Vivir en una residencia...y en familia

Nuria Zaragoza
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Cinco religiosas atienden la residencia femenina Santa María de Nazaret, que cuenta con 24 habitaciones individuales con baño propio. Llegó a haber lista de espera pero ahora hay plazas libres

Vivir en una residencia...y en familia - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

No llevan hábito ni viven en un convento convencional. Habitan una «casa religiosa» especial, singular, única, donde se respira tranquilidad y silencio pero, también, una mezcla de alma joven y veterana experiencia. 

Cinco Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret se encargan de atender y dar vida, y alma, a la Residencia Universitaria Santa María de Nazaret. Se trata de una residencia femenina con capacidad para 24 estudiantes donde se ofrece, insisten, un «servicio a la sociedad de Soria». 

Cada día, desde primera hora de la mañana, las religiosas se encargan de atender la pensión completa de las residentes con todas las necesidades cubiertas en cuanto a alojamiento, manutención, limpieza... Pero, además, aportan un trato cercano, una atención constante, y una relación directa que permite que las chicas se encuentren «como en casa», «en familia», según apunta una de las estudiantes que vive en la residencia, ubicada en un edificio de cuatro alturas en el corazón de la ciudad, en la plaza Tirso de Molina. Esta estudiante de segundo año de Fisioterapia vivió en Santa María de Nazaret ya el año pasado y este curso no ha dudado en repetir porque «es una residencia muy tranquila y hay muy buen ambiente de estudio. Y, al ser pocas, es más familiar que otras residencias», justifica. Destaca «la convivencia con las hermanas», que no cambia por otro tipo de centro ya que, agradece, «son como nuestras madres» y «están pendientes de nosotras siempre, de si nos ponemos malas, de si nos pasa algo, si comemos...».  

Vivir en una residencia...y en familiaVivir en una residencia...y en familia - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.el edificio. La hermana María Lourdes recibe a El Día de Soria. Pronto se incorporan María Elena y María Aurea. Las tres se encargan de mostrarnos los secretos de esta residencia que hasta hace solo unos años contaba con lista de espera pero que en los últimos ejercicios ha visto cómo la demanda de plazas se reducía de forma sustancial. Y eso es que la residencia más económica de Soria, con un precio de 570 euros mensuales en habitación individual. Con el curso universitario ya iniciado, aún cuentan con una matrícula escasa y plazas disponibles, por lo que valoran posibles soluciones. 

tranquilidad. «No es una casa cerrada de monjas como antes. La casa está abierta las 24 horas para las chicas y tenemos la ventaja de que, al ser pocas, tenemos una familiaridad y una relación directa. Estamos muy pendientes de ellas y se les trata de manera muy familiar, bien atendidas y con un trato cercano», apunta María Elena nada más comenzar la conversación. Alude a la «libertad» y al espacio que se deja a las estudiantes [con un «horario flexible, pero no abierto», matiza María Lourdes]; al «ambiente de tranquilidad, silencio, buena acogida, seguridad y convivencia» que se ofrece; y a los servicios que cubren, que llegan desde la alimentación y limpieza hasta internet, televisión, ordenador... 

Durante la conversación, rompemos algunos falsos mitos que en ocasiones rodean a las residencias gestionadas por religiosas. Porque si bien es cierto que la residencia es femenina y, por tanto, no está permitido el acceso de chicos a las habitaciones, no es menos cierto que los compañeros y amigos de las residentes pueden entrar «sin problema» a los espacios comunes para «hacer trabajos, estudiar o lo que necesiten». 

Vivir en una residencia...y en familiaVivir en una residencia...y en familia - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.Rechazan también que se obligue a las residentes a participar en la vida religiosa. «Sin negar nuestra identidad cristiana», «ni se obliga ni se exige como requisito» a las chicas ser practicante para poder residir en el centro, recalcan las hermanas. «Ellas ya saben que somos religiosas. Si ellas quieren, aquí estamos y ahí disponen de la capilla, pero nunca se les obliga. Algunas, de hecho, sabemos que van los domingos a misa a los Padres Carmelitas pero ni ellas nos dicen ni nosotras preguntamos. Es su decisión. Otras no van y no pasa nada», especifican. «Se ofrece, pero no se obliga», resumen. 

Las hermanas se encargan desde primera hora de la mañana del cuidado y limpieza de todas las estancias, así como de preparar los desayunos, comidas y cenas [cuando el centro está al completo, las comidas se encargan a una empresa exterior porque es demasiada carga de trabajo]. Las residentes disponen de sus habitaciones a su gusto, pero pueden hacer uso también con total libertad de las salas de estudio, de la luminosa galería con la que cuenta el edificio, de su patio, de las salas de estar... Esos espacios comunes son precisamente donde se genera esa cohabitación. «Acaban siendo casi familia. Ellas tienen su espacio y nosotras el nuestro, pero está todo cercano y unido, por lo que hay una convivencia. Algunas muchos días, con el bocado todavía en la boca, se vienen con nosotras a la cocina para hablar y contarnos cómo les ha ido el día mientras fregamos», apuntan de forma anecdótica para evidenciar ese trato cercano. 

habitaciones por una noche. La residencia acoge principalmente a jóvenes universitarias, pero se ofrecen también algunas plazas para profesoras. Además,«si hay plazas libres, también se presta servicios de alojamiento y desayuno para personas que acudan a Soria por una noche o un tiempo breve», apunta María Aurea.Este servicio se ofrece también para las familias de las residentes cuando acuden de visita, lo que fomenta aún más esa familiaridad en la que insisten las hermanas. 

Vivir en una residencia...y en familiaVivir en una residencia...y en familia - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.actividad pastoral. El día a día de esta comunidad de religiosas está vinculado principalmente al servicio de la casa, de las chicas y de los grupos que llegan, pero sin menguar en absoluto el resto de servicios pastorales que tienen encomendados.«Los tiempos que las chicas estudian, nosotras salimos a las parroquias y les ayudamos en lo que haga falta, sobre todo la parte de caridad, ayudar en los pueblos donde no hay sacerdotes, atención a inmigrantes, catequesis…». «Lo prioritario aquí es la residencia, pero también la parte pastoral en todos los ámbitos que se necesite en la parroquia», resumen. 

Como ocurre a nivel general, también las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret adolecen de una falta de vocaciones, «aunque en menor medida proporcionalmente que otras congregaciones», matizan. De hecho, cuentan con hermanas jóvenes, si bien estas se decantan sobre todo por las misiones. 

Vivir en una residencia...y en familia
Vivir en una residencia...y en familia - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.
De momento, estas cinco hermanas, «todas en actitud de servicio», tienen fuerza para mantener viva la residencia, pero son conscientes de que las nuevas tendencias sociales les obligan a «reflexionar» sobre el futuro del centro.«Hace unos años había lista de espera y ahora no llenamos, tenemos que estudiar por qué. Es posible que haya otras opciones y ofertas que, de alguna forma, han interesado más a los jóvenes. Esto hay que aceptarlo, pero hay que una reflexión», reconocen. Las chicas les piden que sea una residencia mixta. Son conscientes de que es complejo asumir una apertura de ese calado, pero hay otras soluciones para que esta singular residencia siga latiendo.