Las claves sociológicas de la nueva normalidad

A.I.P.
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Los profesores Alberto Soto y Juan Romay hablan sobre la huella psicosocial de la covid

Las claves sociológicas de la nueva normalidad - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Dos años en los que, en función de la situación epidemiológica, se ha hablado en distintos momentos de  alcanzar en la 'nueva normalidad'. No hay que olvidar que esta es una expresión que surgió en el ámbito político, ya que resulta «paradójico», a juicio del psicólogo Alberto Soto. «Lo que venga será nuevo, pero ya veremos si es normal...», abunda. El Día de Soria busca respuestas sobre lo que nos deparará el futuro poscovid. Y lo hace en el ámbito de la Psicología y de la Sociología, con la participación de los profesores estas disciplinas del Campus Universitario Duques de Soria, Alberto Soto y Juan Romay.

No hay que bucear en teorías de difícil asimilación. O enrocarse en la idea de que la crisis sanitaria (y sus consecuencias) se prolonga 'sine die'. Es mucho más simple, en opinión de ambos profesores, y puede resumirse en algunas «estrategias de enfrentamiento» y «herramientas psicosociales» sencillas que se encuentran en el día a día, en lo cotidiano, en el apoyo familiar y social imprescindible para encarar cualquier adversidad. Una de las aseveraciones del profesor Romay en esta conversación lo sintetiza: «Debemos centrarnos en la gente a la que nos abracemos». Y si no es suficiente, siempre se puede recurrir a las «terapias psicológicas», según Alberto Soto, «fundamentales» para superar el bache.

eliminar los símbolos SALIR SIN MASCARILLA

Mientras los «elementos simbólicos» permanezcan, la pandemia no desaparecerá. «En el momento que dejemos las mascarillas, ahí empezará la normalidad. Aunque vamos a tener un punto de alarma residual, pero tenemos una capacidad bestial de adaptarnos a todo de una forma muy rápida», sostiene el sociólogo.

Para el psicólogo, hay efectos de la pandemia que continuarán «interiorizados» en adelante. Aunque deje de ser obligatorio el uso de la mascarilla, quedará un poso de conductas, como puede ser un exceso de celo en los hábitos de higiene, algo positivo siempre que no se convierta en una obsesión. «Hay aspectos sociales que, a corto plazo, no nos van a permitir llegar a esa normalidad a la que aspiramos. Y, además, ahora lo enlazamos con la guerra en Ucrania, por lo que todo se precariza más...», advierte el docente.

secuelas tras la pandemia TRASTORNOS PSICOLÓGICOS

Existen otras olas, además de las epidemiológicas. Como la asociada a otras patologías que se han agravado por retrasos en la asistencia en estos dos años de pandemia, o la de los trastornos psicológicos. «Esta se presume más duradera, porque está relacionada con eventos traumáticos. Lo más habitual es la depresión y la ansiedad, pero también el trastorno de estrés postraumático por las pérdidas de seres queridos cercanos cuando no se ha podido hacer un funeral, un duelo... La ola psicológica continuará, incluso cuando lleguemos a la normalidad», aventura el profesor Soto.

Sin embargo, a nivel social no quedarán grandes secuelas, ya que la pandemia «ha incrementado a lo bestia» los servicios públicos y, hasta ahora, la situación laboral «se ha estabilizado», tal y como matiza Juan Romay. Y, aunque han fallecido miles de personas, el impacto de la muerte  ha quedado, para la mayoría, lejos del entorno más próximo. 

colectivos más afectados JÓVENES OLVIDADOS

En cuanto a los colectivos más 'sufridores', más allá de la incidencia sanitaria, el profesor de Sociología cree que se ha olvidado a la juventud. «Al principio, los adolescentes quedaron excluidos de pisar la calle, así que cuando salieron lo hicieron de forma desaforada», afirma.

En este sentido, el psicólogo percibe que las personas de mediana edad tienen ocupaciones suficientes que operan de «estrategias de enfrentamiento», mientras que los mayores y los más jóvenes son colectivos «más tendentes» a prolongar estas situaciones. «Incluso les va a costar más a los jóvenes que a los mayores, porque ellos han vivido situaciones muy duras que les permiten relativizar cualquier circunstancia», aduce.

fatiga pandémica TIEMPOS DE CRISPACIÓN

«Tenemos la sensiblidad a flor de piel, estamos agotados, cansados de malas de noticias y en seguida nos crispamos. Y eso se ve en el crecimiento de los extremismos, que se han potenciado todavía más por esa sensación de fatiga pandémica», afirma Juan Romay. La covid-19 ha agudizado la tesitura de polos en los que se mueve la sociedad, un escenario que empezó a dibujarse con la crisis económica de 2008. «Y a la mayoría de las personas, que están en medio de esos polos, esta situación les hace mella», continúa Alberto Soto.

Por todo ello, las herramientas psicosociales más efectivas se encuentran en las posturas intermedias, que no son las más cómodas, pero sí las más saludables para el individuo y la sociedad. «En el mundo de lo cotidiano encontramos los afectos», puntualiza el profesor de Sociología.

De la misma forma, el psicólogo pone de relieve que hay que buscar «apoyo social y familiar» para superar el miedo, la intolerancia, la sobreprotección, el cansancio... todo aquello que nos deja en herencia el coronavirus. Hay que ir un paso más allá y desestigmatizar las terapias psicológicas y reclamar mayor dotación profesional especializada en un sistema sanitario que, en esta pandemia, se ha centrado en la parte biomédica y tiene como asignaturas pendientes la salud social y mental.