Fin de año con avalancha de cancelaciones en hostelería

A.I.P.
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El balance de 2021 es «positivo», lastrado por la incidencia de ómicron esta Navidad

Imagen de archivo

El «miedo» al contagio, ante la elevada incidencia de las dos últimas semanas por la acción imparable de la variante ómicron en esta sexta ola de la pandemia, ha sido determinante en el final del año para la hostelería y el turismo sorianos. De unas expectativas de lo más halagüeñas, con la ocupación casi al completo en la mayoría de locales, tanto en restaurantes como en alojamientos, se ha pasado a una avalancha de anulaciones, derivadas por ese temor a reunirse y también porque según avanza la transmisión del virus, evidentemente, hay más ciudadanos confinados. «En cotillones no sé cómo está la cosa y tampoco tengo datos de toda la hostelería, puedo contar mi experiencia. Se están cancelando, desde Navidad, alrededor del 70% de las reservas, y también se reduce el número de comensales por mesa. De 90 pasé a 30. Y son reservas que no recuperas porque es algo que se programa con tiempo y no se cubren», argumenta el presidente de la Agrupación Soriana de Hostelería y Turismo (Asohtur), Pablo Cabezón.

Esta situación se ve agravada a las bajas por contagio COVID entre el personal. «Si ya teníamos dificultades para contratar, ahora más», sostiene Cabezón, que admite que al menos el volumen de trabajo se puede atender precisamente por la caída en picado de la afluencia a los locales.

En este sentido, el representante de los hosteleros reconoce que rebajar el confinamiento de diez a siete días de los contagiados, según se acordó este miércoles en la Comisión de Salud Pública, y un acortamiento del periodo a los contactos estrechos no vacunados de positivos, «aliviará» los problemas de personal. «Siempre que se pueda hacer y que no suponga un peligro para la salud, es lo mejor», matiza.

A pesar del descalabro navideño, Pablo Cabezón reconoce que el balance «general» del año para la hostelería y turismo ha sido «muy positivo», ya que tanto en verano como en otoño «se ha trabajado mucho y bien en la calle». Además, apunta el presidente de Asohtur, «han empezado a cobrarse» las ayudas del año anterior, por lo que «ha podido soportarse la situación». «Los fines de semana y los puentes han estado llenos y la clientela local ha respondido muy bien. Ahora hay miedo y todo se ha paralizado», advierte.

turismo rural. Por su parte, la presidenta de Tursoria (Asociación de Turismo Rural de Soria), Beatriz Calavia, relata que de «tener un lleno absoluto» para estas Navidades se ha pasado a las cancelaciones de las reservas en los alojamientos como consecuencia del contagio de ómicron.

«Comenzamos en los días previos a Nochebuena con anulaciones esporádicas que día a día se iban haciendo más continuadas. El cliente anula poniendo como excusa que se encuentran contagiados,  pero la realidad es que tras los elevados índices de transmisión que estamos teniendo, el turista no quiere moverse de su lugar de origen y ni siquiera se fía de las reuniones familiares. Cada vez estamos más concienciados de que la única forma de parar  la transmisión es aislarnos», considera.

Así las cosas, el final de año ha dejado al turismo rural «mal sabor de boca» en un año «convulso» en el que apenas han podido trabajar cinco meses. «Nada nos hacía presagiar que esta nueva cepa nos iba a afectar tanto física y laboralmente. Las anulaciones son continuas y no vamos a salvar la temporada», reitera.

Y es que los seis primeros meses de 2021 estuvieron marcados por los cierres perimetrales y las restricciones en las unidades de convivencia, mientras que la segunda mitad del año la media de ocupación «ha sido muy buena, mejor que en 2019».

«Hay muchos sectores que incluso el virus les beneficia porque trabajan menos y cobran lo mismo; no es así al turismo que nos está machacando [...] La sensación que tenemos es de 'sálvense quién pueda'. Desde nuestras instituciones no hay ayudas. Gozamos con la confianza del cliente en nuestros alojamientos y en la provincia. El turista se siente seguro en nuestros entornos y la ilusión que nos queda es que todo vaya pasando y el cliente vuelva a Soria. Tenemos que mantenernos firmes y continuar trabajando en este tsunami que va y viene. Nosotros somos los verdaderos inversores en nuestras zonas rurales, los que luchamos por dar vida a nuestros pueblos. El turismo es la mejor herramienta para nuestra despoblación. ¿Lo ven así nuestros políticos?», reflexiona Calavia.