Campaña en la Soria vaciada

A.I.P.
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Los vecinos del medio rural viven con escepticismo la cita electoral. El Campo de Gómara es un claro ejemplo del abismo demográfico: en una década ha perdido el 26% de su población

Campaña en la Soria vaciada - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

La tienda ambulante de José está estacionada a la entrada de Almenar, junto a la vivienda de Blanca. Como cada martes acude a esta localidad, aunque se sale de las cuatro rutas que tiene definidas entre Soria, Almazán y Berlanga de Duero, ya que aceptó atender a sus vecinos a partir del cierre del ultramarinos. «Hace cinco años había de todo en el pueblo y ahora...», comentan las clientas mientras se asoman al interior de la furgoneta para comprobar el género. «Aquí cada vez hay menos gente, ahora parece que han venido algunos a estos pisos [señala a un edificio al otro lado]... pero ha bajado mucho. La panadería ya no hace pan, solo repostería. El pan lo traen de Gómara y Martialay al bar», cuenta Blanca.

Enfrente está el consultorio médico. Cerrado. Hace tiempo que no hay asistencia diaria, se redujo a dos días a la semana, con cita previa. A pesar de que en unos pocos años los servicios se han visto mermados casi al mismo ritmo que el padrón [desde 2011, Almenar de Soria ha perdido 49 habitantes]), Blanca asume que, a pesar de las carencias, el pueblo está surtido: «A ver, no nos falta de nada porque los martes por la tarde también viene un camión que nos trae fruta desde Ciudad Real». Cualquier experto en reto demográfico lo definiría como una muestra clara de resiliencia.

Castilla y León celebra elecciones el 13 de febrero. Esta vez el foco mediático ilumina algo más a la provincia más despoblada de la Comunidad y del país. Lo de la España vaciada... Y es reveladora la imagen de este comercio ambulante en uno de los pueblos sorianos que llegó a tener cinco bares, dos entidades bancarias, cine, cuartel de la Guardia Civil, escuela, varios comercios... «De política no entiendo, pero lo que veo es que estamos muy abandonados. Prometen mucho y luego no hacen nada. Eso es lo que pasa», admite Blanca. Lleva cuatro décadas viviendo en Almenar de Soria, desde que se casó, y de sus tres hijos, uno continúa en el pueblo, «trabajando en el campo», y los otros dos residen en la capital soriana.

Con la intención de testar el impacto de la campaña electoral en el medio rural, cae una pregunta típica de los programas de televisión de entretenimiento, a la que responde, en primer lugar, Blanca: 

-¿Qué les parecen los candidatos a presidir la Junta de Castilla y León? 

-No hago mucho caso a los candidatos 

(Re)pregunta: -¿Fernández Mañueco? 

- Sí, sé quien es porque es presidente. Igea, también. 

-¿Luis Tudanca?

-No lo conozco tanto... y Soria ¡YA! también se presenta.

José zanja con soltura el tema:

-Ni sé quién son, ni tengo interés en saberlo, ni quiero que me interese. No sé quién ha gobernado, quién gobierna... estoy absolutamente a cero. Nunca he votado, ni voy a hacerlo. Me limito a cumplir con mis obligaciones como ciudadano.

Almenar de Soria es uno de esos pueblos de travesía de carretera nacional, la N-234, así que el ruido del tráfico es el único elemento que interfiere en los saludos y conversaciones con las pocas personas que antes de mediodía transitan por la calle. 

Jesús se ha desplazado desde Borobia para sacar dinero. «En mi pueblo había dos cajas y las quitaron», advierte. «Nos tienen abandonados. Si nieva, ni vienen los quitanieves ni nada... En mi pueblo han hecho una mina, pero hay poca gente trabajando... Los pueblos van para abajo», apostilla. Este vecino de Borobia tiene una explotación porcina en su localidad y, además, trabaja en Hinojosa del Campo.

En cuanto a la convocatoria electoral lo tiene claro: «Los políticos son unos sinvergüenzas todos, no miran más que para ellos, los demás les importamos muy poco. Así de claro. Es una pena. No teníamos que votar a ninguno. Ni conozco a los candidatos, ni me preocupa conocerlos, porque es una vergüenza cómo tienen los pueblos. Así que no hago caso [...] Hacen falta servicios médicos, escuelas... pero si no hay gente».

mirando a europa. Las panaderías rurales son un símbolo de supervivencia. En Almenar de Soria, Ricardo y Raquel son la tercera generación de un negocio familiar en funcionamiento desde hace casi nueve décadas. La despoblación obligó a la pareja a dar un giro y dedicarse en exclusiva a la repostería, que venden in situ y distribuyen dentro y fuera de la provincia, ya que no lograban dar salida a la producción de pan.

Con esta estructura empresarial confían en poder vivir hasta la jubilación y, retirados del mercado laboral, podrán cumplir «planes y sueños», seguramente, fuera de Almenar de Soria. Además, su única hija ha emigrado este año a Salamanca a estudiar Filología Francesa, por lo que Raquel es consciente de que «no volverá. Igual no acaba ni en España».

«Ahora se ha puesto muy de moda la España vaciada, pues no, esto no es de este año ni del anterior, lleva años en la agonía. Ahora están ya muertos los pueblos. Lo de la Soria vaciada es entre comillas, porque está abandonada», reflexiona Raquel.

A su juicio, no ha sido buena idea para convocar comicios. «A nivel de España es más de lo mismo, así que nuestra esperanza está en Europa. Ahora como ha habido adelanto electoral se retrasarán los fondos europeos en Castilla y León... No era el momento. Me parece bien que piensen en ellos, en sus estrategias, pero los perjudicados somos siempre los mismos. Porque Europa es la que nos está ayudando», considera.

en la cabecera. Gómara puede considerarse como el municipio cabecera de esta comarca. Aún así no llega a los 300 habitantes, ya que según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de empadronados estaba al finalizar 2021 en 294, lo que implica que en una década ha perdido 91 vecinos. «En invierno viviremos ciento y pico», asegura Antonio, que comparte mesa en el bar Cosín, en la plaza Mayor, con Hilario y Luis. Los tres son de Gómara y repasan los servicios que tiene su pueblo: cuartel de la Guardia Civil, centro de salud, tienda, estación agraria, unidad veterinaria, juzgado de paz, correos, farmacia, colegio, transporte a la demanda... «de todo». 

Muestran su desconfianza en la clase política, en que existan soluciones reales a la desertificación demográfica que creen irreversible. «A los políticos no les hacemos ni caso. Ayer no sé quiénes vinieron [Soria ¡YA!] y estuvieron solos, solo fueron dos mujeres. Casi mejor que no vengan. No me creo nada», sostiene Hilario.

Comentan que no tienen una opinión definida sobre los aspirantes a gobernar a la Comunidad autónoma. «A Mañueco lo conocemos pues casi igual que al otro, a Tudanca, por la televisión, y poco más», señala Antonio.

la escuela más pequeña. Serón de Nágima tiene la escuela unitaria de la provincia de Soria con menos alumnos, tan solo cuatro. Diego, vecino del pueblo, tiene claro que si tuviera hijos se marcharía a un núcleo más habitado, con más niños. Conversa con Jesús, de Torlengua, y Miguel, de Fuentelmonge, junto al taller mecánico de la localidad.

En cuanto a las elecciones en ciernes, Jesús es contundente. «Nos tratan como tontos, llevan años diciendo lo mismo... Ahora sale Soria ¡YA! ... pues los demás si se creen que tienen la poltrona segura, igual merecen que se le quiten», advierte.

Comentan los tres que la única solución pasa por que en cada comarca se establezca una empresa que genere el suficiente empleo como para no perder más población. «Del campo puede vivir poca gente y si no hay industria, en los pueblos no se va a quedar nadie», concluye Diego.