"Un centro de referencia no se hace en dos días"

A.I.P
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La Unión Europea acaba de publicar la estrategia de cuidados de larga duración, para que sean asequibles, accesibles y de mejor calidad. En torno a esta premisa se desarrolla la actividad del Centro de Referencia Estatal del Imserso en Soria

"Un centro de referencia no se hace en dos días" - Foto: E.G.M

El Centro de Referencia Estatal de Atención Sociosanitaria para Personas en Situación de Dependencia (Credef) del Imserso es una instalación avanzada en la promoción, desarrollo y difusión de conocimientos, experiencias innovadoras y métodos de intervención orientados a la promoción de la autonomía personal, el intercambio de conocimiento, la formación de profesionales y la prestación de servicios de una alta cualificación. Esta es la descripción oficial de este centro, sumamente técnica. Pero, en definitiva, lo que persigue el personal de este centro es trabajar en un «cambio de modelo» en la estrategia de cuidados de larga duración y también en la «desinstitucionalización» de los mismos. De los proyectos que desarrolla el Credef habla en esta entrevista su directora, Silvia Oliva Manzano.

En abril llegaron al Credef los primeros usuarios. ¿Qué balance hace?

Empezaron a venir desde abril hasta junio, a medida que se iban resolviendo las solicitudes por parte de la Dirección General del Imserso. Esto implica un trabajo previo. A algunos usuarios les informaron los servicios sociales, sanitarios, ayuntamientos o la Diputación, pero también cualquier persona puede presentar su solicitud aquí. Tenemos un baremo con criterios objetivos, cuantificables, para ser usuario del centro.

¿Cuáles son los programas que desarrolla el Credef?

Somos un Centro de Referencia Estatal del Imserso, del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. La Unión Europea acaba de publicar la estrategia de cuidados de larga duración, para que sean asequibles, accesibles y de mejor calidad, y que se mejore la vida de los receptores de cuidados y de los cuidadores, tanto profesionales como no profesionales. En ese marco está España, que tiene que introducir ese cambio, que no es de la noche a la mañana, es cultural, pero estamos ahí. Todo esto implica dos puntos importantes: el cambio de modelo y desinstitucionalización. Supone pasar del actual modelo médico-rehabilitador, que se basa en lo que las personas no pueden hacer, al modelo de atención centrado en la persona, que significa que esa persona diga lo que necesita y los servicios sociales les ayudemos a cumplir su proyecto de vida. Y luego está la desinstitucionalización. Ahora si preguntas en la calle a cualquiera dónde crees que vas a acabar de mayor, todo el mundo dice que en una residencia. Pues no, hay que poner los medios necesarios para cuidar a las personas en sus domicilios o en lugares en los que se sientan como en sus casas. Todos los proyectos que estamos desarrollando van en estas dos líneas.

¿En qué consisten?

Dos de los proyectos en los que estamos son europeos y se iniciaron en noviembre de 2020. Ambos tienen como finalidad influir en las políticas, en el cambio de normativa para adaptarse a la estrategia europea de cuidados. Uno de ellos es RuralCare, en el que el socio principal es la Junta de Castilla y León, y ahí el Credef está como observador, no tenemos presupuesto asignado. Nuestra labor es ver lo que pasa por si puede ser escalable a otras regiones. Luego está el proyecto InCare, en el que sí tenemos presupuesto, y estamos continuamente redactando los informes. Participan España, Austria y Macedonia del Norte. Este proyecto refuerza los cuidados de larga duración en la comunidad y muy vinculados a entornos locales.

Dentro de InCare hicimos un taller de teoría del cambio de cuidados de larga duración en diciembre, al que asistieron expertos, receptores de cuidados, cuidadores, familiares, representantes políticos a nivel nacional y autonómico, de servicios sociales, sanitarios... Se hizo un mapa de teoría del cambio definiendo el punto en el que estamos y al que queremos llegar en diez años.

Estas conclusiones son tenidas en cuenta en foros nacionales, porque el Centro de Referencia tiene la capacidad de presentarlas al director general del Imserso. Recientemente, he estado en Santander en un curso sobre la revisión del modelo y han salido estas conclusiones del taller de Soria. Estamos contentos, para eso estamos, para ser referencia.

Ha costado poner en marcha este centro... 

Sí. Un centro de referencia no se hace en dos días, no vale solo con ponerle el nombre. 

Sobre todo, definir su contenido...

Llevo desde 2019 y entonces ya estaba la orden de creación del centro, que es de 2015, y ya decía que debía ser referencia en innovación de servicios sociales y crear buenas prácticas que fuesen exportables a otros recursos del sector. A partir de ahí ha sido un hilo continuo y coherente.

El Credef es un centro de proyectos, que tienen un principio, un final y una evaluación. Además, de estos proyectos europeos, pensamos que teníamos la oportunidad de desarrollar una investigación aplicada con datos propios y estamos en contacto con otros centros del Imserso.

Se refiere al PIPAP (Programa de Intervención de Promoción de la Autonomía Personal) del que forman parte los diez usuarios que acuden a diario al Centro de Referencia. ¿En qué se basa esta iniciativa?

Es un trabajo red con otros centros del Imserso. El programa original salió del Centro de Referencia Estatal de Salamanca, guiado por la terapeuta ocupacional y la logopeda. Propusimos que podíamos hacerlo adaptado a nuestra población. Nos consta que se está haciendo en más centros del Imserso, por lo que sus resultados serán más ricos. Aquí tenemos diez usuarios, en Salamanca otros diez...

El objetivo del PIPAP es valorar si con las intervenciones que llevamos a cabo las personas mejoran su autonomía personal y está todo basado en el modelo de atención centrado en la persona. Cuando los usuarios dicen: nos hacen caso, nos escuchan... va en la línea que busca Europa de ponerlos en el centro, a sus familiares, también, y nosotros adaptarnos a sus necesidades. No es el qué se hace, sino cómo se hace. Es lo que estamos evaluando. Esto lleva un trabajo previo de sesiones individualizadas para que las profesionales conozcan a cada uno, para después organizar sesiones grupales. Está todo muy pensado.

Son diez usuarios, pero la competencia asistencial no es del Estado, es de las comunidades autónomas y de las entidades locales. Lo que nosotros hacemos es para conseguir referencia. Nuestro objetivo no es que llegue a más gente. Estas personas están un año con nosotros, primero son seis meses, prorrogables a otros seis. Por eso les decimos que no abandonen el resto de recursos porque en abril de 2023 empezará una segunda edición del PIPAP con otras personas. Nosotros tenemos que redactar buenas prácticas para que se copien a otro nivel.

También estamos yendo a los domicilios para evaluarlos por si podemos asesorarles en alguna mejora que les pueda facilitar la vida.

El perfil de los usuarios es dispar, ¿qué se prioriza en ese baremo al que aludía antes?

Son personas con dependencia derivada de discapacidad física y que tengan margen de mejora. Es caso a caso. Cualquiera puede presentar su solicitud de cara a la edición del año que viene.

¿Cuál es la plantilla del Credef?

La Relación de Puestos de Trabajo (RPT) está formada por seis puestos de personal funcionario (dos jefas de sección de gestión del centro y del conocimiento; administradora; dos auxiliares de enfermería; y directora) y el personal laboral son ocho (terapeuta ocupacional, logopeda, trabajador social y cuatro auxiliares de enfermería). Está el proceso selectivo en marcha, que esperemos que se resuelva a final de año, y así tener la plantilla completa.

¿Cuántas son las vacantes?

Falta enfermero, trabajador social y un auxiliar de enfermería. 

¿Qué terapias se llevan a cabo?

Terapia ocupacional, logopedia y, sobre todo, hacemos una atención integral, no terapias independientes, sino que lo que hace la logopeda lo consensúa con la terapeuta y las auxiliares, que dentro del modelo de atención centrado en la persona, tienen un papel muy importante. Hay una figura que es el personal de referencia y son las auxiliares de enfermería. Es una relación personal con el usuario mucho más cercana. Lo que destacan las personas que vienen aquí es el modelo de atención centrado en la persona y nos alegramos de esa perspectiva porque es de lo que se trata.

¿Cómo se aplica todo esto a la vida real? Al final también es cuestión de dinero, ayudas a la dependencia...

Para aplicar el modelo de atención centrado en la persona hace falta un cambio de mentalidad en los profesionales. En lugar de esa jerarquía de quien está al otro lado la mesa es el que sabe lo que tú tienes que hacer o lo que te falta, pues no, se trata de preguntar qué se necesita y lo que se quiere conseguir. El profesional con sus habilidades tiene que ser capaz de guiarle. No se trata de dar a todos lo mismo. Es un cambio de paradigma de los profesionales.

Las ayudas a la dependencia están más en la línea de desinstitucionalización. De hecho, uno de los proyectos europeos, RuralCare, trata de  ayudar a las personas del medio rural a cuidarlas en sus hogares, al margen del nivel de dependencia que tenga y de los recursos económicos. Se está dando más importancia a la figura del asistente personal, que ya contempla la Ley de Dependencia, pero que apenas se utiliza. Ves las estadísticas del SAD (Sistema de Atención y Ayuda la Dependencia) y de todas las prestaciones que se dan esta representa menos del 1%. Hay que fomentarla, legislar sobre esta figura, porque se ha demostrado que es una de las que más autonomía dan a las personas. En estos proyectos también se cuantifica lo que cuesta. Hay que crear evidencia, que para eso también estamos nosotros, para que se modifique la normativa en la línea de la estrategia europea.

Describe los programas en los que participa el Credef, ¿en qué otras iniciativas tiene previsto colaborar?

Hasta que no esté cerrado, prefiero no comentarlo. Estamos mirando más programas que van en la misma línea. Y, por supuesto, una segunda edición del PIPAP va a haber a partir de abril. En el resto, iremos viendo.

Aunque estén informados, ¿son conscientes los usuarios del PIPAP que en abril dejarán el centro?

Sí, porque hemos insistido mucho en ello por no crear falsas expectativas. Les hemos explicado que el programa PIPAP es de evaluación de resultados y que la duración máxima es de un año. De hecho es de seis meses, ahí valoramos si procede la prórroga y estamos ah ora con las primeras. A priori, todos son susceptibles de continuar, porque todos están mejorando y la prórroga está justificada. Todo el mundo sabe que al año,  se termina, y que forman parte de una iniciativa de evaluación. Nos pareció fundamental que se supiera desde el primer día, incluso antes de registrar la solicitud.

La politización del Centro de Referencia Estatal, que ya se planteó en 2005 y ha dado distintos giros, ¿ha jugado en contra de que se sepa lo que aquí se hace?

Soy funcionaria, hay que estar a lo que tienes que hacer y no escuchar el ruido que, a veces es bueno; otras, malo... Tratamos de sacar adelante nuestro trabajo lo mejor posible.

¿Cree que es necesario dar a conocer a la sociedad este centro?

Sí, nos hace falta que se difunda lo que aquí hacemos. Somos conscientes de que todo el trabajo que hacemos no se traslada a la sociedad. En el curso en el que estuve en Santander, todos los ponentes, que formaban parte de los servicios sociales, hablaban de que este debate tiene que salir a la calle, de cómo queremos que nos cuiden. Falta dar ese paso, no solo en Soria, en general. 

El Credef trabaja en red con otros centros del Imserso, ¿también con otras entidades, como la universidad o centros educativos?

Con estos programas no tenemos más colaboraciones, pero estamos abiertos a escuchar y valorar todo aquello que surja. En mayo y junio llamamos a todas las asociaciones del tercer sector de la ciudad de Soria para explicarles lo que estábamos haciendo. Cualquier entidad o persona puede solicitar venir al centro y conocerlo. Así ha sido. Ha venido gente a nivel particular, un grupo del centro de Educación de Adultos de Almazán... Ese ofrecimiento sigue abierto.

En una entrevista al presidente de la Asociación de Párkinson publicada en este periódico, comentaba que se podía sacar más partido a este centro. ¿Debe ser más fluida la interactuación con estas entidades?

Con el personal que somos bastante hacemos. Uno de los proyectos, InCare, es en inglés, con la dificultad añadida que implica. Ahora mismo, todo se puede valorar, pero el trabajo en red que hacemos es con otros centros de referencia del Imserso.

Y estamos en un cuarto proyecto. Cuando llegamos al centro no había carteles. Como tenemos de compañeros al Centro de Referencia Estatal de Productos de Apoyo (Ceapat), preguntamos para que cada cartel cumpliera la normativa de accesibilidad universal. Ya que habíamos ese trabajo hemos asesorado a instituciones de la provincia que nos lo han pedido: Subdelegación del Gobierno, Jefatura Provincial de Tráfico y a la Guardia Civil. Es un trabajo extra de la terapeuta ocupacional y la logopeda.

¿Han temido que ocurriera con este  centro lo que ha pasado con otros, como el de los Alimentos?

No, porque hemos ido de menos a más. Estuve unos meses en la Subdelegación del Gobierno, porque no había licencia de primera ocupación. Todos los contratos, también, salen de aquí. 

De cómo cogimos el edificio a ahora, ya creemos que es un Centro de Referencia y vamos a más. El personal es funcionario o laboral, no son contratos temporales, esto afianza una continuidad.

La pandemia supuso un paréntesis en la actividad del centro.

Sí, lo equipamos con las camas del centro penitenciario por si hubiera sido necesario para pacientes. Parte del personal fue cedido al hospital Santa Bárbara.