César Millán

César Millán


Javier Marías

17/09/2022

Cuando me enteré hace unas semanas del grave estado de salud de Javier Marías, me vinieron de inmediato cientos de imágenes de sus libros, de la prosa que tan magníficamente ha dejado para siempre en sus textos. Pero también de las veces que en sus 'escapadas' a Soria, se asomaba a la librería para ver cómo iban las cosas en el mundo de la literatura y de la cultura, tanto a nivel nacional, como local. Sí, a pesar de ser un escritor reconocido, con un talento destacable -o quizás, por eso-, seguía buscando en las librerías ese pálpito que se esconde entre los miles de libros que las pueblan. Le gustaba ojear, consultar y ver qué se cocía en el corazón de la escritura, qué presentaba el mundo editorial y qué llamaba la atención a los libreros. Siempre prestaba atención especial, como era de esperar, a quienes se ocupan, en la sombra, de traducir los textos de otras lenguas al castellano.
Reconozco, a pesar de ser consciente de su infancia en nuestra ciudad, que fue gracias al reconocimiento que supuso Corazón tan blanco en Alemania y la posterior repercusión en nuestro país, cuando me interesó su prosa (alguien me había regalado Todas las almas unos años antes, pero seguía en la estantería sin leer) y la manera tan singular que tenía de entender la literatura. Mañana en la batalla piensa en mí y Negra espalda del tiempo supusieron ya la consolidación, en nuestro país, como uno de los escritores más destacados del fin de siglo XX en lengua castellana.
Quizá lo que más me llamó la atención de su repercusión fuera de nuestras fronteras fue encontrar la traducción de uno de sus libros, no recuerdo el título, en una preciosa librería en Teherán, cerca del Palacio de Golestán. Resultó curioso como los libreros, al saber nuestro origen, mostraron orgullosos los dos libros que tenían en persa de autores españoles. Junto al de Javier estaba una muy bella edición de Don quijote de la Mancha
Pero fueron sus 'Confesiones de autor' los que le reencontraron con aquella ciudad de la infancia que supuso Soria, sus sonidos, aromas y recuerdos le devolvieron imágenes y sentimientos que lograron devolverle a nuestras calles. Desde aquel patio de butacas, hasta la última y breve visita a la ciudad, de la que había 'huido' por sentir el acoso de lo que rompía su memoria, fueron muchos los encuentros y las palabras, la curiosidad que mostraba también sobre aspectos ajenos a los libros. 
A nadie en nuestra ciudad le resulto ajeno el artículo de despedida de nuestra ciudad, reconoció más tarde que no fueron las palabras más acertadas que había escrito. Pero no hay que olvidar el acoso que sufrió por parte de quienes pretendían que abandonase la casa alquilada en nuestra ciudad. Deberíamos recuperar aquellos artículos en los que el dibujo de Soria era muy diferente, en los que los colores y olores de la infancia se mezclaban con la agradable sensación de haber recobrado un espacio del que se había alejado más de once años. Javier Marías no solo encontró la Soria de su niñez, sino que descubrió la necesidad de refugiarse en ella cuando Madrid le agobiaba.  
Siempre llevó a Soria, y al Numancia, en el corazón. Y siguieron unidos los lazos de amistad que tenía con algunos de sus habitantes.