Los productores de pollo están la límite

M.H. (SPC)
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La subida de los costes de producción pone en el alero a 5.000 explotaciones en España, según denuncia COAG. Este sector no recibe PAC ni ninguna otra ayuda específica

Los productores de pollo están la límite

Es típica la frase que dice que «los niños se creen que el pollo sale de las estanterías del supermercado» para ilustrar el gran desconocimiento que tiene la mayor parte de la población sobre cómo se producen los alimentos que consumimos todos los días. Pero ese desconocimiento no es solo propio de los más pequeños, sino que la mayor parte de los consumidores ignora las circunstancias en las que se cría o cultiva una comida que se puede adquirir a precios asequibles gracias al trabajo de los profesionales del campo y, en algunas ocasiones, a costa de trabajar a pérdidas.

Esta es la situación que, según denuncia COAG, están sufriendo los ganaderos de pollo de carne actualmente, sobre todo los que trabajan en modelo de integración. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos manifiesta que, a excepción de Vall Companys, las grandes empresas integradoras no están trasladando a los ganaderos las subidas de los precios del pollo al consumidor. Argumentan que durante la última semana el precio del pollo para el consumidor ha pasado de una media de 2,85 euros por kilo a 3,19 euros en las principales cadenas de supermercados, pero que el profesional que cría a los animales no ha visto ni un céntimo de ese incremento.

«Pedimos responsabilidad a todos los eslabones de la cadena de valor de la carne de pollo, (empresas integradoras y cadenas de distribución que aún están utilizando el pollo como producto reclamo, caso de LIDL y Eroski) para que los productores reciban una remuneración justa y se evite el cierre de granjas avícolas», ha subrayado Jaume Bernis, responsable del sector avícola de la Ejecutiva de COAG, al tiempo que ha recordado que Ley de Cadena Alimentaria obliga a pagar unos precios por encima de costes de producción a los ganaderos.

Los productores de pollo están la límiteLos productores de pollo están la límiteLa situación de los profesionales avícolas es crítica ante el brutal incremento de los gastos fijos, disparados por el vertiginoso aumento de los precios de gasóleo (+96%), energía (luz y gas +150%), plásticos (+50%), agua (+30%) y fertilizantes (+150%) durante el último año. Desde la organización agraria quieren trasladar la necesidad de tener una cadena sostenible que genere valor; y que éste sea repartido de manera equilibrada entre sus diferentes eslabones. «La cadena de valor del sector avícola no puede fundamentarse en una producción a pérdidas para los ganaderos, que ya contaban con unos estrechos márgenes de rentabilidad, sobre todo en el caso de las pequeñas y medianas explotaciones», ha apuntado Bernis.

Desde COAG confían en que los supermercados e integradoras sean sensibles a las reclamaciones que hacen desde el sector avícola de la organización agraria, que no tienen otro fin que garantizar la viabilidad presente y futura de alrededor de 5.000 explotaciones avícolas familiares. «No dudaremos en defender al sector con los instrumentos que nos concede el Estado de derecho y denunciaremos ante la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) a aquellos operadores que no cumplan con la Ley de Cadena Alimentaria», ha advertido el responsable de COAG.

APAG Extremadura ASAJA también ha denunciado la situación que están sufriendo en las últimas semanas las granjas de pollos. El presidente de la organización, Juan Metidieri, ha reclamado ayudas extraordinarias para estas explotaciones ante la situación tan complicada que están atravesando por el encarecimiento de la factura energética, que, según teme, puede desembocar en el cierre de muchas explotaciones. Tal y como ha explicado Metidieri, las granjas de pollos deben mantener unas condiciones y una temperatura uniforme para preservar el bienestar de las aves, por lo que la factura de luz y gas es muy elevada. Con la subida de precios, el coste en este concepto se ha multiplicado, según el caso, por tres y por cuatro, lo que unido a otros conceptos, como los productos desinfectantes, están haciendo inviables las granjas.

Los productores de pollo están la límiteLos productores de pollo están la límite«Lo peor de todo», ha indicado el dirigente agrario, «es que vemos como cada día en los supermercados la carne de pollo está más cara, pero a los productores no les llega ni un céntimo de esa subida porque se la quedan los intermediarios. El productor siempre es el eslabón más débil de la cadena y eso no se puede consentir». Desde APAG Extremadura ASAJA, una vez escuchado al sector afectado, se han planteado como soluciones dos opciones: o bien que la subida del precio del kilo de pollo en los lineales se repercuta al productor; o que el Gobierno saque una línea de ayudas «extraordinarias» solo para este año, para compensar este incremento en los costes, como ya se está haciendo en otros sectores.

Se ha querido recordar que el sector de las granjas de pollos no recibe ningún tipo de ayuda ni subvención de manera específica, como puede ser la PAC, por lo que se considera que ante una situación extraordinaria se deben tomar medidas también extraordinarias, como esa línea de ayudas. En el caso de que no se ofrezca una solución rápida las granjas irán a la ruina porque no podrán hacer frente a los pagos, lo que desembocará en terminar con una producción vital para nuestro país, al tratarse de un producto que se consume fresco, que no se puede importar y que es muy sano, además de asequible para los bolsillos de los consumidores.

En definitiva, desde APAG Extremadura ASAJA se ha pedido a las distintas autoridades, en la medida de sus competencias, que miren por el sector primario, que está siendo uno de los más castigados con la subida de los costes de producción, puesto que no pueden repercutirlos, como sí están haciendo otros colectivos.

 

Primera persona.

Jesús Vallejo es uno de esos avicultores que trabajan para una integradora. Tiene una nave de 4.000 metros cuadrados con capacidad para 55.000 pollos. Explica que los problemas que tiene el sector son muchos. En primer lugar, las empresas rebajaron el precio que les pagan por cada animal en julio del año pasado, con la electricidad ya en plena subida. Según cuenta, iba a haberse producido otra rebaja ahora, pero la presión ejercida ha hecho que la integradoras lo descarten, al menos de momento.

Jesús no esconde que la subida de los piensos está afectando a estas empresas, pues son ellas las que lo asumen. Pero también aclara que, al ser normalmente grandes compañías, tienen una capacidad mucho mayor para asumir estos contratiempos que un ganadero que depende de una sola explotación.

Según dice, existen unas tablas en las que se estipula cuál es la cantidad óptima de pienso que ha de consumir un pollo antes de ir al matadero. Si el pollo consume menos, se le paga la diferencia al avicultor; pero si consume más, que es lo habitual ya que son unas cifras muy ajustadas, se le descuenta en el precio de los animales. Y ¿cuál es el secreto para que el pollo consuma lo justo? Jesús explica que, «en un 50%, depende de que sean buenos pollos y se les alimente con buen pienso; pero el otro 50% es cuestión de manejo».

Este manejo consiste básicamente en que el animal esté a gusto y esto se consigue ofreciéndole unas buenas condiciones de vida. Esto implica mantener unos parámetros de temperatura y humedad adecuados, lo cual implica gasto en energía (gas o electricidad). «Cuando los pollitos llegan a la explotación necesitan 32 o 33 grados. Poner una nave de 4.000 metros cuadrados en Castilla a 33 grados, día y noche, en pleno invierno, implica un gran gasto». La temperatura requerida va bajando según los pollos crecen, hasta llegar a los 20 grados cuando están ya criados para ir al matadero, pero sigue suponiendo un desembolso grande.

A la pregunta de por qué los avicultores no presionan a las integradoras para que suba el precio, responde que «sobran granjas. Alguien puede plantarse y negarse a criar pollos, pero siempre va a haber otro alguien que cubra ese hueco. Las empresas tienen dónde elegir». Achaca esta situación a la gran cantidad de explotaciones que se han abierto en los últimos años con la falsa idea de que este sector da mucho dinero.

«Yo llevo toda la vida en esto, pero alguien que hace cuatro, seis o diez años se metió en una inversión de 500.000 o 600.000 euros no puede permitirse parar porque la letra del banco llega todos los meses. Esos ganaderos quieren pollos cuanto antes para poder hacer frente a los préstamos. Si no sacan nada en limpio, mal; pero al menos no les embargan las naves». Jesús lamenta que, al final, están en manos de las integradoras y muchos trabajan para no perder las infraestructuras que han financiado con préstamos, aunque no obtengan beneficio. Es una circunstancia similar a la de otros sectores de la ganadería y la agricultura.

Los ganaderos lácteos, por ejemplo, se ven en situaciones parecidas frente a las industria que les compra el producto. Ambos productos son usados como reclamos en muchos supermercados. «Leche baratísima, pollos baratísimos. Pero ¿quién paga la oferta? Los productores», se queja Jesús.

El futuro lo ve oscuro. Según cuenta, muchas explotaciones van a tener que cerrar si las cosas no cambian. «Trabajar sin beneficios o a pérdidas puede valer para pasar un mal trago, pero no tiene pinta de que la luz o el gas vayan a bajar mañana. Muchas explotaciones no pueden permitirse dos, tres, seis meses sin beneficios».

 

Ganadería en integración.

El modelo de ganadería en integración es el más habitual en producciones intensivas como el porcino o los pollos. A grandes rasgos, consiste en que el ganadero pone las instalaciones y la mano de obra y una empresa (que habitualmente funciona con muchos más ganaderos) facilita los animales a criar, los piensos, los servicios veterinarios… Empresa y ganadero firman un contrato en el que se estipulan las retribuciones del segundo, pero estos contratos no siempre contemplan circunstancias como las que se están dando actualmente, como las tremendas subidas en los precios de los insumos. En el caso de los piensos, este incremento suele ser asumido por la empresa integradora, que a su vez puede aumentar el precio de sus productos para la gran distribución; pero los costes de la energía (electricidad, gas) corren a cuenta del ganadero y éste no está en posición, en la mayor parte de los casos, de exigir un mayor precio por los pollos o los cerdos que cría, por lo que ve mermados o directamente desaparecidos los beneficios que obtenía de la explotación.