80 años del embalse de la Cuerda del Pozo

A.P.Latorre
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En 1941 comenzó la historia de una infraestructura imprescindible en la provincia, pero terminó la de un pueblo próspero en el que vivían más de 300 personas

80 años del embalse de la Cuerda del Pozo

En septiembre de 1941 se inauguró el embalse de la Cuerda de Pozo en La Muedra (hoy Vinuesa), una infraestructura en la cabecera del Duero imprescindible en la provincia de Soria que también es un punto de atracción turística. Era el primero de la cuenca del Duero, con 160 millones de metros cúbicos de capacidad y una presa de gravedad de 41 metros. Costó 10,5 millones de pesetas y las expropiaciones otros 6,5. La previsión era que regara 34.000 hectáreas aguas abajo y produjera 30 millones de kilowatios/hora al año. La Muedra desapareció bajo sus aguas y puede verse el campanario de la iglesia de San Antonio Abad. Terminó la historia de un pueblo y comenzó la de un embalse.

relevancia. La prensa de la época habló de la inauguración del embalse, «la obra más importante de las desarrolladas o a crear en la cuenca del Duero». Se regarían miles de hectáreas servidas por los canales de Campillo de Buitrago, Ines, Aranda, Guma, Tordesillas, Pollos, San José, Toro y Zamora. «El pantano crea un salto de pie de presa, de 1.500 H.P., venero inmenso de riqueza eléctrica, que algún día, en el calado relevo que está haciendo de la hulla negra, será justipreciada en todo su valor aplicando a non natas industrias  lo ingente de su fuerza maravillosa», escribían.

Desde 1910 se fueron desgranando los detalles del proyecto en los periódicos y El Avisador Numantino recogió que, aunque desapareciera La Muedra, los beneficios eran «inmensos» para «un infinito número de pueblos», a la vez que defendía que «un pueblo pequeño tiene derecho a la vida». Pero se podría regular el caudal del Duero y evitar las grandes riadas que hacían estragos en al zona de Pinares, además de que sería beneficioso para los intereses agrícolas a industriales, según se recogía en la propia invitación a la inauguración. Se dio a conocer en los periódicos sorianos la ‘Memoria del Pantano de la Cuerda del Pozo’, obra del distinguido ingeniero de Caminos Don Pedro Pérez de los Cobos y realizada por la empresa Granero y  Córdoba. El proyecto, combatido por el  Vizconde de Eza, se envió a Madrid para su aprobación por el Ministerio de Fomento para iniciar las obras en la cabecera del Duero.

la muedra. La familia Delgado Martínez cuenta con la más amplia colección de recuerdos de La Muedra, que puede contemplarse en una exposición permanenten en la Casa de la Cultura de Molinos de Duero. Pedro Delgado comenta que en la muestra hay imágenes y objetos que rememoran al pueblo sumergido, el de sus bisabuelos, los últimos herreros de La Muedra. Además, entre los objetos más curiosos destaca la invitación a la inauguración del Pantano de La Muedra, que se repartió para acudir al acto del 29 de septiembre de 1941 y que incluía mapas e información de la obra.

Elena Martínez Moreno, la madre de Pedro, de 87 años, recuerda que sus abuelos, Lucas Moreno y Francisca Hernández, tuvieron que abandonar La Muedra por la construcción del pantano. Aunque han pasado 80 años de ello, la familia sigue teniéndolo muy presente: «Mi madre era de La Muedra pero al casarse con mi padre se vino a vivir a Molinos de Duero, de donde era mi padre, y tuvieron cinco hijos, yo la pequeña, pero íbamos mucho al pueblo porque mis abuelos vivieron allí hasta 1935, cuando los echaron para poder embalsar. Con cuatro perrilas que les dieron se compraron en Molinos una casa, porque nosotros estábamos aquí». 

Ella escuchaba muchas historias de su abuelo, el herrero del pueblo, ya que vivió con la familia, porque la abuela murió antes. «Nos contaba alrededor de la lumbre que en La Muedra se vivía bien porque había mucho ganado, humildemente pero no les faltaba nada. Él hacía todos los trabajos de herrería, de ganado, de labranza...», relata recordando que su abuelo era de Herreros, pero se trasladó al pueblo hoy desaparecido cuando se casó con su abuela y pusieron una nueva herrería, que Elena pudo conocer cuando era una niña, antes de hundirse, «jugábamos por allí cogiendo hierritos y puntas». Cuando no estaba el pantano, esas dos poblaciones estaban muy bien comunicadas por un camino.

nostalgia. Elena prosigue contando que siempre tuvieron mucha nostalgia de su pueblo. Su abuela murió a los pocos años de trasladarse a Molinos y su abuelo «ya no fue el mismo desde que lo sacaron de La Muedra». Por eso la familia tiene «todas las fotografías y toda la historia» que se puede ver en el museo y que ha recopilado, sobre todo, su hijo Pedro. Es un repaso a una obra de la presa que comenzó a proyectarse a principios del siglo XX. «En 1923 se aprobó una ley para hacer el pantano. Mi abuelo por aquel entonces era el juez y pidieron que se hiciera un cementerio nuevo para que los huesos no quedaran en el agua, que al final se inauguró en 1927. Los que murieron desde ese año hasta 1936 están enterrados en aquel camposanto. Es otra de las cosas que contaban mis abuelos, porque hacían la forja de hierro del cementerio», explica Elena. Se encuentra en un alto pero se está reclamando al Ayuntamiento de Vinuesa que lo mantenga y lo cuide en homenaje a los antiguos pobladores, ya que fue esa localidad la que «se quedó con todo lo de La Muedra». 

Incluso han conseguido para ello 2.000 firmas, entre vecinos de la zona y familiares de los últimos vecinos, que se entregarán en breve al Consistorio. «Hace dos años se realizó un bonito homenaje a todos los de La Muedra, porque nunca se les había hecho nada, y ya propusimos arreglar el cementerio», insiste Elena advirtiendo de que convendría evitar la entrada de animales. 

En su opinión, de esta obra se beneficiaron muchos, porque «el pantano recoge mucha agua en la cabecera para el bajo Duero». «Aquí tiene mucha vida respecto al turismo y va mucha gente a La Muedra, que se puede ir desde Molinos y Vinuesa», comenta. También destaca la cantidad de gente que acudió al homenaje hace dos años, descendientes de la gente que se vio obligada a mudarse a Vinuesa, Molinos, Salduero, El Royo, Soria, El Burgo de Osma, Abejar e incluso fuera de la provincia. «Llamaban por teléfono para venir a ver las fotografías a ver si reconocían a padres, abuelos...», por lo que creen que han hecho muy bien en conservar todo lo que tenían sus abuelos y en homenaje a estos últimos habitantes de lo que era un pueblo próspero que desapareció bajo el agua. A quien le interese conocer la historia de La Muedra, puede acercarse a la Casa de la Cultura de Molinos de Duero, donde se dedica una habitación a la colección de la familia.