Sindelar, el primer 'falso nueve'

C.S (SPC)
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El austríaco lideró una generación dorada y pagó caro su rebeldía ante el 'Anschluss'

Mattihas Sinderlar (Jihlava, 10 de febrero de 1903) nació en el seno de una familia católica en una localidad del ya extinto Imperio Austrohúngaro. El hombre que décadas después de su muerte sería designado mejor deportista austríaco del siglo XX, emigró junto a su familia a Viena. Allí fue donde comenzó a dar sus primeros pasos en el fútbol, en las calles del barrio obrero de Favoriten. 

A los 15 años ya militaba en el Hertha Viena y a los 16 fue convocado por el combinado nacional. El 'hombre de papel', como era apodado por su extrema delgadez, jugaba de delantero, pero él era un punta diferente. No desempeñaba la función ofensiva de referencia al uso, ya que sus cualidades eran otras muy distintas a las de un ariete corpulento y bregador. Sindelar fue uno de los primeros 'falsos nueve' que tuvieron el foco mediático encima, muchos años antes de que Nandor Hidegkuti sacara a relucir ese rol sobre el campo. 

Todas esas cualidades hicieron del 'Mozart del fútbol', como también se le llamaba, un jugador que marcaría una época junto a otras estrellas de talla mundial en Austria, como Josef Bican. Estos dos efectivos, junto a otros destacados, formaron parte del 'Wunderteam', como se le conoció a esa gran generación de futbolistas que llevaron al cuadro nacional a ser reconocido como uno de los mejores en toda la historia.

Entre 1926 y 1936, el grandioso ariete ganó cinco copas de Austria, una liga del mismo país y dos Copas Mitropa. Además, levantó con su selección la segunda edición de la Copa Dr. Gerö. Ese equipo de fantasía se presentó en el Mundial de 1934 con una racha de 28 victorias en los últimos 31 enfrentamientos y solo pudo ser frenado por los regímenes totalitarios que se levantaban en el Viejo Continente.

El caso de Sindelar vuelve a mostrar, una vez más, la unión entre fútbol y política. Primero fue Benito Mussolini, que, con sus múltiples amenazas, facilitó el camino de Italia hacia el título de 1934, donde Austria sufrió las consecuencias en semifinales. Y luego fue Adolf Hitler. 

Anexión

El dictador alemán se encargó de poner fin a la mejor generación de futbolistas austríacos de toda la historia con su política del 'Anschluss' (usada para referirse a la anexión de Austria por parte de Alemania). La fusión de los dos Estados también conllevaba una de los dos combinados nacionales de fútbol y Alemania se presentaría al Mundial de 1938 con un conjunto formado por futbolistas austríacos y germanos bajo la bandera nazi. 

El 'hombre de papel' se negó a acudir a las primeras convocatorias de Alemania alegando diferentes problemas físicos y el culmen de la situación llegó el 3 de abril de 1938. En esa fecha se celebró el encuentro de los pueblos germánicos, que sería el último partido que disputarían Austria y Alemania antes de combinarse. 

Rebeldía

El resultado se pactó en un empate sin goles que Sindelar se encargó de no respetar. A las múltiples acciones que realizó demostrando su superioridad técnica bailando a los jugadores teutones, se le unieron una basta cantidad de ocasiones claras de gol falladas a propósito. 

Hasta que se cansó. Su desafío al régimen no concluyó anotando un gol y no respetando las tablas pactadas, sino que este se alargó hasta una celebración muy llamativa sobre el césped que alertó a las grandes figuras del III Reich del peligro de la figura del delantero austríaco. 

Sentencia de muerte

El jugador había escrito su sentencia de muerte. A comienzos de 1939, el cuerpo de Sindelar apareció sin vida junto al de su mujer en su propia casa. 

Lo primero que trascendió fue que un escape de gas había acabado con la vida de ambos, pero las misteriosas causas dejan de ser una incógnita cuando se sabe que la Gestapo lo consideraba como un elemento altamente peligroso para el régimen. Para su funeral se le pudo cambiar la causa de su muerte de suicidio a accidental, para que así la ceremonia estuviera presenciada por un total de 42.000 personas. 

Sindelar fue una de las primeras grandes estrellas del fútbol a nivel global, acompañada también por un equipo nacional que bailaba al mismo compás, pero que quedó fuera del foco al no poder  conseguir ningún título importante.

El mejor 'nueve' de toda Europa en esos años es también considerado como uno de los 100 mejores futbolistas de toda la historia según la Federación de Historia y Estadística, donde terminó en el puesto 22.