Jesús Bachiller

Jesús Bachiller


¿Superados por la realidad?

02/07/2022

Vivimos unos tiempos extraños. A la vez que observamos en el horizonte oscuros nubarrones, que auguran, para los más pesimistas, una tormenta económica para el próximo invierno, sentimos unas enormes ganas de salir y olvidarnos de los malos momentos vividos durante la terrible pandemia. Es como una pequeña tregua en la que, movidos por los buenos datos económicos, las buenas perspectivas del turismo y liberados de las peores pesadillas de la epidemia, nos lanzamos a gastar parte del ahorro acumulado durante tantos meses de confinamiento y restricciones. 
Hace ahora diez años, España abría las portadas de los principales diarios europeos por la crisis de deuda, la posibilidad de que la economía española fuera rescatada y la inestabilidad que todo ello provocaba en la zona Euro. En las dos primeras décadas del siglo XXI hemos pasado de los alegres primeros años, donde había dinero para todo, a la concatenación de distintas crisis, en las que los sucesivos gobiernos se han visto condicionados por la herencia recibida y las circunstancias de cada legislatura. Es como si la política española de los últimos 20 años se hubiera visto sobrepasada continuamente por la realidad.
Quizá el que tuvo más capacidad de maniobra fue Zapatero, con un país que crecía muy por encima de la media europea y una economía estable, favorecida por la entrada del Euro; pero no quiso frenar la burbuja inmobiliaria que la Ley del Suelo aprobada en tiempos de Aznar había incubado. La gran recesión desveló los excesos de esta etapa y en 2012 se produjo el rescate a la banca y el aumento de la deuda española en 30 puntos. Sufrimos la política de austeridad impuesta por la UE y posteriormente fuimos beneficiados por el cambio de rumbo del BCE en la gestión de la crisis de deuda.
Estábamos saliendo del pozo cuando se formó el primer gobierno de coalición, apoyado por partidos nacionalistas e independentistas, y otros más localistas, que no ha sido entendido por una parte de la sociedad y al que la oposición tachó enseguida de ilegítimo. Comenzó con unos datos económicos prometedores. Sin embargo, no ha habido un gobierno con tanto infortunio en el actual periplo democrático. Vino la peor pandemia en 100 años, una erupción volcánica histórica en La Palma y ahora un conflicto armado en Europa, entre dos países estratégicos por sus recursos energéticos y de materias primas. La deuda española se ha disparado hasta el 120%. Aun así, las perspectivas no eran malas hace unos meses con la llegada de una lluvia de millones de fondos europeos. Pero la guerra de Ucrania ha lastrado este optimismo, con tres batallas de consecuencias difíciles de prever todavía: la bélica, la energética y la alimentaria. Y es que la economía mundial es como un gran puzle, en el que las piezas deben ir encajándose y readaptándose continuamente. Y esto lleva su tiempo.
La sociedad es muy sensible a los problemas de inflación. Bajarla, con tantos factores externos, no resulta fácil sin una subida de tipos que frene la economía. Con una deuda tan elevada y un menor crecimiento, el margen de maniobra se estrecha. Sin el ansiado pacto de rentas, los dos partidos mayoritarios compiten por las medidas, mientras la Comisión Europea ya alerta de que será necesaria una nueva política de consolidación fiscal. Para más inri, entramos de nuevo en periodo electoral, devolviendo la estrategia política al primer plano. ¿Cómo valorará la opinión pública la respuesta ante los escenarios internacionales sobrevenidos: la gestión realizada o sus propias consecuencias? El actual gobierno presume de dar una solución distinta a la crisis. Pero la realidad se está sobreponiendo y se multiplican los desafíos ante el nuevo tablero geopolítico. Nos esperan meses de mucha incertidumbre y de decisiones políticas difíciles. Veremos cuál es la respuesta del gobierno y la apreciación de la ciudadanía.