El cambio climático compromete el cultivo de lavanda en Soria

S.Ledesma
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Altas temperaturas, falta de agua, fuertes vientos... los efectos del cambio climático en los campos de cultivo de especies aromáticas de la provincia están siendo «radicales»

El cambio climático compromete el cultivo de lavanda en Soria - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

En el campo «siempre se está mirando al cielo». Y con el cambio climático todavía más. La producción alternativa de plantas aromáticas y encinas frente a cultivos tradicionales como adaptación a este nuevo escenario ha sido una sabia táctica para muchos agricultores. Las plantaciones de lavanda, lavandín y espliego han sido, desde siempre en todo el mundo, una atracción sensorial cuando están en pleno florecimiento, además de un elemento indispensable en terapias medicinales y cosmética por su infinidad de propiedades. 

Las características geográficas y climáticas de la provincia de Soria permiten que estas variedades de aromáticas sean silvestres en las Tierras de Medinaceli, las Tierras del Moncayo y las Tierras de Almazán. Algunos de los agricultores y emprendedores sorianos las cultivan por «experimentación», pero otros apostaron hace muchos años por estas variedades como modo de vida alrededor de un atractivo entramado en el que entran en juego diferentes estrategias de negocio replicadas en otros lugares con similares condiciones. Pero el clima es cada vez más variable en la provincia de Soria, con «inviernos sin apenas precipitaciones», además de un aumento de «vendavales» que «secan la tierra» y «veranos extremadamente calurosos y secos». 

Y si los cultivos de cereal son especialmente sensibles a las variaciones climátológicas, las plantaciones aromáticas también lo son y así nos lo cuentan algunos de las profesionales que han arriesgado su patrimonio por unos cultivos que también atraen a polinizadores, indispensables en la biodiversidad, en la salud ambiental y en la humana, y que también están al albur de lo que venga del cielo. 

vaivén meteorológicoAGUA, VIENTO, SOL...

La acción del cambio climático «nos está afectando radicalmente», admite Damián Navascués, con 70 hectáreas de las que, aproximadamente 50 están dedicadas a aromáticas (lavanda y lavandín) y otras 20 son una mezcla de encina trufera sola o combinadas con aromáticas. Estos cultivos son una inversión que él y su esposa, Virginia Re, realizaron en San Felices hace casi tres lustros con la combinación con el turismo rural. Después de todo este tiempo son grandes expertos a la hora de hablar de lo que les está sucediendo a las plantaciones con tanta variación de fenómenos meteorológicos.

El año pasado ya acusaron una «disminución de la producción». Navascués rememora una «floración adelantada» fruto del aumento de las temperaturas antes de lo habitual y la posterior sequía, con temperaturas extremas en el verano (que es cuando se da la floración en Soria), además del aumento de vendavales, que secan la tierra. Todos estos factores hicieron que las plantas de lavanda y lavandín tuvieran «cinco o seis minicoronas en vez de ocho o nueve» que, con la acción de la radiación solar se «quemaban». La situación, «se extendió a otros cultivos» y se observó otro fenómeno de vital importancia: «Las abejas no salían de sus cajas». De este modo, «ni la polinización ni el néctar existen». En cuando a la trufa «la producción también ha sido significativamente menor».

La previsión para este año tampoco es nada halagüeña, con un «invierno seco; es verdad que ha habido días muy duros, pero el Moncayo ya no tiene nieve y no habrá agua». 

En la misma línea se muestra José Vicente Sanz Gallego, con dos hectáreas de lavandín en Valtueña desde hace cuatro años. Comenzó «como algo experimental» y ya cosechó al tercer año. «Prácticamente la sequía afecta a cualquier cultivo, a cualquier ser vivo y estas plantas tienden a hacer lo que pueden porque son parecidas al cereal», indica para remarcar la evidencia de que «las cosechas se merman». «En invierno ha llovido algo, pero la primavera es fundamental [para estos cultivos], así que habrá que esperar porque la floración y la cosecha dependen de muchos factores», indica. Este profesional del agro soriano también se refiere al efecto del aumento de las temperaturas en otros cultivos, «como la vid, que se daba en Monteagudo de las Vicarías y en Fuentelmonge». 

una inversión potenteMEJOR, GRANDES SUPERFICIES

José Vicente Sanz Gallego indica que su afán experimental le lleva a contar con poca superficie de cultivo, pues se trata de una inversión «importante» si se dispone de la maquinaria adecuada para su cosecha y destilación. «Es algo muy específico y no sabes si al final te compensa [por la producción]», indica. 

Por su parte, Armando Pérez indica que se inició en estos cultivos «por influencia de Damián Navascués (que también he trabajado para él en alguna ocasión, y por probar cosas nuevas, por inquietud». Tiene cuatro hectáreas de lavandín en Noviercas desde hace seis años y ya ha cosechado en varias ocasiones. Al principio tuvo «problemas de plantación» y hubo de «replantar», pero de momento no puede cuantificar daños por el efecto del cambio climático, aunque se refiere al último verano «extremadamente cálido y seco». Mantiene que uno de los mayores problemas está en las «dificultades para alquilar o subarrendar» la maquinaria para cosechar y destilar, pues «para producciones pequeñas es difícil que alguien la movilice». Considera que se trata de una «gran inversión» y que para que el cultivo sea rentable «se necesitan grandes superficies». 

destino de la producción Destilerías y sector industrial

El principal destino de la destilación de los cultivos de lavanda y lavandín es el industrial, con «Francia a la cabeza», según indica José Vicente Sanz Gallego que vende su cosecha a una destilería en Guadalajara (otro de los paraísos de este cultivo en nuestro país) porque «es poca cantidad» como para hacer destilación propia. La destilación para Armando Pérez depende de las instalaciones de San Felices, pues Damián Navascués cuenta con la maquinaria necesaria para cosechar y destilar por su cuenta. «Por el tema de la pandemia se paralizó muchísimo la venta de la esencia y no he dado salida a la producción de ésta; no he hecho negocio», indica Pérez. Navascués y su esposa elaboran la esencia y derivados a pequeña escala para su venta para la elaboración de tratamientos, pues «tiene 50 componentes que ofrecen numerosas propiedades». 

turismo EXPERIENCIA SENSORIAL

La experiencia turística de los campos de lavanda es algo que también atrae a numerosos visitantes a San Felices durante la floración, que en la provincia es «más tardía» que en otros puntos del país por la altitud. Como explica Navascués acontece «progresivamente» con un comienzo «moderado a finales de mayo o principios de junio», para contemplar toda su explosión en verano.

Para Armando Pérez «estéticamente es muy bonita». Los campos de lavanda en flor dan «satisfacción, una sensación de alegría» tanto para quienes los cultivan como para quienes, cada año, acuden a ellos para observarlos, olerlos, sentirlos. Por eso es una actividad muy ligada a la atracción de turismo que necesita de impulso.

ayudas LA NUEVA PAC

Al respecto, Damián Navascués habla de la nueva PAC, que «incentiva a los emprendedores pero deja fuera a los profesionales que ya estamos asentados; hemos hecho un esfuerzo durante años sin ayuda, así que estaría bien que nos incluyeran a todos». Una situación que, junto al cambio climático, no ayuda nada.