Adiós, capitán

Javier Villanueva (EFE)
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España echará en falta a Raúl Entrerríos, que se retiró tras firmar una temporada de ensueño

El que fuera central de la selección y del Barça es ahora coordinador de los equipos base y entrenador del equipo juvenil de la entidad culé.

«Es difícil imaginar un final mejor», señaló con la voz entrecortada un emocionado Raúl Entrerríos tras colgarse la medalla de bronce en los Juegos de Tokio, con la que el capitán de los 'Hispanos' puso final a su larga y brillante carrera deportiva.

Su despedida constituyó el momento más emotivo de 2021 para el balonmano español, que había hecho del central asturiano su auténtico santo y seña.

Poco importó que no fuera con el ansiado oro, el objetivo que llevó a Entrerríos a prolongar un año más su presencia en las pistas, tras el aplazamiento de la cita olímpica a causa del coronavirus.

La decisión permitió seguir disfrutando del talento de un jugador al que el destino quiso recompensar con una inolvidable temporada final, en la que no solo conquistó todos los títulos posibles con su club, el Barcelona, sino que condujo además a España a un bronce olímpico y otro mundial.

Pero el legado de Entrerríos va mucho más allá de sus innumerables títulos y medallas, ya que el jugador que más veces ha vestido la camiseta de los 'Hispanos', ejemplificó como pocos el carácter colectivo de este deporte.

En una época de primacía del factor físico y el lucimiento personal, el gijonés encarnó la figura de central clásico, más preocupado de crear juego para sus compañeros que de engordar sus cifras particulares. Esta actitud contracorriente puede hacerse extensible a toda la selección española, que ha hecho de la exaltación del juego colectivo un camino propio y único para pelear por los metales en cualquier gran competición.

Raúl Entrerríos contribuyó a inculcar en el equipo esta filosofía con su liderazgo tranquilo, sin estridencias, desde la autoridad que le otorgaba su compromiso inquebrantable, desde el respeto que le confería ser un ejemplo constante para sus compañeros.

Un liderazgo que el capitán de los 'Hispanos', pese a su carácter tímido e introvertido, supo ejercer también fuera de la pista, donde se ganó el respeto y la admiración de la prensa y aficionados con su discurso sereno y maduro.

Son valores que el pequeño de los hermanos Entrerríos quiere transmitir a las nuevas generaciones desde su nuevo puesto de coordinador de los equipos base del Barcelona y entrenador del equipo juvenil. En esta manera de entender y de vivir el balonmano el interés colectivo, el grupo, siempre estuvo por delante de cualquier consideración personal.

 

Gol decisivo

Ni en su adiós se dejó arrastrar Entrerríos por el brillo de los focos, pese a ser el encargado de firmar el gol que selló definitivamente el triunfo que permitió al equipo español subir al podio. «Eso del gol es algo que queda un poquito al margen. Lo importante era ver cómo en esos instantes finales el trabajo, por fin, estaba hecho y conseguíamos esa medalla de bronce», recalcó.

Habría sido injusto que la posiblemente mejor generación de jugadores nacionales se despidiera de la selección sin un metal olímpico tras subir a lo más alto del podio en Europeos y Mundiales.

Es verdad que Raúl Entrerríos ya sabía lo que era la gloria olímpica, tras formar parte del equipo que logró el bronce en los Juegos de Pekín 2008, pero el capitán hizo suyo, como el que más, el objetivo de alcanzar el podio.

La alegría del bronce nipón no estuvo exenta de nostalgia, conscientes todos de haber asistido al capítulo final de un emocionante viaje, la despedida del capitán.