Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Comienza la campaña electoral

03/01/2023

Decir que en España comienza una campaña electoral es una redundancia porque la vida política es un continuo de elecciones que se exacerba el año que, en efecto, las autonómicas y municipales preceden a las generales. Como no hay tiempo que perder, porque en política los tiempos lo mismo se hacen eternos que pasan a velocidad de vértigo, los partidos afinan sus maquinarias electorales porque los próximos meses pueden ser decisivos y más que acertar se trata de no cometer fallos estrepitosos.  

Como toda campaña electoral, la actual ha comenzado con una serie de encuestas que tienen el mínimo común denominador de que el PP ganará las elecciones pero que necesitará indefectiblemente el apoyo de Vox para alcanzar una clara mayoría absoluta que se lograría con los 130-140 escaños de los populares, completada con el medio centenar que obtendría la ultraderecha. Como los sondeos han sido realizados en medio de la mayor crisis institucional reciente en relación con la renovación del Tribunal Constitucional y la reforma de los delitos de sedición y malversación, la lectura de los resultados de las encuestas es que los españoles castigan el asalto a las instituciones por parte de Pedro Sánchez sin guardar memoria de que el PP lleva ocupando el CGPJ desde hace más de cuatro años.  

Los populares saben perfectamente que sacan más réditos electorales haciendo hincapié en las batallas culturales y en los efectos de determinadas decisiones del Gobierno respecto al problema territorial, además de utilizar el ariete de Ayuso contra Pedro Sánchez, que con las diatribas sobre la situación económica. No solo porque sus vaticinios apocalípticos en forma de recesión y paro hayan fallado sino porque la percepción de los ciudadanos respecto a su situación personal no es tan mala y en cualquier caso consideran que una buena gestión de la economía es la obligación de los gobernantes. Aunque la inflación detenga su escalada o mejoren otro tipo de indicadores siempre parecerá poco. 

Pese al acelerón legislativo de las últimas semanas del pasado año para eliminar puntos de fricción entre las dos patas del Gobierno de coalición, aún quedan flecos pendientes –vivienda, bienestar animal, ley mordaza- que darán lugar a nuevas escaramuzas internas que vendrán aderezadas por las tensiones en el espacio a la izquierda del PSOE con Yolanda Díaz y Sumar de protagonistas y el engarce que establezca para Podemos si es que eligen el acuerdo frente a pegarse el tiro en el pie de la disgregación tan habitual en la izquierda nacional.  Si se confirma el retroceso de ambas organizaciones no habrá posibilidad de repetir otro pacto Frankenstein. 

Mejor le va al PP porque su despegue electoral crece exponencialmente a medida que Ciudadanos se diluye y recupera a la inmensa mayoría de los votantes que abandonaron en su día a los populares, sin que el proceso de refundación parezca darle alas a los naranjas, a pesar de que la moderación del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, es solo una declaración de intenciones y una frase hecha que tiene poco que ver con la realidad de su acción política.  

Mientras, en el terreno de los partidos nacionalistas e independentistas se vive una cierta estabilidad electoral y otro tanto ocurre en Vox, superada la salida de Macarena Olona. Capaces de dejar a Madrid sin presupuestos conservan un suelo de votantes muy amplio fieles a la marca política. El margen de incertidumbre queda al albur de la comparecencia ante las urnas de las formaciones de la España Vaciada.