Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


¿Y de las cosas de comer?

23/10/2019

La deriva del secesionismo catalán no sólo lleva camino de una lamentable cronicidad, sino que eclipsa casi por completo la agenda pública del país. Lo sucedido estos días en esa comunidad autónoma lo merece, sin duda, pero ojalá no acabe por fagocitar la atención política necesaria para solucionar otros problemas que afectan, y mucho, a la cotidianeidad de las personas. Y, desde la lógica consciencia de que la actualidad manda sobre otros hechos, reitero que los altercados callejeros en Barcelona y la irracional ofensiva de los radicales independentistas son de una profunda gravedad que requieren de toda nuestra preocupación, porque no sólo pierde el conjunto de Cataluña, sino que perdemos todos.
Pero dicho esto, convendrán conmigo en que la realidad diaria también tiene otras aristas por las que discurre nuestro devenir colectivo e individual. Mientras las barricadas arden en la ciudad Condal y las pérdidas económicas suben ya a los 400 millones de euros, en el país sigue habiendo un 20 por ciento de personas en situación de pobreza, un elevado porcentaje de desempleados, miles de autónomos que a duras penas llegan a fin de mes o interminables listas de espera para una intervención quirúrgica. Todo esto no son más que varios ejemplos de otros escenarios igual de duros donde los protagonistas tienen nombres y apellidos y van a cara descubierta. Hay suficiente materia sensible y compleja para que la agenda política del país no esté monopolizada por el llamado ‘procés’ y las invectivas de sus más destacados próceres, ni mucho menos por la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, cuando hay gente que no tiene para comer, la brecha de la desigualdad social se ahonda o hay mujeres que sufren impunemente la violencia de género. No se trata de estar instalados en la fácil demagogia, pero creo que también es de recibo siquiera una mirada pública a esas situaciones sangrantes. Porque como interpela el título de esta columna, ¿quién se ocupa de las cosas de comer? Los radicales, sin duda, no.