El bordado serrano se reinventa para ser más accesible

SPC
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La costumbre de la Sierra de Francia salmantina pasa de ser manual a la máquina de coser para ser asequible y llegar a todos los públicos

El bordado serrano se reinventa para ser más accesible - Foto: JESÁšS FORMIGO/ICAL

Puntada a puntada contando hilos. Durante cientos de años los lugareños de la Sierra de Francia de Salamanca han confeccionado a mano el que aún hoy es su mayor patrimonio: el bordado serrano. La tradición, que ha pasado de padres a hijos, o más bien de madres a hijas, ha trasladado la técnica del diseño de figuras en paños que, en cada Corpus, pasan a pulir los balcones de las casas del pueblo. Sin embargo, el cambio de los tiempos obliga a adaptar las costumbres.

“En mi casa siempre se ha bordado, mi madre bordaba, mi abuela bordaba y mis hijos siempre me han visto bordando”. Así vive la artesana de La Alberca, María Auxiliadora Calama, quien considera el bordado serrano como algo que ha estado siempre presente en su vida. Tanto es así, que se dedica a ello profesionalmente y trabaja el bordado serrano a una escala mayor en la tienda que tiene con su marido, Artesanía Hoyos-Calama.

El poder de la tradición

María Auxiliadora asegura a Ical que “la artesanía está en alza, ahora se valora mucho lo hecho a mano”. De hecho, en su trabajo hay una parte fundamental de reivindicación de la cultura popular de su tierra: “dicen que los de La Alberca somos ‘muy albercanos’ y yo creo que es eso, querer mantener y divulgar nuestra cultura, divulgar es lo que más nos llena”.

El bordado serrano ha estado siempre presente en la vida de los vecinos de La Alberca. Los primeros recuerdos de esta artesana son de su madre zurciendo en casa calcetines, sábanas o ropa, y en la calle, con las vecinas la labor bonita: los bordados o el ganchillo. Fue así precisamente como empezó María Auxiliadora, saliendo a coser con su vecina hasta cogerle el gusto, y como llegó a suponer su principal actividad laboral.

La ‘nueva artesanía’

Un rápido vistazo al negocio Hoyos-Calama basta para ver el bordado serrano en todo tipo de elementos, desde los tradicionales paños, hasta una colcha de cama, mascarillas, o incluso calzado, una de las últimas incorporaciones en este ‘merchandising’ que encandila al público. Pero, dada la ardua labor que conlleva el bordado, ¿cómo consiguen todos los elementos? María Auxiliadora explica que “siempre se ha hecho a mano, pero para poderlo hacer asequible y que todo el mundo pueda comprarlo nos ayudamos con la máquina, hay que innovar y adaptarse a los nuevos tiempos”.

Esta incorporación no fue fácil: “al principio tenía miedo por lo de ayudarme con la máquina porque el bordado a mano es muy tradicional”. Sin embargo, detalla que ha gustado mucho a la gente del pueblo, también debido a que han conseguido “hacerlo fidedigno”, respetando los colores y los puntos del bordado. Para ello, María Auxiliadora apunta a que es imprescindible conocer previamente cómo es el bordado serrano: “no puedes bordar algo a máquina que no sepas bordar a mano, sé cómo van los puntos y colores”.

Gracias a esta mejora, ahora el bordado serrano es mucho más asequible: “antes este bordado era inaccesible a los turistas de La Alberca por los precios, ya que para hacerlo a mano se tarda muchísimo”. Sin embargo, ahora están respondiendo, y gracias a la promoción que se hace de este bien cultural, llega a muchas más personas.

El arte del bordado serrano

Los paños bordados pasan todo el año guardados en arcas para salir a relucir en su día estrella, el Corpus, cuando se pule toda la plaza. Cada balcón se adorna con figuras de relucientes colores, tal y como manda la tradición. Sin embargo, esa costumbre ha cambiado también con los años, adaptándose a cada época. 

Antiguamente, cuando no había variedad de colores el bordado era monocromático en tonos negros y azules. De hecho, en la época en la que se velaba a los difuntos en casa, en cada hogar había un paño azul con el que se tapaba el ataúd. Sin embargo, cuando llegaron los tintes, el bordado pasó a ser colorido, y así también la costumbre de asociarlo de lo fúnebre a lo festivo, aunque la tradición de los tonos azules para lo fúnebre ha permanecido.

En cada pueblo de la Sierra se aplican unas tonalidades diferentes. Por ejemplo, mientras en La Alberca se usan colores más vivos, en Mogarraz los tonos son más apagados. Y al igual que los colores tienen un significado (los tonos naranjas o rojizos para las jóvenes), las formas trasladan diferentes ideas. Desde la fertilidad y prosperidad de la trucha, hasta la virilidad del hombre en los leones, hasta la explosión de la vida del árbol. 

Así se conforma una tradición artesana que aún hoy perdura en la Sierra de Francia y que cada día busca llegar a más gente. Una labor, que tal y como detalla María Auxiliadora Calama, se basa en “tener ganas y esperar”. Contar hilos con “paciencia y tiempo” para seguir transmitiendo el alma de la provincia.