"Los actores decimos que los malos son divertidos de encarnar"

Juana Samanes
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Vocacional. Empezó muy joven y ha compaginado con gran fortuna cine y televisión, porque le gusta diversificar para seguir creciendo como intérprete

"Los actores decimos que los malos son divertidos de encarnar" - Foto: Luis Millán

Pocos intérpretes pueden presumir de haber tenido un padre tan popular como Rodolfo Sancho. Y lo hace con una gran sonrisa. De casta le viene al galgo. Ha sabido hacerse un hueco en el mundo del cine y la televisión con papeles memorables como el del rey Fernando El Católico en la serie Isabel. En el recién estrenado thriller La piel del tambor cambia totalmente de registro e interpreta a un villano.

 

¿Cómo se siente al interpretar a un malvado?

Me siento muy satisfecho. No sé lo que está ocurriendo en mi físico, pero llevo un par de años que me ofrecen muchos papeles de malo y estoy encantado. Mi personaje en el filme, Pencho Gavira, es un tipo ambicioso, corrupto, sin remordimientos, capitalista en el peor sentido, capaz de pisar a cualquiera para conseguir sus objetivos... Es muy atractivo. Los actores siempre decimos que los malvados son divertidos de interpretar y claro que lo compruebo en esta película. 

 

¿Qué ha sido lo mejor de intervenir en esta coproducción internacional?

Posiblemente, la tranquilidad de que está basada en una novela de Arturo Pérez Reverte. Es jugar a caballo ganador porque la propia trama ya está probado que funciona. Más aún cuando el propio  Arturo ha  dicho que es la mejor película que se ha hecho de una obra suya. El intervenir en una coproducción internacional no me obsesiona porque yo ya he trabajado antes en películas en inglés. Lo importante que sea un buen trabajo y se vea en más países. Eso es lo que vale. 

 

En esta cinta se habla de ambición, poder, dinero… La vida misma, ¿no? 

Por desgracia, ese tipo corrupto que interpreto no es algo de esta época. Ha existido siempre en la Historia de la civilización. Refleja un poco a muchos personajes que hay sueltos por ahí.

Le reconozco que soy una admiradora de su interpretación de Fernando El Católico en la serie televisiva Isabel. Es muy difícil que se olviden de un papel tan carismático como ese.

Creo que tuve suerte porque justo después de trabajar en Isabel empecé en El Ministerio del Tiempo, a la que le siguió la serie Mar de plástico, y en mi carrera no me ha marcado mucho. Pero sí, curiosamente, en el aspecto personal e interpretativo de mi aprendizaje como actor. Recuerdo el personaje de Fernando con un amor inmenso. Era un hombre bipolar. Yo decía de él que era el simpático tirano: podía estar sonriendo y ser amante de su familia, y girarse y mandarte a la hoguera en la misma secuencia. Disfruté muchísimo y creo que se notaba.

 

Ahora los actores españoles trabajan más en series televisivas que en películas, que está muy bien porque tienen continuidad laboral. Pero, ¿no es un arma de doble filo estar interpretando un mismo personaje muchas temporadas?

Yo, a lo largo de mi carrera artística, varias veces he dejado un papel en una serie porque corría el riesgo de pasarme ocho años haciendo lo mismo y en esa situación es muy difícil, por no decir imposible, desencasillarte. Prefiero no hacer más que dos o tres temporadas porque creo que el actor debe dar vida a una diversidad de personajes y, además, porque si haces lo mismo muchos años te acabas aburriendo.

 

Empezó usted muy joven y ha conseguido hacerse un hueco en el mundo de la interpretación, pero lo tenía difícil siendo su padre, el icónico Sancho Gracia.

Mi padre marcó una época, eso es indudable. Habrá actores mejores y con más talento, eso está claro, pero mi padre fue el más popular gracias a Curro Jiménez. Se rodó en un momento político muy concreto. Él encarnaba a una especie de Robin Hood en 1976. La siguen emitiendo todavía. Lo bonito era que, disfrazado de aventura, su personaje era un revolucionario que luchaba por los pobres. Por eso mismo era una bomba de relojería que tenía que triunfar ayudado por el carisma de mi padre, que se comía literalmente la pantalla. Yo estoy sumamente feliz y orgulloso de ello. Murió hace 10 años y lo recuerdo con muchísimo amor. Creo que poco a poco he aprendido a vivir con ello.

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