Soria mantiene cifras al alza en donación de órganos

N.Z.
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El hospital registró cuatro donaciones en 2020 y este año suma seis, por encima de la media. El próximo año está previsto incorporar la donación por asistolia controlada

Soria mantiene cifras al alza en donación de órganos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

La crisis sanitaria provocada por laCOVID-19 se ha cebado con los trasplantes y donaciones, que han sufrido una paralización a nivel mundial. Con los sistemas sanitarios sobrecargados, las unidades de críticos saturadas y la reticencia inicial a trasplantar en un entorno de transmisión comunitaria, durante la primera ola de la pandemia el número de trasplantes de órgano sólido cayó un 31% con respecto al año anterior, según un estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Trasplantes de Órganos (ESOT). En España, según datos del Ministerio de Sanidad, el impacto del coronavirus redujo un 19% los trasplantes y un 23% las donaciones. En Castilla y León en 2020 hubo 86 donaciones, una cuarta parte menos que un año antes.

Soria, sin embargo, ha roto esta  tendencia y, a pesar de la pandemia, ha logrado mantener, e incluso mejorar, las cifras de sus mejores años. En 2020 se llevaron a cabo con éxito cuatro extracciones de órganos, una de ellas con la COVID-19 ya instalada en el hospital Santa Bárbara, y este año van ya seis donaciones realizadas, una de ellas multiorgánica. 

Es obvio que en un contexto nacional con 1.777 personas que donaron sus órganos en España en 2020 tras fallecer, los datos de Soria representan cifras humildes. No obstante, es innegable también que, teniendo en cuenta el perfil poblacional de Soria y el colapso sanitario vivido en el hospital, son cifras «positivas». «Soy coordinador autonómico desde 2013 y hasta entonces la media de donaciones anuales en Soria rondaba las dos. Poco a poco se ha ido subiendo hasta una media de cuatro al año. Cuatro hubo en tiempo de pandemia y este año llevamos ya seis procesos de donación», destaca el médico de UCI y coordinador de trasplantes en el hospital, Raúl Sánchez Ariz.  

Es una tendencia positiva que, a su juicio, responde «un poco a todo», a la sensibilización y concienciación de la población, a las campañas de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)... pero, también, «al trabajo y la sensibilización de los propios sanitarios» que han sido capaces de mantener el interés por 'captar' donantes de vida y sacar los procesos adelante, incluso en tiempos extremadamente duros. 

donar en tiempos covid. La pandemia ha significado un paréntesis forzado de las donaciones y el por qué lo tiene claro Sánchez Ariz: «El hábitat normal para los pacientes donantes de órganos son las UCI y han estado colapsadas». Cabe recordar que, de media, un posible donante está tres días en la unidad de críticos.

A pesar de todo, agradece, «aquí se han intentado echar hacia adelante procesos de donación después de marzo de 2020». Ha sido a costa de «un esfuerzo muy importante de todo el personal. No solo por la cama que se ocupa, sino porque el personal estaba muy cansado, había mucha carga de trabajo… y ha sido muy complicado», admite.

El escenario para realizar donaciones se ha visto duramente afectados pero, además, a esta situación hay que sumar que una cuarta parte de las más de 2.400 personas que han fallecido en Soria desde marzo de 2020 ha sido por coronavirus y la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 «está contraindicada para donar», de modo que el número de potenciales donantes ha caído de forma drástica. 

Superado el momento más crítico, está por ver ahora el efecto que la COVID-19 tendrá en las donaciones del futuro, si bien el coordinador confía en que las secuelas que el virus ha dejado en la salud de la población no condicionen este gesto de generosidad. «En el momento más agudo es verdad que la COVID se ha asociado a fenómenos trombóticos pero, de momento, no hemos visto nada a nivel cerebral significativo», apunta. Cabe indicar al respecto que el «donante prototipo en Soria» son «pacientes con una lesión neurológica severa con una segura evolución a muerte y una probable evolución a muerte cerebral», dado 

En ese sentido, por tanto, es improbable una afección pero, no obstante, añade, «habrá que ver si a gente que ha pasado la COVID con una afectación pulmonar importante le quedan secuelas respiratorias considerables y, llegado el caso, podría darse la situación de ser un potencial donante de pulmones y que las secuelas del COVID lo impidieran». Esta opción de momento no se ha dado, por lo que el coordinador pide tiempo para ver la evolución. 

La pandemia ha cambiado muchas cosas, pero no el perfil del donante en Soria, que sigue siendo «personas por encima de los 70 años, la mayoría de ellos con factores de riesgo cardiovascular, que llega al hospital en el contexto de una hemorragia cerebral». Es un donante tipo que viene claramente marcado por el perfil poblacional envejecido de Soria y, también, por el tipo de donación que se lleva a cabo en el hospital, que hasta ahora es donante cadáver y en una circunstancia clínica concreta, muerte cerebral. 

Aunque la edad no es limitante, sí condiciona. Esto explica que «lo habitual aquí es donar hígado y riñones en pacientes un poco añosos», siendo menos numerosas las donaciones de pulmón y corazón, donde la edad puede jugar en contra. No obstante, «en los últimos años, tanto en 2020 como en 2021, ha habido extracciones multiorgánicas», felicita el responsable sanitario, quien insiste en que «si la edad del paciente lo permite y las pruebas funcionales lo apoyan, se han extraído también corazones y pulmones». 

ser donante. Aunque en España, por ley, todos somos considerados donantes si en vida no hemos expresado lo contrario, lo cierto es que querer ser donante no significa siempre poder hacerlo. Son determinantes las condiciones en las que se produce el fallecimiento y, también, que haya un receptor. «En este momento el donante en Soria es una persona con una lesión neurológica severa que va a ocasionar una evolución a muerte cerebral. Es el cerebro el que ha fallecido y, a nivel legal, es una muerte; pero hay una ventana de tiempo en la que los órganos pueden seguir funcionando, el corazón puede seguir latiendo y los pulmones, conectados a un respirador, pueden seguir manteniendo su función de oxigenar al cuerpo. Lógicamente, no todo el mundo acaba en esa situación. Hay gente que muere de una infección descontrolada, que igual hace una hemorragia cerebral pero secundaria a una metástasis cerebral, hay ciertas patologías que descartan una donación de órganos...», especifica Sánchez sobre algunas situaciones excluyentes.

2022, más opciones en Soria. No todo el mundo fallece en esa situación, por lo que en la última década se ha dado un auge de otro tipo de donación, donantes Maastricht o donantes en asistolia controlada, «pacientes con una patología que limita su vida, que son dependientes de alguna medida de soporte vital para seguir vivos». «Una lesión neurológica severa que no ha llegado a hacer muerte cerebral pero el paciente está vegetal», ejemplifica. En esos casos el paciente legalmente no ha fallecido pero, si se le retiran las medidas de soporte vital, fallecerá en un breve lapso de tiempo, de modo que «los pacientes de esas características son, desde hace unos años, una fuente también de donantes», apunta. En Soria hasta el momento este tipo de extracciones no ha sido posible pero «vamos a aprobar el protocolo de donación y la idea es implantarlo antes de fin de año», anuncia Sánchez Ariz. No obstante, matiza, «la donación en asistolia controlada sí que tiene un límite de edad (como mucho llegamos a los 65-70 años)», de modo que es posible que, aunque se empiece a hacer en Soria, no suponga un aumento sensible de donaciones. A nivel nacional uno de cada tres donantes en España lo son ya en asistolia. 

Otro tipo de donaciones, como las donaciones de donante vivo o las donaciones en asistolia no controlada (por ejemplo, un paciente con un tráfico y daños encefálicos severos y a corazón parado ya), no son de momento viables en Santa Bárbara y tampoco se valora su incorporación. Tampoco se llevan a cabo donaciones de tejidos, aunque «en 2020 se hizo una extracción de tejido ocular». Fue una «situación excepcional» pero, reconoce, «es algo que llevamos analizando un tiempo para solicitar el permiso». 

Sánchez asume que «la donación empieza cuando por desgracia sabes que no hay otra opción para el paciente y que tristemente va a fallecer», si bien apuesta por seguir trabajando la concienciación social y, sobre todo, de los propios sanitarios ya que, donar significa, evidentemente, dar una opción de vida a otros. En concreto, un solo donante puede llegar a salvar ocho vidas y mejorar 75 más.

Manolo Sanz:«Aunque tengas una enfermedad crónica y un riñón trasplantado, se puede llevar una vida normal»

Fermín Manuel Sanz López, Manolo, tiene 63 años y se podría decir que suma dos vidas que se conectaron un 9 de julio de 1995. Es el día en el que un donante le 'regaló' su riñón y, con ello, le dio una tregua de (de momento) 26 años. Porque lo tiene claro: «Si no fuera él, yo no estaría aquí ahora», afirma con dureza pero, también, con agradecimiento. 

El gesto altruista de su donante llegó desde Barcelona, donde le realizaron el trasplante y, aunque recuerda aquellos días «muy duros», sabe que fueron su salvación. Precisamente por ello, acepta a contar su historia, para concienciar a la gente de «lo que supone donar tus órganos cuando mueres», un gesto que «a ti ya no te supone nada y, para otra persona, puede suponer vida». 

Manolo nunca había ido al médico y era un joven«fuerte». Pero, de repente, notó que algo no iba bien. Se le hinchaban los pies, le dolía la cabeza, tenía fiebre... No le dio importancia inicialmente pero la enfermedad se impuso, y una biopsia confirmó que padecía una insuficiencia renal crónica que, en apenas unos meses, le obligaría a necesitar diálisis. «Se nos vino el mundo encima a mí y mi mujer», rememora. Eran tres días a la semana, cuatro horas cada día, conectado a una máquina  pero, también, un día a día repleto de limitaciones. «Los riñones no hacen la función renal y no podía ni beber agua, ni orinar, ni comer...», recuerda. 

Siete años estuvo así y sus riñones cada vez más débiles, hasta que entró en la lista de trasplante y «de un día para otro» llegó la esperada llamada. «Estaba deseando pero, al mismo tiempo, tenía muchos nervios.El viaje a Barcelona se hizo muy largo y no dormí en toda la noche», recuerda. «Nunca se sabe porque al final es un injerto de otra persona», justifica.

La operación fue bien, no hubo rechazo pero, cuando llegó a Soria, todo se complicó, «no podía respirar» y tuvo que ingresar en Santa Bárbara. «Pensaba que me moría», repara. Un fallo en la medicación le estaba asfixiando y, de nuevo, desde Barcelona llegó la instrucción que le dio la solución. «A partir de ahí fue fenomenal. Tomo mucha medicación pero puedo llevar una vida normal», destaca, al tiempo que relata cómo cambio su vida ese trasplante: «La vida da un giro radical. Antes yo no podía hacer nada, no podía ni irme de vacaciones ni salir ni nada», explica. Ahora conoce la provincia de extremo a extremo, ha viajado con su Numancia y su Peña Barcelonista, ha disfrutado de su mujer, su hija y su familia, a quienes adora, y llegó a vivir una experiencia única en compañía de un grupo de amigos que, liderados por David, 'el americano', viajaron desde Soria hasta Oporto en barco siguiendo el río Duero. 

Reconoce que las limitaciones de su salud le han impedido trabajar cómo le gustaría y, en ese sentido, lamenta también las trabas administrativas que se ponen para reconocer una incapacidad que atestiguan, entre otras cosas, las 16 pastillas que toma a diario. 

Pero él prefiere quedarse con lo bueno y con las experiencias que ha vivido gracias a su 'ángel' donante, a quien estará siempre agradecido.«Me hubiera gustado darle las gracias. A él y a su familia».Gracias por regalarle... una segunda vida.