José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Bárbaros al norte, ovejas al sur

07/05/2022

Aún no me he diagnosticado el último mal que afecta a mi personalidad y carácter, pero sospecho que tiene que ver con la edad. El caso es que los síntomas, que se traducen en indignación nivel cuatro en una escala de cinco, emanan de la indignación que me producen las cada vez más evidentes conductas ovinas de mis congéneres y las estúpidas contradicciones que ello genera. Acabo de volver de visitar una colonia germano-británica que administrativamente pertenece al Reino de España y que tiene por nombre oficial Mallorca. Un lugar delicioso sin paliativos. Bueno, miento, con la objeción necesaria al comportamiento de la hordas bárbaras, llegadas sobre todo de Inglaterra y Alemania y que no sólo se sienten como en casa, sino que llegan a pensar que es la suya propia y los aborígenes no somos otra cosa que 'el servicio'.
Lo primero que llama la atención es que las lenguas oficiales, el castellano y el mallorquín, son residuales a la hora de anunciar lo que sea, restaurantes, comercios, parajes…Lo siguiente es que las normas se las traen al pairo. Las miríadas de ciclistas que inundan calles y carreteras, invaden también las aceras y, en el peor de los casos, el guardia de turno les propone amablemente que ocupen su espacio en la vía pública. De las mascarillas en el trasporte público se descojonan. Directamente. Ya les puedes decir que se la pongan que te miran de arriba abajo como si observaran un gusano, y si un conductor les llama la atención, tardan un minuto en quitársela de nuevo en cuanto lo pierden de vista.
Diríamos pues que mis mosqueos enfermizos tienen su origen en comportamientos poco cívicos de quienes suelen presumir de lo contrario, pero lo cierto es que la culpa es nuestra. De los de aquí, vendidos a 'la pela' para que no deje de cacarear la gallina de huevos de hora que riega el monocultivo de esta maravillosa isla y que no es otro que el turismo.
Andaba yo reflexionando sobre ese servilismo arrastrado, cuando consulté, como suelo, la prensa digital a ver qué pasaba en mi provincia. Nada del otro mundo, excepto la presentación en el Ayuntamiento de Soria de una iniciática cultural que se ha dado en denominar Spring Urban, o sea primavera urbana, y pasé del cabreo a la desolación. Al menos en Mallorca hay una razón para prostituir las lenguas vernáculas; hay que conquistar la cartera de los visitantes extranjeros, pero aquí, en Soria ¿espera alguien una avalancha de británicos para vivir este evento? Sí, ya sé que es una cuestión de márquetin, como el Soria Talent y otras iniciativas parecidas, pero sigo sin saber qué ventajas ven los creativos en utilizar el inglés para un público hispano parlante.