugiados sirios alega que desde la fundación no se les ofertan ningún tipo de viviendas. «Nos dicen que no hay, que los españoles no quieren alquilar a personas árabes», apunta una mujer. «No nos dan alternativas», insiste otra. La cuestión de la vivienda, empero, no es la única queja que realizan ante la redacción de El Día de Soria. Algunos se emocionan. Otros se indignan al relatarlas.

CITAS MÉDICAS. Su dominio del castellano es aún muy deficiente. Para acudir al médico necesitan ser acompañados de un intérprete o traductor. La Fundación Apip-Acam se encarga de tramitar las citas sanitarias que requieran y de acompañarles a la consulta o a las pruebas médicas que precisen. Siguen también, en este sentido, el protocolo que marca el manual del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España. Incluso acuden y les acompañan ante cualquier urgencia médica fuera del horario labora, informa la entidad.

No obstante, los miembros de este grupo de refugiados sirios que comparten su testimonio a El Día de Soria señalan que no siempre que se les piden tramitar una cita médica les ayudan, especialmente cuando éstas se solicitan de forma continuada. «Mi marido está muy enfermo y para coger una cita ellos dicen que no tienen tiempo de acompañarnos», apunta una mujer siria. Es también el caso de otra compatriota con problemas de diabetes, relata, que necesita un seguimiento. La respuesta por parte de la Fundación, aseguran ambas, siempre es la misma: «No tenemos tiempo».

Es un tema que les preocupa especialmente por los más pequeños. «Nos duele porque tenemos hijos», alegan algunos.

Desde Apip-Acam reiteran que siempre se tramitan las peticiones de cita médica y de acompañamiento que les hacen llegar.

CLASES DE ESPAÑOL. La falta de dominio del idioma es otro de los aspectos que concentra las demandas de estos refugiados sirios. Según este grupo de ciudadanos de Siria con protección internacional, no se les está ofreciendo clases de castellano,  lo que dificulta, asimismo, su día a día y su integración en la sociedad. Desde la Fundación Apip-Acam se insiste firmemente en que sí es están llevando a cabo estas clases que tienen lugar en dos aulas (en las sedes de la calle San Juan de Rabanera y Teatro, en la capital soriana), según los ratios que marca la Junta de Castilla y León.

Asimismo, los refugiados sirios que expresan sus quejas a este periódico insisten en que no reciben un trato empático. «Una de las familias está pensando volver a Siria», aducen algunos de los refugiados. Muchos, que han vivido situaciones muy duras desde que estalló la guerra en su país y tuvieron que huir, ya no pueden más. Este tipo de problemas están minando su resistencia y se sienten impotentes para seguir adelante. «No queremos ni más ni menos que todo el mundo», declara una mujer. La situación que viven en Soria otros compatriotas suyos que están ligados a otras asociaciones o fundaciones, aseguran, es completamente distinta. No están teniendo estos problemas, alegan.

Otra de las cuestiones que centran sus reclamaciones son las asignaciones económicas que reciben en calidad de refugiados. Con una inflación cada vez más alta, es complicado, declaran, poder salir adelante con ayudas que rondan los 350 euros al mes por persona y critican que la Fundación unifique unidades familiares emparentadas (abuelos/ hijos con descendencia). A este respecto, desde Apip-Acam se reitera que sólo cumplen con el protocolo ministerial y que, en su caso, siempre aplican el máximo por persona.